Pensar en escuelas de pensamiento. Libardo Enrique Pérez Díaz
valorando el presente y, lo más importante, planteándose un conjunto de retos importantes en lo concerniente a las alternativas de desarrollo que se podrían gestar en nuestro medio.
Siguiendo la estructura del texto, el lector tendrá la oportunidad de acercarse a una propuesta sobre las “Afectaciones de las condiciones de vida y salud, una propuesta conceptual y metodológica desde los determinantes sociales de la salud y el desarrollo comunitario”. Este escrito presenta una síntesis sobre las discusiones del equipo en torno a las condiciones de vida y de salud que afronta la sociedad colombiana.
El análisis y las apuestas enunciadas en este aparte se construyen alrededor de conceptos fundamentales y de gran envergadura teórica como: determinismo, indeterminismo, determinación y determinante, que a su vez se analizan desde nociones ligadas a lo que los autores describen como epidemiología moderna y a los aspectos comunitarios ligados al fenómeno de la salud.
Finalmente, el recorrido de estas experiencias interdisciplinares se ocupa de las relaciones entre “desplazamiento, ser y territorio”. Aquí los autores presentan un recorrido breve por el desarrollo del conflicto armado en el país, sus actores y efectos, sus víctimas y victimarios.
Este segmento de cierre no solo analiza el problema de la violencia armada per se, sino que tiene como valor agregado la manera de abordar lo histórico, la importancia del territorio como escenario de ocurrencia de los hechos, pero sobre todo, como genuinos lugares de construcción de culturas de paz. En congruencia con esto, se aborda el tema de la resiliencia como mediación que da cuenta de la capacidad y disposición de la población para resistir y plantearse alternativas de futuro.
De este modo, presentamos y sometemos a su objetivo escrutinio esta segunda entrega de reflexiones, críticas, apuestas, proyecciones y sueños, desencadenados a partir de las sinergias que le dan vida a cada uno de los ocho equipos interdisciplinares que asumieron el reto de constituirse deliberadamente en escuelas del pensar. Esperamos que algunos elementos de esta apuesta, tamizada desde el amplio horizonte que le brinda su condición de libre hermeneuta, contribuya con el enriquecimiento de la lógica, la estructura y las dinámicas de otras agencias del pensar como posibilidades para la construcción de comunidades críticas, propositivas y proactivas frente a las demandas del contexto.
Libardo Pérez Díaz
Coordinador de Currículo
Escuelas de pensamiento:
creadoras de creadoresz
Hno. Fabio Humberto Coronado Padilla, Fsc1
No se discute la importancia de tener
escuelas de pensamiento en la universidad,
se discutiría el cómo crearlas,
desarrollarlas y sostenerlas.
Jorge Coronado
La universidad colombiana atraviesa por un momento singular de su historia, su sistema universitario compuesto en la mayoría por instituciones bastante jóvenes, ha entrado en un irreversible movimiento de aceleración para ponerse a tono con el sistema universitario global. Después de tres años de debatir sobre el futuro de la educación universitaria en la agenda nacional, logra condensar su derrotero en el Acuerdo por lo Superior 2034 (Cesu, 2014). Tanto el gobierno como cada universidad se han embarcado en la búsqueda de las mejores estrategias para hacer realidad lo allí expresado.
Dentro de este nuevo escenario surge la pregunta: ¿por qué la universidad colombiana, con más de quinientos años de historia en el ejercicio de la educación superior, no ha generado prácticamente ninguna escuela de pensamiento de clase mundial? No será el propósito de este escrito el responderla. Tan solo vamos a compartir las reflexiones que se nos han ocurrido al final de un trienio, en el que la Universidad de La Salle de Bogotá ha agitado su comunidad académica con la idea de largo plazo, expresada en esta otra pregunta: ¿qué hay que hacer en nuestro aquí y ahora para que dentro de cincuenta años contemos en nuestro haber con escuelas de pensamiento? Pronto se percatará el lector que lo consignado no son sino ligeras notas, como las de alguien que va de viaje, a quien lo inesperado del paisaje y las sorpresas que le depara el camino lo hacen meditar.
Universidad y escuelas de pensamiento
Es tan novedosa e impredecible la época que atraviesa la universidad que en su afanosa búsqueda de nuevas expresiones que caractericen su fin y naturaleza, van suscitándose vocablos que hacen curso en el lenguaje cotidiano. Hablemos un poco de los tres que más se destacan en este momento. El primero, el clásico campus universitario, cuyo sentido primigenio hace referencia al lugar físico de la universidad ubicado en medio de la naturaleza, con amplias extensiones verdes y jardines, aire puro y con los mejores recursos locativos para educar. Sobresalen acá aquellas poblaciones en las cuales todo gira en torno a la universidad, siendo el municipio mismo la universidad. El ambiente rural o los amplios campos verdes son su distintivo.
El segundo, más propio de la urbe moderna, aparece cuando la universidad se ubica en un barrio o una localidad de la ciudad, es el nuevo hábitat universitario. Se asume esta denominación cuando la palabra hábitat se popularizó para designar los asentamientos humanos de todo tipo; dicha palabra provenía de las ciencias ambientales, cuando se referían al hábitat como aquel lugar cuyas condiciones son apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal. Al finalizar el siglo XX, el hábitat privilegiado de la mayoría de la población mundial pasó a ser las ciudades o las megalópolis. Dentro de ellas han nacido y crecido las instituciones universitarias aparecidas en los últimos cincuenta años.
Finalmente, el tercero, el ecosistema universitario, más propio de un mundo globalizado e interconectado por redes. La tierra es una sola, plena de grupos humanos, seres vivos y ambientes físicos que interactúan entre sí. Allí la universidad no puede subsistir por sí sola, hace parte de un amplio tejido ecológico, de alianzas estratégicas, del conjunto del sistema universitario de cada país y región del planeta. A su vez, ad intra, cada universidad es un ecosistema único. Hagamos nuestras las ideas de Bernal (2013), para quien la Universidad de La Salle es en sí misma un ecosistema en el cual coexisten, conviven y conversan múltiples organismos vivos, tales como los grupos de investigación, los centros de investigación, los clústeres de conocimiento y las escuelas de pensamiento.
El ecosistema universitario lasallista es ante todo un ente vivo, compuesto por individuos vivos, que hacen que surja y se conserve la vida en sus múltiples manifestaciones. Las escuelas de pensamiento hacen parte de la vida de la Universidad, son un camino que se va construyendo, auténtico y propio, de tal manera que “la gestión, el acompañamiento, el seguimiento, la evaluación del proceso, la cualificación, la potenciación de las conexiones necesarias, la animación de los equipos […] el facilitar los mecanismos, los escenarios y las condiciones requeridas” (Bernal, 2013, p. 289), se constituyen en las herramientas que permitirán su crecimiento vigoroso.
En este orden de ideas, la maduración y el desarrollo de la Universidad de La Salle, dentro de un proceso evolutivo de mayor complejidad de su ecosistema universitario, ha alcanzado un hito significativo de su caminar al identificar y formular participativamente una agenda temática, o si se prefiere, de unos objetos de estudios prioritarios para los próximos años con posibilidades diversas para ser abordados. Se trata de las diez líneas institucionales de investigación, a saber: Educación y cultura; Memoria y reconciliación; Ambiente y sustentabilidad; Biodiversidad; Una salud: cuidado humano, animal y del ecosistema; Territorio, equidad y desarrollo; Ruralidad y seguridad alimentaria; Gestión, entorno y competitividad de las organizaciones; Innovación y tecnología; y Ciudadanía, ética y política. Todas ellas las podemos encontrar juiciosamente desarrolladas en el Librillo Institucional nro. 58 de agosto del 2014, titulado Líneas institucionales de investigación, elaborado bajo la dirección del Dr. Luis Fernando Ramírez Hernández, Vicerrector de Investigación y Transferencia.
Este documento, como gran horizonte científico, convoca a la articulación de todas las iniciativas creativas que se dan cita en la Universidad. En palabras de Ramírez (2014): “se trata de construir un eje ordenador de la investigación que permita la integración de los esfuerzos de una o más personas, grupos o instituciones comprometidas en el