Modelando el emprendimiento social en México. Группа авторов

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concentradora que depositaba el monto en la cuenta del solicitante. La empresa obtenía una comisión de ambas partes. La cobranza de los créditos corría a cargo de la plataforma, en donde se cuenta con un modelo de cobranza integral similar al de las instituciones tradicionales.Doopla y su modelo de apoyo socialDe acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el crowdfunding tenía la capacidad de reducir la desigualdad de los ingresos al cerrar la brecha entre la demanda de préstamos y la oferta de capital. La experiencia profesional de los socios constataba que en México la gente necesitaba créditos más accesibles.La brecha en el diferencial de las tasas de interés en México era impactante y mucho más grande que en Europa o Estados Unidos. Según datos de CONDUSEF y de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, el diferencial de las tasas de interés en los créditos al consumo era de 60 puntos porcentuales. Ante esta realidad, Doopla se planteaba el reto de hacer un negocio que fuera rentable y que a su vez ayudara a las personas y a la economía de las familias.En 2017, Juan Carlos recordaba que, en México, alrededor de 11 millones de personas pagaban créditos al consumo a tasas promedio de 60%. Por otra parte, había más de 15 millones de personas que ahorraban en el sistema bancario, pero recibían un rendimiento promedio de 3%. Aún más, había un sector muy amplio (más de 30 millones) de la población que recurría a mecanismos informales como las tandas.[2] Esta situación influía negativamente en el crecimiento económico del país y dificultaba la consolidación del patrimonio familiar de las personas.De hecho, hubo una experiencia que detonó todo. Una persona cercana a Denise le comentó que necesitaba dinero para hacer frente a diferentes deudas en sus tarjetas de crédito “que la estaban ahogando”, decía Denise. Ella decidió hacerle el préstamo y cobrarle con una tasa menor. La ayuda funcionó. La amiga pagó sus deudas y cubrió rápidamente el préstamo que le habían hecho; además, con lo que ahorró pudo pagar la reinscripción de su hija a la escuela. Esa fue la prueba que hizo pensar a Juan Carlos: “¿por qué no escalarlo?”.Sin embargo, aunque el uso de internet ya había sido adoptado por un gran número de mexicanos, los usos y costumbres eran diferentes a los de Europa o Estados Unidos. Juan Carlos y sus socios se cuestionaron cómo podían tomar ventaja de los nuevos avances tecnológicos para ofrecer una experiencia de negocios con un valor agregado para los usuarios, tanto inversionistas como solicitantes. Sabían que el éxito de su modelo radicaba en aprovechar las ventajas de la tecnología para reducir costos y mostrarse como una mejor opción al consumidor final.El inicio de una nueva opciónDoopla tenía la firme intención de ofrecer un servicio que permitiera reducir el diferencial de las tasas de interés para beneficio de la población. Por esa razón, se habían enfocado en los préstamos personales y no en los empresariales. “Queríamos cambiar un sistema que no funciona para el consumidor, eso es lo que nos motivó desde el principio”, recordaba Juan Carlos. Con una inversión inicial cercana a los 2 millones de pesos, reunida por los socios fundadores, la operación del negocio se concentró a través del portal www.doopla.mx que contactaba directamente a solicitantes de préstamos con inversionistas.Una de las ventajas competitivas de Doopla radicaba en su plataforma tecnológica. Gracias a los algoritmos que constantemente mejoraban, la empresa se comprometía con el inversionista a ponerlo en contacto con solicitantes que tuvieran la capacidad de responder a las obligaciones que adquirirían.La dinámica era la siguiente: a través de la plataforma se recibían los datos del inversionista que deseaba poner a la disposición de quien más lo necesitara una cantidad determinada de dinero. A continuación, se presentaba una lista con personas que necesitan un crédito personal. Esta lista mostraba una selección de solicitantes previamente evaluados y aprobados por los estrictos criterios de selección para controlar y reducir el riesgo (que, sin embargo, estaba presente).Por lo general, los solicitantes requerían montos para cubrir deudas de tarjetas y pagar a tasas de interés más razonables. Otros lo hacían por razones médicas, por la necesidad de pagar colegiaturas, etcétera. El inversionista era habilitado para interactuar con el solicitante y podía realizar las preguntas necesarias para tomar la decisión de prestar y determinar el monto del préstamo. Aunque era posible el contacto, los datos personales como nombre y dirección se protegían.Una vez llegado a un acuerdo, el prestamista firmaba un contrato en línea y depositaba el dinero en una cuenta concentradora de Doopla. Esta, a su vez, dispersaba los recursos en la cuenta individual del prestamista dentro de la plataforma. El inversionista tenía la posibilidad de fondear el total del préstamo de un solicitante, aunque se recomendaba ampliamente diversificar los préstamos en el mayor número de usuarios posibles.Por otra parte, al solicitante se le daba un tiempo límite de alrededor de 30 días para lograr fondear su solicitud. En caso de que no lo lograra, se le daban unos días más. Si el solicitante no recibía el préstamo total, la solicitud era eliminada del sistema, aunque la gran mayoría lograba el objetivo de fondeo. Con esta medida, se buscaba un filtro más de seguridad, “pues se infería que pocos inversionistas confiaban en el solicitante y por esa razón no había logrado el objetivo; era un filtro subjetivo pero que añadía seguridad”, comentaba Juan Carlos.El inversionista ganaba un rendimiento neto promedio de 15%, que dependía del tipo de solicitante —y su nivel de riesgo— en el que decidía invertir, catalogado en tres niveles (A, B y C); y, en todo caso, mucho más de lo que le recibiría en los productos de ahorro comunes. El solicitante podía pagar una tasa que iba desde 12% anual, casi una quinta parte de lo que cobraban las instituciones tradicionales. Doopla cobraba una comisión de 6% por crédito autorizado y que fuera fondeado al 100% (no se cobra nada por investigación u otros rubros). Al inversionista se le cobraba 1%, únicamente por cada pago recibido. Además, la empresa ayudaba al máximo a sus usuarios, “por ejemplo, si no había pago del solicitante, nosotros no cobrábamos la comisión —porque no existe flujo de donde hacerlo— y echábamos a andar los procesos para recuperar la cartera, que iba desde la reestructuración de pagos, hasta proceder legalmente… poníamos nuestra piel en juego. Si no hay pago al inversionista, no hay comisión para Doopla”, decía orgulloso Juan Carlos.El impacto social de DooplaEn tres años, la empresa podía decir que tenía números positivos en el impacto social que los había motivado. “Entre diciembre de 2016 y de 2017, habíamos crecido en más de 3.5 veces en los préstamos que hacíamos; teníamos a más de 100,000 usuarios registrados y los montos ascendían a más de 40 millones de pesos”, describía Juan Carlos.El modelo funcionaba con los inversionistas, pues tenían registrado que 80% decidía reinvertir. Por otra parte, 65% de sus solicitantes volvían a pedir créditos. Sus porcentajes de cartera vencida eran bajos. “Podíamos presumir que 94% de nuestros solicitantes iban al corriente de sus pagos. El otro 6% estaba en negociaciones o en proceso de demanda mercantil”, afirmaba Juan Carlos.Pero eso no era todo, los resultados cuantitativos estaban reflejados en la satisfacción de los usuarios. “El índice de felicidad es alto”, comentaba Juan Carlos, “porque de estar pagando intereses altísimos, ahora pagan menos y tienen más dinero para usarlo en cosas importantes para ellos, como pagar las colegiaturas de sus hijos. De verdad, hay muchas historias que nos mandan por correo por las que decimos, vale la pena seguir”.Retos del futuroDoopla llevaba tres años en el mercado y si bien aún no estaba en el punto de equilibrio, podía decirse que, en términos generales, los resultados eran muy buenos. Ahora era necesario apuntalar el crecimiento del modelo. Habían lanzado un nuevo producto de préstamos con cobranza vía nómina. El primer cliente importante había sido PricewaterhouseCoopers (PwC). De esta forma, subían al modelo a un nuevo integrante: el patrón. Este podía ofrecer a sus empleados préstamos justos y aumentar el compromiso de estos.Por otra parte, estaban pensando en el desarrollo de un producto que funcionara en la base de la pirámide. “Aquí, el gran reto será resolver el tema de la cobranza, porque tampoco queremos utilizar los métodos invasivos de muchas cadenas que se han dirigido a este segmento”, explicaba Juan Carlos.En términos generales, Doopla no solo se enfrentaba a retos para el crecimiento de su modelo. Había otra “amenaza” en el entorno: la Ley fintech. Las empresas que utilizaban el canal digital como base de su modelo de negocio ya eran considerables. Por esta razón, el gobierno de México decidió desarrollar un anteproyecto de ley para dar certidumbre a los nuevos emprendimientos. “Ante la situación, nosotros hemos optado por cooperar y estar muy cerca del desarrollo de esta ley”, decía, preocupado, Juan Carlos. “A nosotros nos interesa que no nos vayan a limitar en puntos que nos
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