El poder de la aceptación. Lise Bourbeau

El poder de la aceptación - Lise Bourbeau


Скачать книгу
que no me gustaría. Me hace mucho bien hablar de esto ahora.

      –Volveremos a lo que vives dentro de un rato. Antes, tengo algunas preguntas más que hacerte. ¿Mario también está trabajando en su crecimiento personal?

      –Leyó tu primer libro hace algunos años y asistió a un taller de Escucha a tu Cuerpo. En realidad, fue nuestra nuera, Michelle, quien nos puso al corriente de tu trabajo. Ella te descubrió a los dieciocho. Estaba tan emocionada que nos regaló tu primer libro y nos aconsejó con insistencia que nos apuntáramos a uno de tus talleres. Después, Mario perdió el interés. Yo misma me prometí que asistiría a otros talleres, pero, como no me organizo muy bien, lo dejo todo para más adelante...

      »También tenemos dificultades con nuestra hija. Se maquilla de forma tan provocativa que parece que tenga dieciocho. Me preocupa mucho que llegue tan tarde. Lo que me dice es que soy una antigua. ¡Si solo tengo treinta y ocho años! Me siento todavía muy joven, pero ella me considera una vieja. Nunca quiere contarme lo que hace con sus amigas. Recibía tantas llamadas en el fijo de casa que tuvimos que comprarle un móvil. Nos prometió que pagaría sus facturas de teléfono al final de cada mes, pero no lo ha cumplido. Mario me dice que se lo confisque, pero es a mí a quien castigaría con tal actitud, pues tendría que responder a todas las llamadas que ella recibe, sin contar que la línea estaría siempre ocupada.

      »Hay algo más. Mario me repite constantemente: «Haz esto, haz aquello con TU hija». Nunca quiere implicarse. Me dice que soy yo quien tiene que tomar todas las decisiones, pero, cuando alguna no funciona, se desmarca diciendo que no es culpa suya, que no sé llevarla.

      –Me has hablado de varios problemas hasta ahora. Volvamos al primer asunto que mencionaste, el de tu miedo a que Mario te engañe. Siempre trabajaremos los asuntos de uno en uno, ¿de acuerdo? Volveremos a los otros a lo largo de las visitas posteriores.

      Anna inspira profundamente y espira despacio. De repente, algunas lágrimas aparecen en sus ojos. Me mira durante unos momentos y después su mirada se torna cada vez más triste. No digo nada. Le ofrezco un pañuelo y un vaso de agua. Al cabo de un rato responde:

      –Me doy cuenta de que mi mayor miedo es perder a Mario. No hay nada que desee más que pasar el resto de mi vida con él.

      –¿Cómo te sientes? Cierra los ojos y deja que salga lo que te venga cuando piensas en perderlo.

      –Me siento muy triste. Tengo mucho miedo. Es como si tuviera una gran bola dura en mi vientre. Siento también mucha rabia. Sé que hace mucho que la llevo reprimiendo. Tengo miedo de perder el control y que salga, y que eso provoque que Mario me abandone. Me da pánico solo pensar en quedarme sola. Creo incluso que nuestra hija elegiría vivir con su padre: con él hace más lo que le da la gana. Para mí, ese abandono significaría que habría echado a perder mi vida. No sé si podría recuperarme.

      –Entonces, por resumir, lo que te preocupa más en este momento es la actitud de Mario, cómo se comporta contigo y con los otros miembros de la familia, y la posibilidad de que te esté mintiendo. Sin embargo, el verdadero problema es el gran miedo que tienes a perder el amor de tu marido y de tu hija y encontrarte sola. ¿Es eso?

      –Sí, es eso. Antes de expresarlo ahora no me había dado cuenta del miedo que tengo al abandono. Seguí tu curso sobre las cinco heridas del alma. Me analicé y vi muy pocas características de la herida de abandono en mi cuerpo, cuando creía que era seguro que la tenía. Creo que mi herida de traición es mucho más evidente. Supongo que tendré que ocuparme de las dos, ¿verdad?

      –A su debido tiempo veremos cómo se relaciona todo esto con tus heridas. Me quedan algunas preguntas: ¿qué quieres en tu vida?, ¿qué tipo de ayuda esperas recibir de mí?

      –Muy sencillo: quiero seguir con mi marido y que nuestra familia esté más unida, no cada vez más separada. Quiero saber qué puedo hacer para alcanzar este objetivo.

      –Nadie puede garantizarte que vayas a retener a tu marido porque eso depende de él. Ya sabes, no puedes obligar ni a tu marido ni a tu hija a seguir contigo. ¿Quieres saber por qué atraes este tipo de situaciones? ¿Estás dispuesta a cargar con la responsabilidad de lo que te suceda? Te pregunto esto porque, incluso si es eso lo que esperas de mí, me es imposible decirte que eres desgraciada por la falta de tu marido o de tu hija. Tampoco estoy diciéndote que sea culpa tuya. En realidad, nadie tiene la culpa, solo sois gente que sufre y que no sabe gestionar ciertas situaciones. Eso sí, puedo ayudarte a encontrar la causa de lo que te está sucediendo y sugerirte lo que puedes usar para aceptar lo que se presente en tu vida, sea algo que desees o que no.

      –Sin duda deseo conocer las causas de mis problemas, pero de ahí a aceptar que mi marido elija dejarme... ¿Crees en serio que una mujer que ama a su marido puede llegar a aceptar algo así?

      –¿Sabes? Tu reacción es la que tendría cualquier ser humano. Nunca he dicho que ese tipo de situaciones sean fáciles de vivir. De lo que estoy convencida es de que puedes encontrar en ti el amor necesario para aceptar cualquier situación indeseable. Ser capaz de hacerles frente a todas las eventualidades es dar prueba de sabiduría, es dejar ir. ¿Te has dado cuenta de que ese tipo de control no cambia nada, de que no te aporta paz interior? Solo puedes alcanzar esa paz aplicando la definición de amor verdadero. Entonces, ¿estás de acuerdo en que hablemos de eso?

      –Sí, por supuesto, estoy dispuestísima. Hace ya mucho que no aguanto esta situación y estoy abierta a otra cosa. Espero que podamos encontrar una solución para que todo vaya a mejor en nuestra pareja.

      –Para que trabajemos mejor juntas, me gustaría que te acompañara Mario el próximo día que vengas. Si le gusta, podrá volver cuando sea necesario que estéis los dos presentes. En nuestro próximo encuentro repasaremos qué es el amor verdadero, para que podáis encontrar lo que convenga mejor a vuestra vida de pareja y de familia.

      »De aquí a la próxima visita, ¿crees que podrás encontrar el valor para contarle a Mario lo que has compartido hoy aquí conmigo, que piensas que tiene una relación con otra mujer y que sientes miedo de que te deje? ¿Crees que también podrías ­contarle que te quedaste embarazada queriendo? Además, te recomiendo que hables con tu madre y que compruebes si ella tenía los mismos miedos que tú, es decir, miedo a no ser querida y a ser abandonada por tu padre o por sus hijos.

      –Me pides mucho, no sé si voy a ser capaz.

      –Haz lo que puedas. Prefiero sugerir lo que puedes hacer cada vez que nos veamos. Solo actuando de modo diferente podemos transformar las situaciones indeseables. Pero lo más importante es que pases la primera etapa, que es reconocer que, por el momento, no estás actuando quizá como querrías, pero que es la única manera que conoces de enfrentarte a la situación. ¿Recuerdas, en el taller sobre las heridas, cuántas veces escuchaste decir que es normal y humano que uno reaccione cuando sufre? Todo lo que no marcha como quieres en tu pareja y con tu hija viene de las reacciones causadas por las heridas y por las reacciones de los que te rodean. Debes por lo tanto darte permiso –los demás también– para ser humana y aceptar tus límites y tus heridas no curadas aún.

      RECUERDA…

      

Es importante no hablar solo de la situación vivida, sino encontrar el verdadero problema, preguntando a la persona en cuestión cómo se siente en esa situación. Además, ella tiene que saber lo que quiere con respecto a ese problema.

      

Es preferible gestionar los problemas de uno en uno.

      

Querer que todo pase como queremos que pase es querer tener el control. En tanto no dejemos ir, nada va a cambiar.

      

Nadie es culpable: lo único que ocurre es que hay personas que sufren y que no saben cómo gestionar esa situación.

      Скачать книгу