Pensar en escuelas de pensamiento. Libardo Enrique Pérez Díaz

Pensar en escuelas de pensamiento - Libardo Enrique Pérez Díaz


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para construir de manera colaborativa, implica atender con mucho interés las señales emitidas por parte de cada sujeto, entendiéndolas como textos dinámicos dispuestos para coordinarse entre sí a partir de las coordinaciones previas que dieron origen al capital cultural que los sustenta. Lo consensuado de la coordinación de coordinaciones se lee aquí como una expresión de máximos acuerdos, más que en el sentido de acuerdos absolutos que avasallen la diversidad y nieguen la complejidad de las variables intervinientes.

      Por su parte la acción comunicativa, al suponer un tipo de entendimiento sustentado en pretensiones de validez y nunca en la predeterminación de veracidades absolutamente dadas, expresa el reconocimiento de escenarios plurales en los que se construyen posibilidades de verdad, entre sujetos que al conversar se reconocen desde la complementariedad para elaborar rigurosamente sus posturas, pero así mismo, están abiertos a nuevas evidencias que surgen desde la conjugación, deconstrucción y reconstrucción de lo pretendido por cada uno de ellos, en un contexto de validación conversacional que a su vez se va construyendo simultánea y libremente.

      Un tejido que se construye desde la diversidad y la afectividad

      Una de las características fundamentales de los seres humanos tiene que ver con las cualidades diferenciales que paradójicamente nos dan identidad. Este conjunto de aspectos trascienden lo organoléptico y tienen la potencialidad de constituirse en un medio expedito para la construcción y el enriquecimiento mutuo entre sujetos, pero así mismo, pueden actuar como talanqueras infranqueables que imposibilitan cualquier empresa colegiada.

      Construir tejidos humanos no es sencillo, máxime cuando gran parte de los contextos en los que nos desarrollamos están preñados de invitaciones orientadas al egoísmo, al individualismo y al reconocimiento de logros particulares. Con alguna frecuencia se encuentran escenarios en los que se promulga discursivamente la importancia del hacer comunitario; no obstante, al revisar los criterios, los medios y los mecanismos de control propios de estos contextos, se encuentra que ellos se estructuran de manera que alientan y privilegian actuaciones individualizadoras.

      Lo expresado da cuenta de una evidente incongruencia entre las declaratorias teleológicas y las prácticas que se supone deben ser consecuencia de estas. Así las cosas, por más que se promulgue la importancia y las bondades del hacer comunitario, esto no dejará de ser un simple discurrir retórico, no tendrá ningún impacto concreto en la construcción de una cultura de la colectividad si las prácticas no se armonizan con los ideales que se declaran. Se trata entonces de contribuir con la superación de una gran oquedad epistémica que pareciera ampliarse desde la práctica, entendida esta como una región estratégica en la que cada vez más se evidencia un mero interés de supervivencia de los sujetos frente a un sistema que generalmente les oprime.

      Conscientes de la complejidad del fenómeno en cuestión y de los escollos que se deben salvar, el proyecto “Pensar en escuelas de pensamiento” nace como una suerte de incitación interpelante: “atrevámonos a pensar y a construir colectivamente desde la diferencia”. En cuanto incitación, esta premisa se plantea con la pretensión de generar un grado importante de pasión por el trabajo colectivo, de provocar la emergencia vibrante de una fuente de energía que parte de la interioridad de cada sujeto y se proyecta hacia los demás contertulios como una especie de conexión sináptica.

      Como interpelación, este atrevimiento representa un tipo de provocación que busca desencadenar la movilización del espíritu en aras de una revisión autocrítica de las actuaciones individualistas; es un reto en torno a la posibilidad de romper con una tradición que, aun cuando no generalizada, sí presenta cierto arraigo en nuestros contextos socioculturales. En tal sentido, los colectivos interdisciplinares vienen realizando esfuerzos importantes para lograr disminuir al máximo las tendencias y tentaciones individualistas; esto no significa que la situación esté resuelta, pero sí da cuenta de un actuar deliberado para hacerle frente a una realidad evidente y muy compleja.

      Una de las regularidades que afloran en las actuaciones de las colectividades que le dan cuerpo al pensar en escuelas de pensamiento se expresa en la búsqueda de estrategias orientadas hacia el fortalecimiento de los vínculos afectivos entre sus integrantes. Esta loable agencia deja ver diferentes niveles de desarrollo en cada colectivo; sin embargo, en todos se observan avances significativos. El crecimiento del aprecio entre pares paulatinamente va desencadenando un proceso de mutuos acompañamientos, el potencial de la dimensión del sentir se hace cada vez más evidente gracias a la importancia del afecto como amalgama que fortalece progresivamente el sentido y la importancia de construir comunidad.

      Valorar el afecto como mediación esencial tiene que ver con la necesidad de no perder de vista que estamos frente a un conjunto de procesos de mutua humanización. Por más riguroso y sistemático que pretenda ser el proyecto, estas dos características no son suficientes: se busca que sus agencias siempre se produzcan en perspectiva de manifestaciones virtuosas, de expresiones académicas que nunca pasen por encima del reconocimiento y la valoración de los otros como legítimos otros, como personas que en un ejercicio de co-construcción y de co-laboración permanente, desencadenan dinámicas y efectos de crecimiento interdependiente.

      Otro aspecto fundamental que no se debe pasar por alto en estos procesos de construcción colaborativa es la humildad, entendida como la capacidad de reconocerse desde las potencialidades propias, de valorar en su justa medida las fortalezas y debilidades, y disponerse abiertamente para un fluido y horizontal intercambio de experiencias caracterizadas por la pretensión de validez, en lugar de la preconización de verdades absolutas. En tal sentido, ayuda tomar conciencia de realidades como la descrita por De Waal cuando afirma que “somos monos bipolares. En nuestros días buenos somos tan amables como lo pueden ser los bonobos, pero en nuestros días malos somos tan dominantes y violentos como pueden serlo los chimpancés” (2014, p. 91).

      El ser humilde ayuda a crear ambientes de cordialidad, de mutuo reconocimiento y confianza intersubjetiva. Esta última es una condición indispensable; no es posible agenciar algún tipo de empresa auténticamente comunitaria si no existe la suficiente confianza entre los actores que protagonizan tal cometido. No es viable una empresa intelectual asociativa, como la del pensar en escuelas de pensamiento, sino a partir de la mutua confianza que se genere entre las personas que la constituyen, y estas dependen de sus vínculos afectivos en un contexto de diversidad plena, actuando más como bonobos que como chimpancés.

      A modo de síntesis

      En el recorrido que se ha realizado se muestra la pretensión de explicitar la importancia que tienen, para este proyecto del pensar, aspectos centrales como la construcción en equipo en cuanto contribución significativa hacia el fortalecimiento de una cultura de trabajo colaborativo. Asimismo, se hace énfasis en la importancia de concebir y propender a la movilización de los colectivos como tejidos conversacionales y como redes intersubjetivas de construcción de sentidos. No obstante, estos dos grandes asuntos perderían gran parte de su esencia e importancia si no se articularan y se fundamentaran en la importancia del afecto y la diversidad como puente y reto respectivamente.

      Continuaremos este viaje como aprendices del pensar y como integrantes de significativas colectividades que seguramente se estructurarán y desestructurarán alternativamente para intentar madurar progresiva y colaborativamente como escuelas del pensar. Seguiremos apostándole a una agencia centrada en el pensar y en el desarrollo de procesos de pensamiento orientados hacia el pensar sistemático, autopoyético, procesual, sistémico, interpelante, auto-interpelante y con pretensiones de incidencia significativa en contextos estratégicos del desarrollo social.

      Desde el proyecto continuaremos asumiendo el riesgo del pensar interdisciplinar, más allá de una perspectiva centrada en lo meramente metodológico, seguiremos insistiendo en lo interdisciplinar desde una mirada cosmovisiva cuyas implicaciones tienen que ver con formas alternativas de leer, comprender, asumir e intervenir en diferentes mundos, mundos que constituyen las múltiples realidades de los contextos de existencia interdependiente entre los seres vivos e inertes y los fenómenos fisicoquímicos y socioculturales que los determinan y que a su vez son determinados por estos.

      Así, sin que se constituya en una intencionalidad directa, explícita, quizá se esté incursionando en la posibilidad de contribuir con una nueva epistemología.


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