Más allá del amor. Francisco Javier Crespillo Pinto
Sara, cerraba sus piernas apretando más la cabeza de esta. A los diez minutos de empezar el sexo duro cambiaron la postura y se pusieron a la inversa, ahora era Celia la que no paraba de lamer la vagina de Sara, de meterle los dedos en la boca, de saborear todo el flujo que desprendía su amiga. Chupaba con tantas ganas que se lo tragaba todo, menos una parte que se la dejó en la boca, debajo de la lengua y se fue hacia la boca de su amiga. Comenzaron a darse besos y con un empujón sobre el pecho de Sara, esta cayó sobre la cama. Celia abrió la boca y el flujo cayó en la de Sara, esta abría la boca y lo tragaba, y con las dos bocas empapadas seguían besándose. Cuando cayeron muertas de placer, mientras las piernas les temblaban, Sara acercó su cara hasta Celia y acariciando su barriga le susurró: “no te dejaré solo bebé”.
—¿Esto que ha pasado qué significa? —preguntó Celia acariciándose los pezones.
—No esperaba que esto fuera a suceder, venía vestida provocativa para insinuarme y poder ponerte cachonda. Yo soy lesbiana y me gustas desde que tengo uso de razón, siempre tu cuerpo me ha puesto muy cachonda y todos los días que me masturbo es pensando en ti. Lo de hoy ha sido el sueño de mi vida hecho realidad.
—Pero yo no soy lesbiana, o eso creo, porque estoy empezando a dudar de mí misma, porque ha sido una experiencia fantástica, me ha encantado, con Alberto no pude comprobar lo que es el sexo.
—No te quiero presionar ni te quiero poner en un compromiso, pero si te quiero pedir que pienses en lo que ha pasado. No te sientas sola porque yo te voy a ayudar y apoyar en todo lo que pueda, siempre voy a estar a tu lado, pero que sepas una cosa, me tienes loca.
—Estoy muy confusa Sara, nunca me había fijado en ninguna chica, y mucho menos en ti, que eres mi mejor amiga. Mi prototipo de pareja ideal ha sido Sergio.
—Sergio no es buena persona, fuma muchos porros, se mete mucha cocaína y encima el otro día lo pilló la madre robándole dinero, no te conviene.
—Sara, necesito estar sola. Necesito pensar en lo que ha pasado, mi vida ha dado un cambio radical en muy poco tiempo. Me ha gustado mucho comerte entera, que me comieras tú también a mí, meterte el dedo y que tú también a mí, y donde he alcanzado el cielo cuando nos hemos besado llenas de nuestras corridas, ha sido una experiencia maravillosa, pero necesito estar sola.
—No te preocupes. Si no te importa me gustaría ducharme aquí, así me voy limpia para casa. Espero que esto no cambie nuestra relación, ahora cuando te quedes sola medita lo que ha pasado. Gracias. —Con un beso en la mejilla y meneando la cintura se iba perdiendo por el pasillo hacia la ducha.
Celia se quedó tumbada en la cama, aún tenía las piernas temblorosas y su vagina empapada, se la acariciaba y volvía a meter el dedo en la boca, tenía más ganas de sexo, más ganas de volver a experimentar esa sensación que la hizo alcanzar el cielo por unos momentos, esa sensación que una noche loca la iba a hacer futura mamá, pero no pudo disfrutar por culpa de la cocaína y el alcohol, ni tampoco de aquel enigmático hombre llamado Alberto. Sin pensarlo dos veces, se acercó al baño donde estaba Sara, llamó a la puerta y abrió, allí estaba duchándose y acariciándose el cuerpo con una esponja, se daba por todo el cuerpo, pero aún no se había dado cuenta de que Celia estaba tras la puerta mirándola, cuando iba a abrir la mampara vio cómo se abría de una vez y sin que le diera tiempo a salir, estaba Celia de rodillas dispuesta a chupar de nuevo su vagina, a volver a chupar y tragarse la corrida, quería ser sumisa.
—Entra de nuevo a la ducha, vamos a ducharnos juntas.
—¿Estás segura? ¿Lo has pensado bien?
—Calla y disfruta zorra, quiero que seas mi dueña, yo quiero ser tu puta, pídeme lo que quieras, yo te obedeceré.
—Sigue chupándome, sigue tocándome todo el cuerpo, quiero que me hagas daño en las tetas con tus pellizcos y quiero que no pares de chuparme. Trae el dedo índice y mételo en mi culo.
Estaban las dos en la ducha, chupándose y magreándose. Cada poro de una había pasado por la lengua de la otra, estaba tan a gusto que no se quería mover de la pared, estaba empotrada con la vagina tapada de Sara, su culo estaba penetrado por el dedo índice, y al poco tiempo entró el dedo corazón, ya estaba penetrado por dos dedos, y como si de un rayo se tratase. Sara le quitó la mano y se metió los dedos en la boca, comenzaron a besarse con los dedos entre medio de las dos bocas. Una con la ayuda de la otra se levantaron y se dieron una ducha de agua limpia, aquí finalizó la segunda parte de la mañana loca de sexo que habían mantenido.
—Ahora yo soy la que necesita respuestas cariño, necesito saber qué significa todo esto, qué es lo que has pensado mientras me estaba duchando para portarte así de bien.
Lo he pensado Sara y te quiero a ti. Cuando me quedé embarazada del hijo de puta ese no disfruté nada, si me hubiera gustado probablemente no lo habría olvidado, pero lo único que me va a quedar de aquella noche será nuestro bebé.
—¿Puedes repetir lo que has dicho? —Frunciendo el ceño preguntaba Sara desconcertada por lo que dijo su amiga.
—Que me gustaría que fueras mi pareja, contigo he compartido los mejores y peores momentos de mi vida, siempre me ha gustado tu forma de ser por eso siempre te he confiado mis secretos. Eres mi modelo a seguir por tu forma de vestir, tu físico y ahora tu manera de follarme.
—No quiero que sea el calentón del momento nena, no quiero pasarlo mal, me gustaría que lo pienses en frío, pero si realmente estas segura aquí estaré para cuando lo necesites. Si quieres que seamos pareja y cuidemos juntas al bebé, y esto implique irnos del pueblo, así lo haremos. Contigo al fin del mundo. —Celia no podía reprimir su alegría al escuchar tan grata propuesta.
—Cuando lleguen mis padres y mi hermano con Susana actuaremos como siempre, normal. Mañana planeamos juntas qué y cómo debemos hacer las cosas para que todo salga perfecto. Puede que sea uno de los días más importantes de nuestras vidas. Te quiero mucho.
—Me too —respondió Sara bajando las escaleras, después de la ducha de placer que se dieron, con el dedo índice en la boca iba bajando la escalera y saliendo por la puerta.
Capítulo III: Una trágica noticia
Eran las 16:00 h cuando llamaron a la puerta. Celia, que estaba semidesnuda en la cama, se vistió a toda prisa esperando que fueran sus padres con Abraham y Susana, pero no era la visita que esperaba, una pareja de la Guardia Civil estaba en la puerta con una documentación en la mano, era la del coche de sus padres un Ford Mondeo gris plata matriculado un año atrás:
—Buenas tardes, ¿es usted Celia Mendoza Ferrerira? —preguntó el agente con clara cara de angustia.
—Sí, soy yo. ¿Por qué me pregunta eso con la documentación del coche de mi padre en la mano? ¿Qué ha ocurrido?
—Tus padres, un… y una joven han tenido un accidente a la altura de Ardales, siento decirte que ninguno de los ocupantes ha sobrevivido al choque frontal.
—Es mentira eso que me está diciendo, se ha vuelto usted loco, mis padres no pueden haber muerto ni mi hermano ni mi amiga, eso es un error, seguro que debe ser un error —gritaba y lloraba Celia sin parar—. Tiene que ser un error.
—Necesitamos que venga con nosotros al hospital, le pido disculpas de ante mano por presentarnos y darle tan desagradable noticia, no teníamos otro modo de localizarla. Venga en nuestro coche que allí le espera un psicólogo.
—No por favor, no, esto no puede ser verdad. Dígame que es un sueño, dígame que me voy a despertar de esta pesadilla —gritaba mientras se pellizcaba.
—Señorita acompáñenos por favor, está usted entrando en estado de shock, ¿cuál es su nombre? —preguntó el agente echando su brazo por encima de Celia.
—Me llamo Celia.
Esas fueron sus últimas palabras antes de caer desmayada al suelo. Por suerte el segundo agente estaba atento y se tiró al suelo antes de que Celia se golpeara la cabeza con una de las macetas que adornaban