Psicoterapia Corporal. Vassilis Christodoulou

Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou


Скачать книгу
como psicólogo / psicoterapeuta y, al lado mío, en el estudio, se sentó una mujer que no conocía. Antes de que diera comienzo el programa, mientras ajustaban las luces, por cortesía y puesto que no nos habían presentado, me giré hacia la mujer y me presenté. Cuando me dijo su nombre le pregunté a qué se dedicaba. Cuando me dijo que era psicóloga como yo quise saber más sobre la forma en que trabajaba y sobre la “escuela” a la que pertenecía. “Biosíntesis” fue su respuesta. Era la primera vez que oía hablar de este tipo de psicoterapia y la bombardeé con preguntas al respecto. Cuando mencionó por primera vez el término “psicoterapia corporal” creí haberla entendido mal. “¿Quieres decir que os tocáis?” “Sí”, contestó como si fuese una pregunta de lo más natural. Fue entonces que hice mi siguiente pregunta, bromeando y con algo de sarcasmo: “¿Incluso os abrazáis?” “Por supuesto”, me contestó, silenciándome con la simplicidad y falta de culpa de alguien que sabe de lo que habla y qué es lo que hace. Pensé, y espontáneamente murmuré para mí mismo, “Me recuerda a esos programas baratos de televisión dónde pretenden saberlo todo”. Y, aun así, esta silenciosa y modesta mujer no parecía del tipo de las que aparecían en ese tipo de programas. Entretanto, el programa al que me habían invitado fue bien, a pesar de mi grosero comportamiento.

      Unos días antes de este encuentro providencial había estado en Atenas y había comprado un libro que casi terminé de camino al aeropuerto y en el avión de vuelta a casa en Chipre. El libro se titulaba “Waking the Tiger” (Despertando al Tigre) de Peter Levine. Desde el principio sentí que el libro me hablaba a mí personalmente.

      No mucho después de aquel programa de televisión y de haber estudiado Despertando al Tigre, por primera vez, guiado solamente por el simple y a la vez magnífico libro, observé intuitivamente el cuerpo de una joven paciente mía que había sido víctima de un intento de violación. Me llamó la atención la forma en que su cuerpo se organizaba para poder lidiar con ese ataque: como, con un poco de apoyo, su miedo y tensión se convirtieron en laxitud (relajación) y en resolución para poder defender sus límites. Un nuevo mundo se abría frente a mí. Me sentí emocionado por lo que había visto… me sentía como un chiquillo que se aventuraba a salir de su pueblo por primera vez. Esa tarde, en casa, aparte de explicarle mi entusiasmo, le dije a mi mujer que quería descubrir más. Tras releer el libro de Levine, me di cuenta de que había sido editado e introducido por Lily Anagnostopoulou, directora del Centro Griego de Biosíntesis. El nombre me resultó familiar pero quería confirmarlo antes. Busqué el canal de televisión en cuyo programa había aparecido y descubrí que la modesta mujer que me habló sobre Biosíntesis y psicoterapia corporal era de hecho la directora del Centro Griego de Biosíntesis. Encontré los teléfonos y direcciones de interés y llamé inmediatamente al centro. Al otro lado de la línea se encontraba la misma voz calmada:

      “Sí, pronto celebraremos un seminario de dos días titulado 'Sanando el trauma', que además ofrecerá una oportunidad para que las personas que desean practicar psicoterapia corporal aprendan sobre el programa educativo que ofrecemos en Biosíntesis. Venga y vea si le gusta”.

      Debo admitir que, en mi entusiasmo, no pude apreciar la ironía de la situación.

      De hecho fui… y me quedé.

      Sí, es excitante vivir al final de tu zona de confort. A la edad de 50 años, bajo la dirección de Lily – y quiero agradecer aquí a Lily por todo lo que me ha enseñado con tanto amor y paciencia -, y con la gran ayuda de un fuerte grupo de terapeutas y pacientes – a quien también quiero agradecer ya que aprendí algo de todos ellos – y, a través del trabajo inspirador de David Boadella, descubrí Biosíntesis. Y, a través de Biosíntesis, adquirí un conocimiento del cuerpo como lo transmitió el padre de todas las formas de terapia corporal, el científico, visionario, humanitario y eternamente joven activista Wilhelm Reich. Descubrí entonces que no conocía mi cuerpo tan bien como lo conozco hoy en día.

      2 La dirección actual del Centro de Biosíntesis en Atenas es: Stratarchou Papagou número 13, Halandri.

      3 Neale Donald Walsch, Conversaciones con Dios, Libro 3: Abrazando el Amor del Universo, Charlottesville, Hampton Roads Publishing, 2012, p.100.

      CAPÍTULO 1

      AL TERAPETUA CORPORAL

      Uno de mis pacientes, a quien llamaré C.D., tiene treinta años. Lleva viniendo a terapia unos cuantos meses ya. Al principio pidió mi ayuda porque había estado teniendo ataques de pánico y había experimentado estrés severo y además incomodidad en lugares concurridos, especialmente con gente a la que no conocía. Está convencido de que, si se encuentra en esa situación, tendrá que levantarse y marcharse y que, si eso no fuera posible, entrará en pánico. Me dijo una vez:

      “Si les conozco y sé que les gusto o al menos siento que me aceptan, no hay ningún problema. Siempre me ha gustado saber que querían mi compañía”.

      Esta es una de las razones por las que C.D. gasta bastante dinero cuando sale con amigos. A menudo les paga su parte también. ¿Sería cruel decirle que está comprando su amistad? Y, sin embargo, la verdad es esa, de alguna manera está pagándoles para que le acepten como amigo.

      Esto es parte del diálogo que tuvimos en nuestra primera sesión juntos:

      V.Ch.: Tampoco me conoces a mí. Pregúntate entonces: ¿cómo te sientes en este momento, en esta situación particular?

      C.D: No estoy seguro… Lo que puedo decir es que no me siento muy cómodo. Me siento ansioso… creo.

      V.Ch.: ¿Se te ocurre qué puede hacerte sentir ansioso?

      C.D.: El hecho de estar aquí… creo que debe ser eso. No le conozco…

      V.Ch.: ¿Cómo se expresa esa ansiedad en tu cuerpo?

      C.D.: Me estoy esforzando mucho en no cometer ningún error.

      V.Ch.: ¿Qué tipo de error crees que tienes tanto miedo de cometer aquí?

      C.D.: No lo sé. Siempre soy así, intento controlarlo todo siempre.

      V.Ch.: ¿Lo consigues? ¿Consigues controlarlo todo?

      C.D.: No, sé que es imposible, pero no puedo hacer nada para cambiar la forma en la que pienso. Incluso he tomado antidepresivos pero era lo mismo.

      V.Ch.: Vamos a centrarnos en tu cuerpo. ¿Cómo te sientes en este momento en tu cuerpo?

      C.D.: Me siento un poco mejor. Me siento diferente que al principio de la sesión, creo que porque me ha pedido que me sienta lo más cómodamente posible y a una distancia a la que me sienta cómodo. Sentía dolor en mi estómago y mi respiración alta (¿?) en el pecho. En un momento dado me he sentido mareado. Ahora ya no.

      V.Ch.: ¿Te sientes mareado a menudo?

      C.D.: Con mi padre, especialmente si tengo que enfrentarme a él para solucionar algún desacuerdo. Trabajamos juntos en el negocio familiar, ¿sabe? Cuando estoy con él me siento literalmente sin aliento. Desde hace años mi pulso ha estado constantemente por encima de 100 y mi presión arterial a 14/9 o incluso superior. Y ahora tengo taquicardias… Mis manos están frías y sudorosas.

      V.Ch.: ¿Cómo se siente tu cuerpo ahora que tienes menos ansiedad?

      C.D.: Mejor, aunque me siento triste.

      V.Ch.: ¿Y cómo se siente tu cuerpo cuando estás triste?


Скачать книгу