Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento. Antonio Rafael Fernández Paradas

Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento - Antonio Rafael Fernández Paradas


Скачать книгу
le instruye. A esa edad, el joven ya sabe por instrucción general gramática latina, principios filosóficos y algunas nociones de la aritmética, geometría, grafidia (dibujo), simetría y perspectiva. El maestro enseña a su hijo que para ser buen escultor debe tener además algún entusiasmo poético, y para ser buen inventor debe ser exacto copiante. Sugiere también a su hijo que se aplique a la traducción del francés e italiano, pues hay muchos autores que tratan de Bellas Artes en estos idiomas.

      El libro también se erige como una defensa a la incorporación de la teoría del arte en la pedagogía de las Bellas Artes. Critica mucho a los artistas poco cultivados, con sentencias como: “Hombre ha habido que ha preguntado [...] si en estas Artes de Escultura y Pintura han escrito más que Arphe y Palomino [...] ¡Que vaya hombre tan vano que se presente entre facultativos y respire sin rubor de que conozcan su demasiada ignorancia!” O bien: “[...] no porque algún práctico haya hecho algo con algún acierto, se debe nombrar profesor, si le falta la especulativa [...]”

      Otra de las causas que mueven a Arce y Cacho a publicar esta obra es el considerar que en su tiempo los artistas carecen de reglas precisas sobre simetría para la escultura. Es decir, su mayor queja es que los autores que han escrito sobre el tema de las proporciones difieren y no coinciden en sus reglas, de modo que no garantizan una idea justa a los escultores. No cree que Durero sirva, salvo para quien quiera imitar su estilo. Considera a Vitrubio, Alberti, Audran, Pacheco y Carducho como insuficientes. El hecho de que no haya unas reglas fijas en una materia que él considera tan importante le mueve a proponer su propia simetría, que hay que decir es una de las más completas y detalladas de la literatura artística española. En la conversación VI prescribe sus normas, un tanto basadas en Juan de Arfe, que consisten en una medida de ocho cabezas, equivalente a treinta y dos tercios, alargando así la figura al estilo más usual en la época. De hecho, esta medida sería la que se establecería en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Arce y Cacho aporta también una regla o pitipié general para la figura de estatua completa, que al igual que en la obra de Arfe, es de dos varas.

      Este autor concede una gran importancia a la composición, la anatomía, la proporción y el conocimiento de los escorzos como garante de la perfección de la estatua. En cierta parte, refiere que el escultor debe buscar la verdad y no la apariencia, y para esto toda la atención la ha de poner en dos cosas: los músculos y las proporciones.

      No obstante, al referirse al desnudo, en líneas generales lo rechaza, de acuerdo a un principio excesivo de decoro cristiano. Advierte al hijo de que no se sobrepase al querer ejecutar alguna inhumanidad por imitar al natural y aduce que revela más destreza dejar ocultas las partes pudendas que mostrarlas. Asimismo, señala que en las academias se permite con modestia el estudio del desnudo para la instrucción, pero no para que abusen de él los profesores, sino para ejercitarlo donde sea lícito y convenga.

      ALBERTI, Leon Battista. De statua (escrita entre 1434-1435). Livorno: ed. de Marco Collareta, Sillabe, 1998.

      ARCE Y CACHO, Celedonio Nicolás. Conversaciones sobre la escultura, compendio histórico, teórico y práctico de ella, para mayor ilustración de los jóvenes dedicados a las Bellas Artes de Escultura, Pintura y Arquitectura: luz a los aficionados y demás individuos del dibujo. Obra útil, instructiva y moral. Pamplona: Joseph Largas, Impresor, 1786.

      ARFE Y VILLAFAÑE, Juan de. De varia commensuración para la Escultura y Architectura. Sevilla: Imp. de Andrea Pescioni y Juan de León, 1587.

      ARMENINI, Giambattista. De los verdaderos preceptos de la pintura (1586). Edición de M. Carmen Bernárdez Sanchís. Madrid: Visor, 2000.

      BORDES, Juan. Historia de las teorías de la figura humana. Madrid: Cátedra, 2003.

      CELLINI, Benvenuto. Tratados de orfebrería, escultura, dibujo y arquitectura (1568) Madrid: Akal, 1989.

      CENNINI, Cennino. El libro del arte. Introducción Licisco Magagnato. Comentado y anotado por Franco Brunello. Madrid: Akal, 1988.

      GAURICO, Pomponio. De Sculptura, (1504) Anotado de André Chastel y Robert Klein, Madrid: Akal, 1989.

      GHIBERTI, Lorenzo. Lorenzo Ghibertis Denkwürdigkeiten (I Commentari), (escritos aproximadamente en 1450), ed. de J. von Schlosser, Berlín, Julius Bard, 1912; ed. a cargo de O. Morisani, Nápoles, 1947.

      HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Román. “Interpretaciones y especulaciones del concepto vitruviano del homo ad circulum y ad quadratum”. Bellas Artes, Revista de Artes Plásticas, Estética, Diseño e Imagen, 0, 2002, pp. 81-100.

      HONNECOURT, Villard de. Cuaderno. S. XIII. A partir del manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de París. Madrid: Ed. Akal, 1991.

      SCHLOSSER, Julius: La Literatura Artística. Madrid: Cátedra, 1976.

      OCAÑA MARTÍNEZ, José Antonio. Principios antropométricos, anatómicos y otros métodos para la representación de la figura humana según los tratadistas de arte españoles (el siglo XVII, deudas e influencias). Madrid: Universidad Complutense, 2001.

      PANOFSKY, Erwin. El significado en las artes visuales. Madrid: Alianza, 1993.

      RICO, Francisco. El Pequeño Mundo del Hombre: Varia fortuna de una idea en la cultura española. Madrid: Alianza Editorial, 1986.

      VASARI, Giorgio. Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos (Antología). Estudio, selección y traducción de María Teresa Méndez Baiges y Juan María Montijano García. Madrid: Tecnos, 2004.

      VITRUVIO. Los diez libros de Architectura de M. Vitruvio Polion. Traducidos del latíny comentados por Don Joseph Ortiz y Sanz. Madrid: Imprenta Real, 1787.

      3 La iconografía y el arte religioso del barroco

      Reyes Escalera Pérez

      “Instrumento de persuasión”.

      Esta aseveración define la esencia de la imagen sagrada en el Barroco, que es concebida con el fin de emocionar, conmover y de atraer la atención del creyente que la contempla. La conocida Sesión XXV del Concilio de Trento, que se celebró los días 3 y 4 de diciembre de 1563, justificó el uso y creación de dichas figuras religiosas que “se deben tener y conservar, principalmente en los templos […] no porque se crea que hay en ellas divinidad […] sino porque el honor que se da a las imágenes se refiere a los originales representados en ellas”. De ahí que en los siglos del Barroco, además de persistir muchos temas pretéritos, se incorporen otros que potencian nuevas devociones. Asimismo, los mentores y mecenas de los artistas suelen pertenecer al estamento eclesiástico o a órdenes religiosas, que propiciaron la creación de imágenes de temática sagrada.

      1.1.Iconografía del Antiguo Testamento

      Siguen vigentes en programas iconográficos barrocos, aunque no con la profusión de épocas anteriores, los temas veterotestamentarios. Episodios relatados en el Génesis —la creación del hombre o el pecado original—, profetas (Fig. 1) y patriarcas, jueces y reyes son representados como prefiguraciones y símbolos de Jesucristo, disponiéndose asimismo temas que anticipaban la institución del sacramento de la Eucaristía o el sacrificio de la misa.

      Fig. 1. Francisco Salzillo (atrib.). San Elías. Siglo XVIII. Museo Diocesano de Sigüenza (Guadalajara).


Скачать книгу