Juegos multiculturales. Jaume Bantulá Janot
cinco capítulos que hacen referencia a los juegos según la distribución continental, se adjuntan diversos cuadros generales que tienen la pretensión de agilizar la consulta y brindan, al mismo tiempo, información adicional que quizá pueda ser de utilidad.
Se ofrece un índice que incluye la totalidad de juegos que forman parte del repertorio, ordenados según criterio alfabético y con referencia del continente, país y página de localización.
Se adjunta también una tabla que pretende ilustrar con algunos ejemplos cómo la mayoría de los juegos, debido a su extensa popularidad y tradición en muchas de las zonas geográficas de la tierra, son conocidos con un sinfín de nombres. El inventario de todos ellos es una tarea no sólo inabarcable sino imposible. Basta con mencionar el hecho de que un mismo juego recibe nombres muy dispares en localidades muy cercanas de un mismo territorio.
En otros cuadros se pretende recoger aspectos básicos de índole metodológica o didáctica, que pueden ser considerados en el momento de proceder a su aplicación. En ellos se hace constar el nombre, la edad recomendable, la duración aproximada del juego, el grado de intensidad del mismo y el espacio propicio para su ejecución.
En último lugar aparece la bibliografía consultada para obtener la información. Ésta se agrupa según su tipología de procedencia, ya sean fuentes bibliográficas y documentales, orales o de carácter electrónico.
Antes de pasar a la descripción de los juegos es preciso hacer todavía algunas matizaciones importantes sobre dos aspectos significativos: por una parte, los criterios de selección de los juegos, y por otra, el modelo de ficha y su configuración.
Los criterios de selección de los juegos
Ante el intento de proceder al registro de juegos que pertenecen a la herencia cultural que el género humano ha ido transmitiendo a través del relevo generacional, cabe la posibilidad, dado el tamaño de semejante empresa, de no poder abarcar el fenómeno en toda su extensión y magnitud. Por ello conviene acotar desde un inicio las delimitaciones del campo de estudio.
El problema se hace más acuciante cuando el interés se centra en profundizar no en una determinada zona o localidad, en un exclusivo juego o tipología de juegos o en un período histórico concreto, sino que se ansía internarse por paisajes muy dispares. Quizá sea pretencioso inscribir la investigación en el ámbito de la etnología o de la antropología cultural. Sí pretende, no obstante, traspasar el umbral etnográfico, máxime cuando aspira a reunir en una misma casa, la casa del hombre, la cultura y el saber, manifestaciones lúdicas de pueblos, culturas y civilizaciones dispares, tanto en el tiempo como en el espacio.
Parece que esta forma de proceder enlace con los anhelos de los nuevos tiempos en los que se aspira a construir una organización humana en el planeta caracterizada por la globalización. Ello es cierto sólo en la medida en que el acercamiento de unos y otros, ya sea entre sociedades distantes, como dentro de las múltiples culturas que conforman una sociedad concreta, sea resistente a los peligros de homogenización y uniformidad, y sea capaz de optar, con un talante democrático y tolerante, por una opción netamente basada en el interculturalismo.
Por tanto, teniendo presentes estas premisas de índole general, el primer criterio tomado es el de circunscribir la selección de juegos al ámbito de la conducta motriz y el movimiento. Se recogen aquellos juegos que en un sincretismo lúdico recrean desde la corporeidad, y al unísono, el gesto, la acción y el texto. Así pues, el acento para la recogida y posterior selección de los juegos descritos se fundamenta en su destacado componente motriz, aportando un amplio mosaico de juegos que permitan mostrar, como en un calidoscopio, una visión completa y variada, para captar en definitiva la esencia misma del juego.
Si es la acción motriz una de las variables utilizadas para elaborar este compendio, y la diversidad y riqueza de ésta una de las características que se trata de reflejar, es obvio que no se incluyan en el presente estudio tipologías de juegos que tengan poco en cuenta esta condición, como es el caso de los juegos de mesa o de aquellos juegos en los que el lenguaje es la tónica dominante.
Sin embargo, ha sido preciso limitar también el repertorio, y se descartan todos los juegos relacionados con los primeros años de la infancia (juegos de dedos, de manos, de batir palmas, de imitar el trote, etc.), del mismo modo que tampoco se escogen juegos cantados y rítmicos, o procedimientos previos al inicio del juego (fórmulas electivas o de sorteo, canciones eliminatorias). Quizás en otra ocasión pueda subsanarse esta carencia.
De manera expresa se omiten los juegos con animales, de igual modo que deliberadamente no se incluyen juegos violentos o que signifiquen infligir castigos corporales o bromas de mal gusto a los jugadores.
También se excluyen aquellos juegos que, dada su enorme popularidad y larga tradición, son ampliamente conocidos incluso por los practicantes más noveles, porque gozan de una extraordinaria salud y vitalidad, y está garantizada su transmisión intergeneracional.
Otro criterio es el de considerar la estructura interna del juego. Es necesario recurrir a una muestra heterogénea, eligiendo juegos dispares, para garantizar que pueda constatarse la riqueza de dicha estructura.
Para analizar con cierta profundidad la estructura interna del juego, se deben valorar todas y cada una de las variables que la integran: espacio, tiempo, material de juego y relación entre jugadores en base a su reglamentación.
En cuanto al espacio, se procura mostrar acciones en diversidad de terrenos, tanto en el interior como en el exterior. En algunas, el espacio o los subespacios condicionan la acción del jugador; en otras, el juego se regula al margen de la libre disposición de los jugadores.
El tiempo señala a veces la durabilidad del juego, y en otras, pueden más las ganas de jugarlo o de dejar de hacerlo. En algunas ocasiones se regula antes del desarrollo de la práctica lúdica; en la mayoría no tiene la mayor importancia. En los casos en que el tanteo es abierto, es decir, no es preciso llegar a un determinado número de puntos, es el control del tiempo el que marca el fin del juego. Pero como siempre que se juega no es para ganar o perder, sino simplemente por el placer de jugar; la medida del tiempo o el cálculo de puntos es básicamente útil para los amantes del reloj y de la competición.
Al referirse al material se opta por mostrar juegos que permitan un uso variado, acomodándose en muchas ocasiones a la facilidad con que los jugadores puedan disponer de él en su medio más cercano e inmediato.
Por lo que respecta a la reglamentación, hay que distinguir, por ejemplo, que, a pesar de etiquetarlos a todos bajo la denominación de juego, se pueden diferenciar las formas jugadas de los juegos propiamente dichos.
Las formas jugadas presentan estructuras sencillas de juego, con pocas codificaciones. En ellas se acostumbra encontrar reflejadas las capacidades condicionales: fuerza, resistencia, velocidad, flexibilidad y algunas habilidades básicas; por lo general, el grado de intensidad de actividad es elevado.
Bajo el paraguas de juegos, se entiende todo juego que tiene una codificación más compleja, pudiendo ser éstos espontáneos o dirigidos, según la presencia o no de un adulto o de una persona ajena al grupo de participantes.
Por regla general, cuanto más compleja es la forma de organización de una sociedad, mayor es el nivel de complejidad de las manifestaciones lúdicas, reflejándose en la reglamentación de los juegos.
En otro orden de cosas, las reglas condicionan la actuación de los jugadores, y en función de éstas varían las relaciones de comunicación motriz que se establecen entre jugadores, dándose un enorme abanico de posibilidades: juego solitario, paralelo, de oposición, de cooperación, de colaboración-oposición, etc., las cuales, al mismo tiempo, pueden durante el transcurso de un juego ser estables y duraderas, o bien inestables, cambiantes o permutables.
Por tanto, teniendo en cuenta todos estos elementos y la relación que entre ellos se establece en cada uno de los actos lúdico-motores que se llevan a cabo, los 225 juegos deben contemplarse en una visión de conjunto, porque la selección también ha sido efectuada para dar muestra de la extraordinaria riqueza y complejidad de esta estructura, y máxime cuando además conviene no olvidar