Lo sensorial y lo emocional en la vivencia ética y en la espiritualiad. Ramón Rosal Cortés

Lo sensorial y lo emocional en la vivencia ética y en la espiritualiad - Ramón Rosal Cortés


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una actitud nutricia permanente o expresión de una aspiración ilusionada y amorosa de contribuir a la alegría y bienestar del destinatario.Aún en los casos en que los autores de esos dones hayan sido también, en otras etapas de la vida, causantes de vivencias dolorosas del receptor, éste –si cultiva la actitud agradecida– no tendrá concentrada la atención en este tipo de vivencias dolorosas, sino en aquellas otras que le facilitaron reconfortantes momentos de bienestar y alegría.

      2 La vivencia del “agradecimiento a personas” en ocasión de la pandemia del coronavirusEl autor de este trabajo se encuentra viviendo durante estas semanas, las consecuencias de la pandemia del coronavirus, que se ha ido propagando por todo el mundo.Quiero ser consciente de las trágicas consecuencias físicas, psicológica, sociales y económicas que ya están afectando a un porcentaje importante de la población, causando profundo sufrimiento. Consecuencias que se irán percibiendo con más claridad y afectarán con más intensidad con el paso del tiempo, y en especial a los sectores de la población con menos recursos y con probabilidad de perder sus puestos de trabajo –si los tienen- o experimentar la quiebra de empresas privadas.En medio de esta situación tan dolorosa, se han podido vivir sentimientos de admiración y alegría ante la comprobación del despertar en muchos ciudadanos de sentimientos de compasión acompañados de actuaciones solidarias generosas. Entre los principales grupos que han ofrecido abundantes testimonios se encuentran los diversos profesionales de la salud – de la Medicina, la Enfermería, etc. -; de la seguridad ciudadana –policía nacional, guardias civiles, mossos d’esquadra (en Cataluña), miembros del ejército-; del transporte (de alimentos, de fármacos, de material sanitario, etc.), incluidos taxistas que han ofrecido traslados gratuitos a hospitales o residencias privadas, los participantes en que no se rompa la cadena de elementos esenciales para la alimentación –desde el lugar de origen hasta el supermercado-; los empleados de los servicios de limpieza indispensables; así como los profesionales de la enseñanza que han tenido que reconvertir su actividad presencial a la telemática, para que nuestros niños y jóvenes se vean perjudicados lo mínimo; sin olvidar a los miembros del gobierno, que se han tenido que enfrentar a unas situaciones totalmente imprevisibles, que les han exigido un aumento notable de trabajo, esfuerzo y tensión. La lista de tipos de profesionales –como también de voluntarios- se podría alargar.Pero aquí quiero especialmente señalar, como motivo de alegría, la espontánea reacción de profundo agradecimiento, que se ha manifestado en gran parte de la población, hacia los profesionales sanitarios (aunque pienso que también merecerían aplausos los otros citados) que están viviendo estos días jornadas agotadoras y arriesgadas. Agradecimiento expresado principalmente a través del multitudinario aplauso, desde balcones en multitud de ciudades y poblaciones, compartido durante unos minutos diariamente a las ocho de la tarde. Es fácil darse cuenta de que previamente a esta práctica multitudinaria de agradecimiento, los que lo llevan a cabo han tenido abundantes oportunidades para vivir experiencias sensoriales –con la mirada, la escucha- y las consiguientes reacciones emocionales. Y su vivencia del agradecimiento habrá podido ser de mayor o menor autenticidad y profundidad, en proporción al grado de atención que hayan prestado en sus percepciones sensoriales –hacia personas concretas cercanas, o lejanas, contempladas por la televisión u otros recursos. Probablemente, en algunos se habrá despertado su actitud agradecida, precisamente tras observar, a través de los aplausos diarios de sus conciudadanos, la importancia de unos testimonios a los que tal vez ellos no habían prestado especial atención. Algunos, probablemente, habrán podido descubrir el valor de tipos de profesionales cuyos posibles servicios al bien común tal vez les habían pasado inadvertidos, como por ejemplo: encargados de la limpieza urbana u hospitalaria.Vivencias emocionales previas al sentimiento de agradecimiento habrán podido ser variadas, según las personas. Probablemente no habrán faltado las de admiración (tanto respecto a la solidaridad como al agradecimiento) y de alegría o paz al sentirse más protegidos. Eso sí, como algunos sanitarios reclaman, no bastan los aplausos agradecidos si no van acompañados por un trato justo a sus condiciones laborales, en términos económicos y de estabilidad laboral.

      3 La vivencia del “agradecimiento por circunstancias de la propia vida”

      Algunos tendrán la oportunidad de vivirlo, tras darse cuenta de una serie de ventajas que gracias al desarrollo científico, técnico y artístico en que se encuentran actualmente –en comparación con generaciones anteriores- algunas de las consecuencias dolorosas habrán sido mucho menores, y habrá sido mucho más posible sobrellevarlas. Porque, si pensamos en cincuenta años atrás, o todavía más, en cien años, cuando no existía la televisión, ni los móviles, ni los ordenadores con conexión a internet; y nos imaginamos cómo podríamos vivir las circunstancias de esta pandemia sin podernos comunicar, sin apenas poder estar informados de lo que pasaba; sin poder ir recibiendo instrucciones sobre cómo actuar para protegernos recíprocamente de padecer el coronavirus, ¿sabemos ser agradecidos respecto a las personas que contribuyeron con sus logros científicos, técnicos, o artísticos, en que podamos llevar incomparablemente mejor las consecuencias de una pandemia? Para percatarnos mejor de la situación ventajosa con que nos encontramos en la actualidad, en comparación con generaciones anteriores, y poder también por ello cultivar este segundo tipo de agradecimiento, puede ser provechoso dedicar diez o quince minutos a visualizar mentalmente –con ayuda de la imaginación- cómo sería la vivencia nuestra de una pandemia como esta, en aquellas circunstancias del pasado. A través de esta otra forma de percepción sensorial indirecta –con ayuda de la fantasía- seguida de la consiguiente resonancia de emociones dolorosas –por aislamiento, desprotección, incertidumbre, etc.- será posible suscitar nuestro agradecimiento correspondiente.

      7

      CONTRIBUCIÓN DE LOS PROCESOS

      SENSORIALES Y EMOCIONALES PARA

      LA VIVENCIA DE LA SERENIDAD

      1 Definición descriptiva de serenidadEl tercer ejemplo de valor ético puede ser aquí el de la serenidad. Recojo aquí la definición que sobre ella ofrecí en otra ocasión (Rosal, 2014a).Entendemos por serenidad como actitud ética –y no como mero estado de ánimo- aquella que capacita para que la persona mantenga dicho estado de ánimo, o paz interior o actitud sosegada, no solo cuando las experiencias personales y del propio entorno social se desenvuelven sin problemas, sino también cuando la persona se encuentra implicada en situaciones conflictivas y de crisis o incluso fracasos existenciales. Y, a la vez, requiere que la persona no reprima o inhiba una fina receptividad sensorial e inteligencia emocional ante la realidad dolorosa y frustrante que le alcanza a ella misma o a otros seres humanos cuya felicidad le importa.Respecto a las formas insanas o distorsionadas de la serenidad, me limitaré a nombrar siete a las que acostumbro a referirme:La pseudoserenidad del escapistaLa pseudoserenidad del emocionalmente reprimidoLa pseudoserenidad del pasotaLa pseudoserenidad del inconscienteLa pseudoserenidad del irresponsableLa pseudoserenidad del sobreprotegidoLa pseusoserenidad del individualista insolidario

      Aquí considero la serenidad auténtica como actitud personal, como virtud ética.

      1 Lo sensorial y lo emocional en la vivencia de esta virtud

      La aparente serenidad que pueda conseguirse a base de evitar la receptividad sensorial -principalmente por la ausencia de la mirada y la escucha- respecto a sucesos dolorosos o amenazantes es la que da lugar a varias de las formas de pseudoserenidad señaladas. En cambio, la serenidad auténtica la podrá vivir toda persona que -gracias a su clara receptividad sensorial y fluidez emocional para su vivencia profunda de sucesos dolorosos que puedan causarle sufrimiento a sí misma o a otras personas- sea capaz, a pesar de ello, de conservar un sentimiento básico de paz, sosiego, es decir, serenidad en lo profundo de su ser. ¿De qué forma podrá contribuir, la receptividad sensorial, al mantenimiento de esta actitud, a pesar de la vivencia emocional de frustraciones que deberían ser causa de su pérdida? Podrá ser, en este caso, precisamente la percepción sensorial –la mirada y la escucha- de personas dominadas por conductas y actitudes opuestas, concretamente:

       Por un constante sentimiento de agobio

       Por una tendencia excesiva a las quejas

       Por un acentuado pesimismo respecto al futuro o la ansiedad y miedos sin fundamento en la mayoría de los casos

      Tras


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