Psicoterapia Corporal. Vassilis Christodoulou

Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou


Скачать книгу
y la protección que le proporcionó la contracción de su cuerpo en respuesta a la amenaza percibida se mantuvo inalterada a través del tiempo.

      La acumulación de dichos residuos tóxicos simplemente como recuerdos no causa por sí sola problemas o trastornos. A menudo, debo decir, ni siquiera existe el recuerdo de una memoria, de un recuerdo como tal. Es una pena: la mayoría de la gente pierde su equilibrio interno y mueren sin haber tenido realmente la oportunidad de escoger conscientemente un camino hacia la sanación. Es por eso que si queremos ayudar y curar a una persona, debemos preguntarnos constantemente '¿QUÉ ES EL HOMBRE?' Poseemos nuestro conocimiento acumulado y lo usamos para que nos guíe a medida que avanzamos pero nunca, nunca deberíamos utilizarlo como una fortaleza donde atrincherarnos tras la seguridad de nuestro conocimiento y experiencia.

      Las vivencias (experiencias) que permanecen en la células como piezas de información, manteniéndolas en estado de alerta, causan cambios que, a lo largo del tiempo, pueden manifestarse como enfermedades puramente físicas. Por consiguiente, lo que causa la enfermedad no es el recuerdo mental de la experiencia sino la memoria e información relevantes tal y como se han registrado en cada célula del cuerpo. En términos de consumo de energía, el coste de mantener esta dolorosa información fuera de la conciencia es enorme. Intercambiamos un dolor por otro. La mayoría de los tipos de dolor físico crónico provienen de este intercambio inconsciente.

      Durante la misma sesión terapéutica, la joven paciente que llegó en un estado de ánimo alegre como resultado de haber pasado una agradable mañana con su madre, y de las compras que hicieron juntas, conectó con otra experiencia traumática que tuvo a los quince años. Al principio noté que sus manos estaban agitadas. Sin embargo, cuando le pregunté cómo se sentía y si entendía qué era lo que sus manos 'estaban buscando', me dijo que no lo sabía. Su mente consciente no le podía ayudar. Supe, aun así, que nuestra conexión en el eterno presente, que está más allá de cualquier tiempo, nos ayudaría a superar este obstáculo… Una leve sensación en un punto particular de la planta de mi pie me llevó a ejercer presión en el mismo punto de la planta de su pie. Al principio su cuerpo convulsionó, luego se sacudió y tras esto comenzó a llorar ruidosamente…

      “En frente de todo el mundo, en frente de los chiquillos… en frente de mi amigo… ¿por qué? Oh, ¿por qué?”

      Había rabia, había resentimiento, y aun así, cuando fue el momento de que ella misma pudiese reclamar y defender su espacio personal, se detuvo inicialmente con una culpa paralizante. Podía sentir el cinturón de su padre azotando su cuerpo. Se sentía tan avergonzada que su angustia mental eclipsó su dolor físico:

      “En frente de mi amigo, en frente de los chiquillos… ¡Oh, Dios mío!, ¡quiero matarles y salir de aquí! ¡No quiero volver a oír sus voces jamás!”.

      Tenía miedo de su propia rabia; era letal. En un principio no quiso abordar o dejar ir su rabia y se estaba asfixiando de culpa.

      “Pero se portan tan bien conmigo ahora...”.

      Cuando, con mi ayuda, pudo permitirse dejar ir la rabia que había acumulado, se relajó:

      “Estoy bien ahora, siento como si me hubiesen quitado un peso que ni sabía que llevaba… estoy bien...”.

      Psicoterapia: un viaje de 'vuelta' y unificación

      Los seres humanos no existen nunca en un vacío cultural, ni crecen en una independencia aislada como los árboles. Las personas que vienen a terapia, sin darse cuenta, están buscando la unidad que han perdido. Nos invitan a unirnos a un viaje de unificación. Prefiero llamarlo así, viaje de unificación, en vez de viaje de 'regreso' porque este último sugiere un movimiento hacia atrás y, como mostraré más adelante, este viaje sólo tiene la apariencia de ser hacia atrás. El cuerpo, el material con el que trabajamos, habita en el presente. La mente del hombre viaja a través del tiempo; el cuerpo y el espíritu, el todo unificado al que llamamos 'hombre', vive en el eterno presente de Dios, donde él o ella se encuentran con el Espíritu que vive en el eterno y aun así dinámico y nunca estático presente.

      Nuestros pacientes nos invitan entonces a unirnos a un viaje con el que ya estamos familiarizados. Un viaje que hicimos mientras tomábamos la mano de nuestro terapeuta. Entramos en el laberinto y desde la luz del mundo superior descendimos a la oscuridad del inframundo, al reino del vientre y las emociones. Allí, en las profundidades del inconsciente, nos encontramos a los Lestrigones, los Cíclopes y con el salvaje Poseidón y emergemos sin peligro, mucho más sabios debido al encuentro. Y, como el poeta, sabemos quién prepara a los Lestrigones, los Cíclopes y al salvaje Poseidón en frente nuestro, junto con todo aquello que nos gobierna desde el reino de nuestros miedos. No tenemos miedo: hemos hecho el viaje, hemos visto los fósiles de nuestros miedos, hemos sido testigos afectuosos de la forma en que nuestra puerilidad amontonó dichos fósiles en frente nuestro como obstáculos. Hemos aprendido también a tener un respeto infinito hacia nuestros pacientes cuando se resisten… cualquier otra cosa podría provocar un trauma nuevo. Como una luz brillante, la experiencia terapéutica iluminará la oscuridad y, como una brisa fresca, se llevará lejos todos los fantasmas que evitan que las personas sean ellas mismas, seres humanos completos y unificados. Cuando cada uno de nosotros seguimos nuestro propio camino, en nuestro recorrido para convertirnos en terapeutas, quizás al principio solo teníamos una pequeña idea de lo que más tarde llegaríamos a entender muy bien: el camino hacia la maduración no tiene fin. Ítaca no nos ha engañado… por mucho que uno descubra su propia unión individual, conseguir la unidad con el Hombre Completo y las circunstancias en las que vive constituye un viaje sin fin a lo largo de la vida. Las capas en las que el dolor está envuelto esconden grandes tesoros… Muchos estarán contentos con tan solo un pequeño progreso, y muchos otros rechazarán la sola idea de comenzar el viaje; dichas reacciones son solamente una consecuencia natural de la fragmentación interna que ha tenido lugar. Un encuentro directo con el trauma no es algo fácil… Ni siquiera aquél que nos pueda traer la curación. Y aun así dicho encuentro es necesario, aunque no siempre se dé de forma consciente, con el fin de introducir la experiencia correctiva, que es la única forma real hacia la unificación.

      En algunos casos los traumas surgen delante nuestro, como objetivos creados hace tiempo y que ya no podemos ignorar. En muchos casos, sin embargo, tendremos que realizar un trabajo previo, tendremos que despejar el camino, desarmar los obstáculos que bloquean el paso, o construir, con tal de crear soporte y puentes que abran el camino hacia el trauma y a la curación. Una persona equilibrada es una persona sana y un estado de equilibrio dinámico es un estado saludable en el cual estar. Cualquier cosa que altere el equilibrio, no importa cuán profundo esté en la oscuridad del inconsciente, mostrará signos de vida. Mientras más tardemos en confrontar el trauma, más difícil será el reto de echar una nueva mirada a un caso que creímos cerrado. En el pasado, nuestra tendencia de huir tan rápido como pudiésemos del dolor del trauma fue la respuesta adecuada y, de hecho, hasta pudo salvarnos. En el presente, sin embargo, tenemos nuevas capacidades y más opciones. Nos aferramos como supervivientes de un naufragio a la vieja y destartalada balsa, golpeada por los mares tormentosos de nuestra infancia y no somos capaces de ver las aguas tranquilas a las que nos dirigimos. La fórmula que probamos y que nos funcionó una vez ya no es esencial o, simplemente, no es el método adecuado cuando tanto nosotros como el mundo a nuestro alrededor hemos cambiado. Cuando nos negamos a reconocer un sentimiento de malestar como presagio de algo más, podemos esperar otro tipo de estados, quizá menos persistentes pero más claros: ataques de pánico que aparecen inesperadamente, la depresión que nos priva de la alegría de vivir, las fobias que limitan nuestro espacio vital, y otros malestares físicos que procuran desesperadamente, antes del abrazo final de la muerte, hacernos saber lo que ocurre en las profundidades de nuestro ser… Son estas las cosas que nos limitan y nos asustan, y a pesar de todo son las cosas que nos muestran nuevos caminos y posibilidades. ¿Permaneceremos en la 'seguridad' familiar a la que se aferra el niño o, como adultos que somos, tomaremos a la criatura asustada de la mano y, con la terapia que ofrecemos, le llevaremos hacia la luz del día?

      Nos esforzamos en conseguir un equilibrio no solamente en nuestras vidas, sino también en nuestro trabajo. Es esencial que consigamos dicho equilibrio en cada centro energético en el que trabajamos, ya que el cuerpo lo necesita


Скачать книгу