Ultimatum extrasolar. Antonio Fuentes García
de la Federación Galáctica y Universal, según fue recibido por ellos de los representantes extrasolares procedentes de una desconocida Exocivilización* de alguna estrella, o más de una de la propia galaxia, que dieron a conocer ante la Asamblea General en su gran sala internacional terrícola de la Organización de las Naciones Unidas en su enorme edificio de Nueva York, en presencia de todos los gobernantes del planeta Tierra y del Secretario General de la ONU, que los presentó. Mensaje retransmitido en todos los idiomas en derredor todo del planeta Tierra, en un programa audiovisual especial para la ocasión al que se acogieron la totalidad de los medios de radio y televisión mundiales, así como de internet y demás redes sociales, seguido hasta por los astronautas circundando el espacio inmediato exterior del planeta en la Estación Orbital Internacional, así como los ingenieros astronautas que trabajaban en el espacio creando las alejadas ciudades espaciales, los astronautas viajando en las modernísimas astronaves entre esas ciudades, la Luna y la Tierra, los que habían sido destinados en la Luna y los que tripulaban la misión a Marte; todos astronautas de las grandes potencias: norteamericanos, rusos, chinos, europeos, hindúes, japoneses y australianos, e incluso israelíes y los primeros islámicos que probaban el salto al espacio sobre la atmósfera terrestre.
Y con ellos en el espacio alrededor de la Tierra también los turistas millonarios, que disfrutaban con el espectáculo del Planeta visto desde esas alturas en las estaciones orbitales de turismo espacial que se habían creado y puesto en órbita por compañías fundadas con intereses económicos. Turistas que venían disfrutando con la impresionante visión del globo terráqueo en predominantes blancos, azules y grises sobre el fondo negro del espacio.
Mientras a la vez vigilaban con especial atención ese espacio solar y el extrasolar* más alejados todos los observatorios astronómicos terrestres, los del alrededor espaciales y los primeros lunares, atentos a la escucha exterior también los radioastrónomos y no menos cuantos atendían las imágenes y sonidos emitidos por los satélites artificiales de telecomunicación y las sondas de exploración del Sistema Solar hasta más allá de sus límites centrales reconocidos sobrepasando Plutón.
El mundo entero, pues, había podido observar a los Diez Insólitos en la tribuna de oradores de la Asamblea General de las Naciones Unidas, representando en sus facciones las cinco razas que engloban la especie humana: a la raza blanca una pareja española, a la amarilla un chino y una japonesa, a la aceitunada un varón indonesio y una hembra polinesia, a la raza negra una pareja sudafricana y a la raza cobriza otra pareja, ésta suramericana.
Y esas presencias impresionaron por el gigantismo de sus tres metros de estatura, sus albas vestiduras destellantes bajo las que se vislumbraban la corpulencia de sus cuerpos hercúleos en ambos sexos, y la belleza de sus facciones interraciales de aparente plena juventud, sabiéndose de los diez ser de edades provectas rejuvenecidas, sanadas, rehabilitadas, fortalecidas y agigantadas, indudablemente con poderes físicos y mentales superiores, todo lo cual como testimonio a convencer en su representación de los enviados extraterrícolas estelares que tales milagros operaron en ellos, como era de conocimiento general, cual si los mismos portentos pudieran prometerse a la Humanidad entera.
Porque durante más de un año los Diez Insólitos* habían asombrado con el resultado habido en sus personas y los hechos filántrópicos y heroicos realizados por ellos, tan sorprendentes y dignos ante la Humanidad, que reconocidos y representándose mensajeros extraordinarios de civilizaciones extrasolares, para ofrecernos el camino de la supervivencia, habían conseguido en este día congregar a todos los gobernantes del planeta Tierra, así como a los más altos representantes de sus religiones y a las mejores eminencias de cada ramo científico e intelectual; a los gobernantes con sus séquitos políticos, y alrededor de todos ellos los mejores corresponsales en todos los medios de difusión, con sus equipos al completo.
Así, la gran sala estaba abarrotada, y aun rebosando humanidad.
Pero el mensaje, en última instancia, por la magna obra de toda índole que se pedía realizar a la Humanidad, y la obligación de abandonar el desarrollo de los robots, la última tecnología más avanzada y en constante superación, sin lugar a dudas era y no podía ser entendido de otra manera, según el contenido último de advertencia:
Un ultimátum extrasolar a la Tierra.
2 Ultimátum Est
Y así lo entendieron los gobernantes del mundo terráqueo a poco de oírlo, como tras el deslumbre de lo visto y oído la inmensa mayoría humana.
Acabado el mensaje desaparecieron los diez enigmáticos insólitos igual que lo habían hecho los Diez Extrasolares*; dejando a su inmensa congénere humana paralizada, intentando asimilar la advertencia global tanto amiga como intimidatoria del mensaje.
De manera que instantes después quedaron todos paralizados como estatuas incapaces de reaccionar, a pesar de haberse presentado en aquella asamblea general planética excepcional preparados informativamente de lo que podría o no representar la presencia y el mensaje de los Diez Insólitos en nombre de seres procedentes de una exocivilización* desconocida, especialmente en ello las autoridades políticas, de los cuales Insólitos tenían en sus manos los más exhaustivos expedientes internacionales médicos, policiales, científicos, políticos, sociales, familiares y de toda índole que se pensara sobre ellos y sus extraordinarios casos de rejuvenecimiento, sanidad y gigantismo, operados en los mismos en un año, concluyéndose siempre en el contacto de los mismos con seres extraterrestres extrasolares.
Y por esto mismo y destacar estos mensajeros sobre todos los humanos, el mensaje y su conclusión, pero especialmente ésta, fueron tomados con diversidad de opiniones. Pues: ¿cómo llevar a cabo tan gigantesca empresa como se les advertía hacer sin la tecnología robótica? ¿Y en cuanto tiempo? ¿Era todo una excusa para invadirnos, colonizarnos o destruirnos? Gigantescos refugios bajo tierra y bajo los mares para sobrevivir a los supervolcanes y ante los pronósticos de la caída de gigantescos asteroides asesinos, obras que al parecer habían de hacerse ya, y sin los robots.
Pasó esto como una ráfaga por las mentes de los poderosos y de millones de personas comunes. ¡Cómo acabar con la producción y sofisticación robótica, sin causar daño a la economía y la industria! ¡Cómo hacer la magna obra que se les aconsejaba sin los robots!
A nadie le cabía duda: el mensaje transmitido por los Insólitos conllevaba un ultimátum exogeico* de una exocivilización galáctica.
Tras la sorpresa inmediata de gobernantes y gobernados en el planeta Tierra, al ir propagándose también entre los últimos el entendimiento de lo que significaba el final del mensaje recibido procedente de las estrellas como colofón de unas exigencias que empezaron a sentirse desmesuradas y desarmantes por los gobernantes primero, los poderes fácticos y el establecimiento social a ellos vinculado, y así sucesivamente se fueron generalizando en todos ellos el pasmo, la turbación, el sobrecogimiento, la conmoción, el estupor, la alarma y el terror finalmente; en parte transmitida a la sociedad en su conjunto por los que se sintieron más amenazados; pues en la mente de una gran parte de los habitantes del planeta quedó inscrito, desde el fin del discurso extrasolar recibido como a cincel, la amenaza por encima de cuanto se pedía a la Humanidad para su salvación; salvo en los iluminados por diversos pensamientos salvíficos extraterrenales y pensadores universalistas; mientras en las capas sociales más bajas, sobre las que los sindicatos y partidos más izquierdistas, ajustándose finalmente al discurso antirrobótico de su término, de inmediato se aprestaron a secundar la aceptación de las pretensiones extrasolares, tanto en lo que a la sapierrobótica y robótica en general podía entenderse, infiriéndolo en defensa de las masas humanas ya hundidas o en proceso de hundirse en el desempleo y la miseria. Para éstos la intervención extrasolar se presentaba en principio como una liberación de sus miserias; mientras para los poderes fácticos y cuantos en éstos estaban acomodados resultaba una amenaza, y en sus cabezas más inteligentes y mejor preparadas un peligro civilizacional* y humano.
Esa era la lógica mayoritaria entre éstos, cabeza de una especie combativa, dominadora y violenta, hecha dueña de su planeta que, salvo unos iluminados y otros desconcertados, no podía entender que se la quisiera obligar en su mundo a llevar a cabo un cambio tan drástico en su comportamiento, prescindiendo de los logros de