Coma: El resurgir de los ángeles. Frank Christman
—Tengo mujer y dos hijos. Ella es mucho más abierta que yo a estos temas y le encantaría asistir. No sé, el problema son los niños. Pero hablaremos con mis suegros para ver si se los quedan esa noche. No te aseguro nada. Hablaré con mi mujer y lo que ella decida.
—Perfecto —Sara se despidió de Luis con dos besos en la mejilla. Abrió el bolso y sacó una tarjeta—. Este es mi número; cuando sepas algo me llamas y gracias de nuevo. Sabiendo que estás aquí me voy más esperanzada.
—Quédate tranquila —dijo Luis. Se volvió hacía Luisa y le dio dos besos. Lo mismo hizo con Lupe—. Bueno, tengo que seguir con las visitas. Adiós.
Adiós —dijo Sara. Se quedó mirando cómo se perdía por el pasillo. Miró a Luisa y a Lupe—. ¿Nos vamos?
El Poder del Ormus
El viaje de Mario a través del portal discurrió por distintas etapas. Primero, un canal de gusano, por el que viajó entre destellos de distinta complejidad; después, un largo agujero negro y, finalmente, ante él, apareció el portal. Se detuvo a pocos centímetros de la rueda. ¿Qué le esperaría al otro lado? Alargó la mano y la introdujo en una especie de membrana traslucida. Inmediatamente, algo tiró de él y le obligó a cruzar el portal. Mientras cruzaba se vio a sí mismo cómo su aspecto iba cambiando. De un ser de luz pasó a convertirse en un humano con unas extrañas vestimentas.
Cuando pasó al otro lado se miró. Una especie de túnica con mangas hasta el antebrazo que le llegaba hasta las pantorrillas y, sobre ésta, una túnica más holgada con algunos adornos. Calzaba unas sandalias de cuero con cordones que se sujetaban a los tobillos. Miró a su alrededor, no tenía ni idea de dónde se encontraba. Apenas había vegetación. Formaciones de roca erosionada le habían estado resguardando. Caminó unos pasos, pero no vio nada, así que decidió encaramarse en lo alto de las rocas. Se trataba de un terreno arcilloso y muy inestable. Se agarró a una roca para impulsarse cuando una voz que casi le hace perder el equilibrio.
—Ha pasado mucho tiempo Mehiel.
—¿Hablas conmigo? —Mario recuperó el equilibrio—. ¿Quién eres?
—¡Oh! Perdona. Por un momento lo olvidé. Quise decir Mario.
—¿Me conoces?
—Mi nombre es Vehuel. He sido enviado por Haniel para protegerte en este universo.
Mario lo miró. Era casi un anciano. Sus vestimentas eran muy parecidas a las suyas.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó.
Vehuel pareció enojarse. Golpeó su báculo contra el suelo y un rayo salió golpeando en la roca.
—Veo que todavía sigues encadenado a parte de tu primitiva mente. ¿Qué importa los años que tenga?
Mario supo que había metido la pata. Por un momento había olvidado que estaba ante un poderoso ser.
—Perdóname. Como bien dices. No he conseguido apartar de mí la parte mortal.
—Debes ser más cuidadoso con tus apreciaciones y tomártelo más en serio. Nuestro enemigo es poderoso y verá tus debilidades. Pongámonos en camino.
Vehuel empezó a caminar y Mario le siguió.
—¿Dónde vamos? —Mario se puso a su lado—. ¿Qué universo es este?
—Este es el origen de los males de los mortales —subieron una pequeña colina y miraron a lo lejos—. Este es el gran proyecto de Enlil y por eso su nieto Amon ha elegido este universo.
—¿Te refieres a.…? —Mario vio la gran edificación que se estaba construyendo a lo lejos.
—Los mortales la conocen como la Torre de Babel —Vehuel vio en Mario la sorpresa dibujada en su cara—. La biblia se equivoca definiendo a esta construcción. Nunca sobrepasará más de sesenta metros. Acerquémonos.
Siguieron caminando hasta que estuvieron a una distancia en la que podrían ver a las miles de personas que estaban construyendo esta obra.
—Déjame contarte algo —propuso Vehuel—. Enlil, uno de los entes Anunnaki, llamó a diez Elohim. Unos personajes que se conocen como los Vigilantes. Su misión fue recorrer la tierra en busca de las mentes más lógicas, las instruyeron y compartieron sus conocimientos. Aquellas personas desarrollaron grandes ciudades que, años más tarde, rivalizaron entre ellas.
Los Vigilantes fueron a sitios tan lejanos como desconocidos, pero, había un problema, todos hablaban lenguas diferentes. También fornicaron con las mujeres, creando una raza prohibida. Siguieron viajando, reclutando a gente y sembrando su semilla por todas partes, pero siempre volvían para comprobar los progresos y observar la evolución de las razas. Sin embargo, la ambición de poder los llevó a construir sus palacios y proclamarse reyes. Cuando Enki, hermanastro de Enlil, se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Los mortales quisieron alcanzar su propia gloria.
—El clima —continuó Vehuel—, había estado cambiando en los últimos años. Ello, está por venir, propiciará que, diversos fenómenos globales, como el estallido de una estrella, erupciones solares o volcánicas, terremotos, ciclones y otros desastres naturales, provocarán alteraciones importantes en este universo. Esta obra, está construida sobre terrenos inestables que, ante cualquier catástrofe, como así ocurrirá, quedaría destruida. En esta ocasión será el estallido de una estrella la que desatará las fuerzas de la naturaleza que desestabilizará el planeta. Además, la onda de la estrella provocará una lengua de fuego que alcanzará una vasta extensión, cambiando el aspecto del planeta.
—Después de aquello —añadió Vehuel—, los mortales que sobrevivieron, se dispersaron; cada uno, con su lenguaje, se instaló en tierras donde poder progresar en la agricultura o el pastoreo. Pero todos aquellos conocimientos que habían recibido, los usaron para crear armas. Enki, cuando se dio cuenta de lo que había hecho su hermano, condenó a los Elohim a vagar por el inframundo. Enlil, humillado, creó una raza de humanos para esclavizarlos y poder extraer el oro con el que alterar la genética humana y su propia genética, por medio de un reactivo alquímico que pocos conocen. La confusión de las lenguas es un añadido inventado. La biblia se equivoca cuando habla de un dios que confunde las lenguas. Las lenguas las trajeron consigo.
—¿Y qué fue de Enlil?
—Enlil pertenece a una de las razas Anunnaki. Algunos mortales lo llaman Yahveh y lo confundirán con un dios benefactor, pero, en realidad, un dios protector no amenaza con castigos a sus seguidores, la verdad es mucho más simple. En el mundo en el que habitas, luchan con otras razas cósmicas por hacerse con el control. Muchos de sus hijos caminan por los mundos sin hacer daño a nadie, pero otros fueron verdaderos malignos. Hasta que un día, el Infinito los despojó de sus poderes y de más descendencia. Eso los llevó a una lucha por el control del mundo. Sus hijos e hijas, entre las que está la madre de Amon, buscan su parcela de poder luchando entre ellos y desafiándonos entre dimensiones. Han aumentado su poder y son un ejército.
Mario volvió a mirar la construcción. Vehuel pareció leer sus pensamientos.
—Todo lo que te he contado, está por venir —Vehuel reinició el camino—. Será mejor que busquemos un refugio.
Entraron en la ciudad. Aquello era un hervidero. Mientras rodeaban la construcción Mario miró hacia arriba. Desconocía la base de cimentación, aunque por los rudimentarios hornos en los que se cocían ladrillos y las grandes moles de piedras, se hacía una idea. También observó que unos trabajadores construían con betún, además de una argamasa compuesta por cal, arena y agua. De cualquier forma, aunque la base tenía una gran extensión, la construcción iba reduciendo su perímetro conforme se elevaba.
En un extremo de la zona de trabajo, estaban descargando grandes piedras que unos hombres pulían con herramientas de bronce hasta convertirlas en moles circulares que eran trasladadas por las rampas que rodeaban la construcción. Cada seis o siete metros de altura, una gran explanada, daba acceso a una apertura que se adentraba