Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. Lilia Ana Bertoni

Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas - Lilia Ana Bertoni


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troncos patricios, perturbando el viejo orden social. Inclusive, algunos de los extranjeros o nativos que ascendieron más rápidamente eran de origen oscuro: nuevos ricos vinculados a empresas e inversores extranjeros, cuyo ascenso perecía ilegítimo. Las tensiones se tradujeron en prevención ante el éxito, en acusaciones sobre materialismo descarnado y falta de ideales, en alarma frente a los extranjeros.

      La prosperidad misma parecía relajar todas las diferencias sociales hasta convertirse en factor de disgregación. Para explicar este cambio, Lucio V. Mansilla decía, con asombro y fastidio:

      Los patrones referenciales de la vieja sociedad patricia se desarmaban; nuevos sujetos ocupaban viejos lugares mientras se opacaban los grupos tradicionales, inmersos en conjuntos más vastos y más prósperos. ¿Quién era quién en la sociedad argentina? Y aun: ¿qué era la sociedad argentina? El fuerte componente extranjero hacía suponer el deslizamiento inevitable hacia una disgregación, vivida también en términos de pérdida de identidad cultural y nacionalidad.

      Una “più grande Italia al Plata”

      Estos problemas se complicaron con los derivados de la orientación de la política exterior de las naciones europeas, y de Italia en particular; según temían algunos podía llegar a amenazar el reconocimiento internacional de la Argentina como Estado independiente y plenamente soberano. También había dudas sobre la repercusión de los proyectos expansionistas sobre los residentes extranjeros.

      Estos recelos se alimentaron con el conflicto que estalló en Montevideo en marzo y abril de 1882. Dos italianos, que habían estado detenidos por el gobierno uruguayo, declararon ante la legación italiana haber sufrido torturas. El vicecónsul inició una reclamación diplomática y solicitó el auxilio de la Marina de Guerra de su nación, que respondió de inmediato al llamado, sin haber apelado previamente a la Justicia local: los dos italianos se refugiaron en un barco de guerra, frente al puerto de Montevideo. La situación se agravó por las protestas indignadas de los residentes italianos. El asunto amenazó convertirse en un serio conflicto internacional, que se evitó por la eficaz intervención del barón Cova, plenipotenciario italiano ante el gobierno argentino, quien ordenó al capitán del barco de guerra abstenerse de actuar. Pese al feliz desenlace, Sarmiento advirtió sobre la trascendencia del problema:

      Estas ideas tuvieron influencia en pensadores y en divulgadores. La idea de nacionalidad se fue conformando tanto al calor de las adhesiones entusiastas que despertaron la difusión de los ideales revolucionarios y las conquistas napoleónicas como de las reacciones adversas que suscitaron. Tuvo éxito entre quienes aspiraban a “liberar a los pueblos” y a constituir nuevas naciones rechazando el reparto de tierras y pueblos dispuesto por el Congreso de Viena, y así la descripción de nacionalidad se transformó en el sustento de programas políticos. Se difundió por toda Europa de la mano de los movimientos revolucionarios y nacionalistas; cobró importancia en Italia, donde la fragmentación en múltiples Estados bajo dominio extranjero tan distante del modelo


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