Juventudes fragmentadas. Gonzalo A. Saraví
de su libro clásico sobre esta estrategia teórico-metodológica de investigación social— es derivada de los datos, y luego ilustrada con ejemplos paradigmáticos de esos datos” (Glaser y Strauss, 1967: 5). En algunos casos, los datos empíricos derivados del trabajo de campo, pero también de estudios previos, ejemplifican conceptos e interpretaciones; en otros, forman parte de la construcción de esos conceptos. En ninguno de los dos casos pretenden verificar hechos, sino proveer interpretaciones válidas (Glaser y Strauss, 1967).
El libro consta de cinco capítulos y unas breves conclusiones. El capítulo 1 responde a un modelo ortodoxo de investigación social y tiene como principal propósito reflexionar, discutir y precisar, para el lector y para el propio autor, las herramientas teóricas que estructuran el análisis. El eje central consiste en explorar de manera sistemática las posibles vinculaciones entre desigualdad y exclusión, y la forma en que estos dos conceptos han sido asociados o relacionados por otros autores y estudios previos. La fragmentación social se propone como concepto que permite dar cuenta de un fenómeno social emergente en algunas sociedades contemporáneas, en las que se combina la desigualdad con la exclusión. A partir de múltiples aportes teóricos, construyo y propongo una definición operativa de la fragmentación social como sistema societal de exclusiones recíprocas e inclusiones desiguales. Así, la fragmentación sigue haciendo referencia a la desigualdad (pero ya no simplemente en un sentido lineal y continuo), e incorpora, al mismo tiempo, una dimensión excluyente (pero ya no sólo de los pobres y los más vulnerables). Una sociedad fragmentada no es el resultado exclusivo de la desigualdad económica (aunque sea determinante en última instancia), sino que dimensiones culturales, sociales y subjetivas resultan decisivas en dicho proceso. Es la confluencia y sedimentación de todas estas dimensiones las que contribuyen al distanciamiento sociocultural implícito en las exclusiones recíprocas e inclusiones desiguales de una sociedad fragmentada.
Con este andamiaje teórico-metodológico, en los tres capítulos siguientes analizo cómo juegan y operan estas tres dimensiones en tres espacios clave de la experiencia de la juventud: la escuela, la ciudad, el consumo. Le elección de estos tres espacios no es arbitraria, sino que responde al interés y la necesidad de explorar cómo se construye la experiencia social de la juventud en tres ámbitos esenciales de socialización, construcción identitaria, y subjetivización durante esta etapa de la vida. Otros muchos ámbitos de la vida social teñidos por la desigualdad han quedado excluidos de nuestro análisis, y en parte ello se debe a que las decisiones que implica la construcción de un problema de investigación siempre suponen sacrificar y recortar otros posibles temas de interés. Sin embargo, la razón principal para concentrarme en la escuela, la ciudad y el consumo, dejando de lado otros espacios posibles como el mercado de trabajo, los servicios de salud o la participación política, por mencionar algunos, reside en que ellos presentan un carácter universal entre los jóvenes. Durante la niñez y buena parte de la adolescencia estos tres espacios constituyen parte de la experiencia de vida de la mayoría de los individuos, lo cual nos da la posibilidad de explorar sus diferencias por clase, lo que no necesariamente ocurre con el trabajo, la atención médica o la política. La socialización y subjetivización, en los tres espacios explorados, durante este período del curso de vida, resultan determinantes en la construcción social del individuo, y por tanto de la sociedad de los individuos. Observando este proceso, intuí que sería posible analizar cómo se construye una sociedad fragmentada, y al mismo tiempo construir nuevos conceptos de alcance medio que den cuenta de ese proceso de fragmentación en espacios específicos.
El capítulo 2 se concentra en la fragmentación del sistema educativo. Por un lado, planteo que la institución escolar puede ser vista como un ejemplo paradigmático de inclusión desigual. La escuela abandona su pretensión de carácter universal, para segmentarse en paralelo con los clivajes de clase (esto no significa que abandone el objetivo de la universalidad, el cual alcanza precisamente a través de la fragmentación). Por otro lado, dado que la escuela es más que la escuela, en este capítulo presto particular atención al análisis del sentido y la experiencia escolares, a partir de los cuales se construye y (re)afirma el distanciamiento sociocultural entre diferentes (y desiguales) sectores de la sociedad. El capítulo 3 intenta ser una exploración de este mismo proceso en el espacio urbano. Luego de revisar algunas de las principales tendencias de la segregación socioespacial como dimensión clave en la producción del espacio urbano, el análisis se detiene y profundiza en las dinámicas de la sociabilidad urbana y la experiencia de la ciudad entre jóvenes de clases sociales antagónicas. El argumento principal es que una estructura urbana fragmentada se complementa con prácticas urbanas, pautas de interacción y estigmas territoriales que favorecen la exclusión recíproca, para dar como resultado la coexistencia de mundos aislados y distantes dentro de una misma ciudad. Esta distancia sociocultural, y en particular los mecanismos de exclusión-inclusión que contribuyen a sostenerla, son explorados a través de las prácticas de consumo y los estilos de vida en el capítulo 4. El disfrute del consumo físico de los bienes es sólo una de las cualidades que proveen las mercancías; otra de sus características, menos explícita pero no menos conocida para los antropólogos, es que las mercancías también comunican. En este capítulo, me detengo sobre ambas dimensiones en relación con el tema que nos ocupa. El disfrute diferencial del consumo es obvio y, por eso mismo, muchas veces es pasado por alto o subestimado como tema de análisis; sin embargo, aquí trato de demostrar cómo profundas desigualdades en términos de consumo son reformuladas en términos de preferencias, lo cual contribuye a que las desigualdades de clase sean socialmente tematizadas como diferencias de estilo. Pero las mercancías también tienen una dimensión simbólica, que, como argumento en este capítulo, permite ordenar esos estilos en una estructura jerárquica y valorativa. Los bienes tienen la capacidad de construir murallas o abrir puertas, constituyendo al consumo en una dimensión clave de exclusión-inclusión en la sociedad contemporánea (sobre todo entre los jóvenes).
En el capítulo 5, el análisis salta hacia un espacio más abstracto y, aunque sigue fuertemente atado a una perspectiva desde el sujeto, se propone explorar la experiencia de los individuos de la sociedad; en este caso, de los jóvenes y de una sociedad fragmentada. Se trata de un terreno pantanoso, no sólo por lo ambicioso sino por la singularidad y relativa novedad del tema. Después de haber analizado en los tres capítulos previos el proceso de socialización y subjetivización de los jóvenes en una sociedad fragmentada, la pregunta que pretendo responder en este último capítulo es cómo esos individuos resultantes ven la sociedad para la que han sido construidos y que ellos mismos (re)construyen. La lectura del capítulo puede resultar más clara e interesante que este breve adelanto, pero cabe advertir al lector que los temas emergentes de este análisis giran en torno a la reflexividad del sujeto sobre la profunda desigualdad de la sociedad en la que les tocó vivir. En las percepciones de los jóvenes sobre la mucha o poca desigualdad, en sus experiencias de clase, y en sus demandas por reconocimiento y respeto, emergen nuevas claves para entender una fragmentación social que oculta la desigualdad más no disipa sus tensiones sociales y subjetivas.
Finalmente, debo decir que las conclusiones estuvieron a punto de no formar parte de este libro; las creía innecesarias y, al mismo tiempo, me generaba cierta inseguridad cerrar un análisis que para mí había resultado complejo. Pero, como los personajes de Pirandello, las conclusiones terminaron por imponerse sobre el autor. Breves, modestas y tentativas. Será tarea del lector evaluar si esa imposición tuvo razón de ser.
Capítulo 1
De la desigualdad a la fragmentación
Introducción
En el transcurso de las últimas décadas, sobre todo a partir de los años ochenta del siglo pasado, la desigualdad socioeconómica en el mundo se incrementó. Diversos reportes señalan que, en coincidencia con un extendido consenso internacional en torno a políticas de ajuste neoliberal y la aceleración de los procesos de globalización, la desigualdad creció desde entonces en la mayoría de los países del orbe, independientemente de su nivel de desarrollo. Así, por ejemplo, de los 22 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde), la desigualdad creció entre 1985 y 2010 en 17 de ellos y solo descendió en 2 (Turquía y Grecia). Si bien América Latina presenta matices y su progresión temporal no fue lineal durante este período,