Juegos multiculturales. Jaume Bantulá Janot

Juegos multiculturales - Jaume Bantulá Janot


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de juegos de guerra. El juego adquiere una jerarquía insólita; pareciera que donde no se juega no se puede vivir”.

      Lo cierto es que son numerosos los organismos oficiales y congresos realizados con la intención de recuperar esta manifestación lúdica como derecho fundamental de la infancia. Sirvan de ejemplo el Fondo Internacional para el Desarrollo de la Educación Física y el Deporte (FIDEPS) de la UNESCO, que tiene como objetivo proteger y desarrollar los juegos tradicionales; la fundación en 1974 de la Asociación para el estudio antropológico del juego (TAASP); la creación en 1981 de la Asociación Internacional por el Derecho del niño a Jugar; el Proyecto Belgrado-OMEP (1985) para la investigación y recopilación de juegos tradicionales infantiles en diversas partes del mundo; el Segundo Congreso del ISHPES (International Society for the history of physical) llevado a cabo en Berlín (1993) bajo un título tan sugerente como: Games of the World-The World of Games; el Primer Congreso Internacional de Luchas y Juegos Tradicionales, celebrado en las Islas Canarias en 1996.

      Hay que referirse, cómo no, al Museo del Juego de Mechelen (Bélgica); al Museo de Juegos Tradicionales de Campo, inaugurado en

      1998 (España), y al Instituto para la Investigación y Pedagogía del Juego, creado en 1991 en Austria, que cuenta en Latinoamérica con una sede en Buenos Aires.

      En el entorno educativo, el juego pasa de manera incuestionable a constituirse como la herramienta más eficaz del aprendizaje de la infancia y la juventud, utilizado en la gran mayoría de áreas curriculares, siendo un recurso muy apreciado para abordar el tratamiento de los temas transversales. Desde esta perspectiva, viene entroncado con la educación intercultural entendida como la respuesta pedagógica a la exigencia de preparar a los futuros ciudadanos para desarrollarse en una sociedad prácticamente multicultural e idealmente democrática. Una educación pensada para todo el alumnado, para que adquiera una sólida competencia cultural basada en el respeto a la diversidad.

      El actual compromiso intercultural ya fue abordado en la Conferencia de Educación Pública de Ginegra (1968) con la siguiente resolución: “La educación debería ayudar a los jóvenes a adquirir un mejor conocimiento del mundo y de sus habitantes y a formar actitudes que desarrollen en ellos un espíritu de aprecio y respeto mutuo para las otras culturas, razas y estilos de vida”, constituyendo en el despertar del nuevo milenio un reto que deben asumir los profesionales de la educación, tanto en el ámbito formal como en el no formal, para abordar con éxito los cambios sociales y flujos migratorios, que durante las últimas décadas han modificado profundamente el tejido social y la población escolar en toda Europa y, recientemente, en España.

      Ahora bien, para hacer frente a esta problemática, los educadores requieren de instrumentos eficaces para desarrollar planteamientos educativos capaces de garantizar la adquisición de competencias en materia de educación intercultural. Es desde esta determinada óptica, y ciñéndose a la utilización del juego como eficaz contenido y recurso de aprendizaje, que se detecta la falta de materiales elaborados con este propósito. Tras una prospección por el mercado editorial nacional e internacional, se llega a la conclusión de que son prácticamente inexistentes las publicaciones que recojan en un mismo volumen manifestaciones lúdicas de distintas culturas, tratadas todas ellas en un plano de igualdad.

      En las dos últimas décadas, y en mayor medida, desde los años noventa, en el Estado español ha proliferado la bibliografía relacionada con el tratamiento de los juegos tradicionales y populares. En este sentido, sí es cierto que existen varias monografías sobre determinados juegos, destacando algunas de ellas por su gran aportación al estudio del fenómeno del juego, como es el caso de la tesis doctoral realizada por Lavega (1995). Del joc a l’esport. El joc de bitlles al Pla d’Urgell (Lleida), siendo más frecuentes los estudios locales de carácter etnográfico en los cuales se registra el acervo cultural de una determinada zona.

      Desde esta línea etnográfica de aproximación al juego, muchos de los trabajos se distinguen por su rigor y seriedad en la búsqueda y tratamiento de los juegos extraídos de la memoria colectiva de un pue-blo, destacando: Trigo (1994) con su investigación en torno al juego en Galicia a través del testimonio de tres generaciones, en Aplicación del Juego tradicional en el Currículum de Educación Física; Maestro (1994) con su laborioso y paciente trabajo de campo en el Aragón rural, recogido en Del Tajo a la replaceta, o el repertorio de juegos leoneses que ofrecen Rosa Sánchez y del Río Mateos (1997) con Juegos tradicionales infantiles en León. Pero quizá se podría destacar de manera especial la aportación tanto cualitativa como cuantitativa que ofrece el Grupo Etniker (1993) en sus Juegos Infantiles en Vasconia, que forman parte de la voluminosa obra Atlas Etnográfico de Vasconia, que fue dirigida hasta su muerte por José Manuel de Barandiarán.

      En menor medida se destinan esfuerzos a recuperar los juegos siguiendo su evolución, no sólo rastreando su pasado más reciente, sino dilucidando su devenir histórico, como hizo en el pasado de manera brillante Rodrigo Caro en Días geniales o lúdicos. En esta dirección cabe citar con énfasis el minucioso y erudito trabajo de investigación que aborda Pelegrín (1998) en su obra Repertorio de Antiguos Juegos Infantiles, en la cual, valiéndose de un pliego de cordel del siglo XVII valenciano, le sirve para enlazar la tradición antigua con la moderna, aportando como soporte abundantes referencias de la literatura española del Siglo de Oro y de otras fuentes literarias hispanoamericanas, del mismo modo que acude a interesantes fuentes iconográficas.

      Sin embargo, el panorama es más sombrío respecto a aquellas producciones que pretenden abarcar juegos de diversos países y culturas. Son un referente los trabajos realizados en el extranjero: Arnold (1975), The world book of children’s games; Grunfeld (1978), Juegos de todo el mundo; Botermans (1989), The world of games, y más recientemente, el libro de los norteamericanos Sierra y Kaminsky (1995), Children’s Traditional Games, pero se desconoce que hasta el momento se haya abordado el tema en este país. Por ello, ante esta necesidad, sirva la presente obra como una modesta contribución más, para ampliar el conocimiento y difusión de una parte del patrimonio lúdico de la humanidad.

      Para estructurar este compendio de juegos multiculturales se establece como criterio organizativo el hecho de agruparlos en función de la división territorial o geográfica a la cual han sido circunscritos.

      El primer nivel de agrupación a considerar es el del continente en el cual han sido localizados. Por este motivo, el libro se divide en cinco capítulos, uno para cada uno de ellos, ordenados éstos por orden alfabético: África, América, Asia, Europa y Oceanía.

      En segundo lugar, y siguiendo con la propuesta de ubicación espacial, dentro de cada continente, se estima oportuno que los juegos aparezcan reunidos según sea su país de procedencia.

      Es obvio que los juegos podrían estar clasificados según otras propuestas. La opción, equivocada o no, para catalogar los juegos es la de emplazarlos en una nación precisa. Se advierte al respecto que no es propósito de los autores ahondar en taxonomías.

      La cantidad de juegos descritos para cada país es variable. Quizá sea insuficiente su número en aquellos casos en los cuales únicamente se inscribe un juego en un determinado país. Esto puede deberse a que no ha sido hallado un mayor número, o bien que los hallazgos eran un aporte de escaso valor en aras de enriquecer el catálogo. Para mantener un equilibrio entre los países, tampoco ha parecido propicio abusar de la situación contraria, es decir, aumentar considerablemente el volumen de juegos en aquellos países de los cuales sí se tiene información, tanto cuantitativa como cualitativa. En este caso se opta por ofrecer una limitada muestra.

      Al iniciarse cada uno de los capítulos se ofrece, en primera instancia, una lista de países, conjuntamente con el nombre del juego, ambos registrados por orden alfabético, y al lado de cada juego aparece el número de página en la cual pueden ser consultados.

      Se incorpora un mapa del continente para visualizar con comodidad aquellos países de los cuales puede hallarse consignado algún juego, y para situar éstos dentro de las coordenadas espaciales del globo terráqueo.

      De inmediato se


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