Juegos multiculturales. Jaume Bantulá Janot
análisis de esta doble estructura, que son las dos caras de una misma moneda, y que sin una no puede darse la otra, es una tarea imprescindible para profundizar en el estudio del fenómeno lúdico. A sabiendas de que la exclusión de dicho análisis puede juzgarse como una limitación de la obra, téngase en cuenta que los juegos motores escogidos aportan a quien lo desee la materia prima necesaria para efectuarlo.
El modelo de ficha y su configuración
Con el ánimo de ofrecer un inventario de juegos cuya lectura sea entendedora y amena, y al mismo tiempo práctica una posterior consulta, se ha diseñado un modelo de ficha que reúna dichas características.
El formato homogéneo en el cual se presentan los 225 juegos que constituyen el presente volumen permite una rápida comprensión global de cada uno de ellos, teniendo en cuenta que, al registrar la información obtenida, ésta ha sido procesada sobre todo para que pueda llevarse a cabo, si se desea, una amplia acción divulgativa de los juegos seleccionados en distintos ámbitos y niveles, más que contribuir con esta recopilación a una minuciosa y erudita labor de investigación en torno al juego, la cual, siendo muy necesaria, a veces su resultado se muestra demasiado ajeno a aquellas prácticas lúdicas que en su origen han fundamentado su estudio, y por tanto no repercuten en la puesta en escena de las mismas.
Los elementos elegidos para asentar los distintos datos logrados a través de la consulta de variadas fuentes orales y escritas son los siguientes:
1. Nombre del juego
2. País de referencia
3. Edad de los participantes
4. Duración
5. Materiales del juego
6. Organización espacial inicial
7. Descripción
8. Ilustraciones
9. Observaciones
De ello se desprende que las pesquisas e indagaciones no se centran exclusivamente en conocer la parte descriptiva de los juegos, sino que se valora como imprescindible el hecho de adentrarse, no en profundidad, en los elementos que posibilitan su desarrollo, es decir, averiguar cuál es la lógica interna que los sustenta, así como acercarse al contexto en el que se lleva a cabo su práctica y en el cual el juego cobra sentido.
A continuación se hace mención a los aspectos que se tienen en cuenta en cada uno de los elementos señalados.
1. Nombre del juego
La denominación otorgada a los juegos es la hallada en el cotejo de las fuentes consultadas, tanto orales como escritas.
Muchos de los juegos propuestos tienen un carácter casi universal y gozan de una larga temporalidad y de una amplia territorialidad espacial, presentándose por este motivo con innumerables, por no decir infinitas, denominaciones. Sin embargo, no se pretende abordar en esta ocasión una pormenorizada búsqueda relativa al registro de los múltiples nombres con los cuales se conocen, por parte de las distintas generaciones que los han venido practicando.
En algunos casos se introduce el uso de las comillas al inicio y final del nombre, para indicar que es un informante el que proporciona una determinada denominación y también para poner de relieve, en un mayor número de ocasiones, que el nombre de presentación no guarda correspondencia alguna con la lengua originaria del país en la cual se localiza el juego, sino que se trata de una traducción a un idioma distinto, realizada directamente por el autor o autores consultados en la redacción de sus obras.
A este respecto hay que señalar que con esta práctica se pierde una parte importante del patrimonio lúdico infantil. Ni qué decir tiene que en muchas ocasiones el nombre del juego mantiene una estrecha relación con su misma dinámica, y por este motivo acaso proporcione una valiosa información adicional que hace alusión acerca del cómo se juega, del lugar, de los materiales, del motivo, etc. Quizás optar por su omisión y reemplazarlo con un título ajeno a su desarrollo no es lo más apropiado ni conveniente.
Otras veces se trata de palabras inventadas que muestran la fantasía, imaginación y creatividad de la cultura infantil, y aunque a simple vista carezcan incluso de significado, no pueden excluirse dichas aportaciones, debiendo considerarlas como una contribución al rico y fecundo léxico que, conjuntamente con las expresiones verbales, acompañan el gesto y la acción lúdica en el transcurrir desde hace siglos de este maravilloso y extraordinario mundo del juego.
Siempre que es posible, es decir, únicamente cuando existen suficientes garantías de mantenerse fiel al título original, se lleva a cabo la traducción en lengua castellana, por tratarse de la lengua de edición. Añadir esta traslación idiomática se debe al hecho de considerar, como se acaba de sugerir, que muchas veces puede aportar pistas acerca de su historia, origen, significado o de su dinámica.
2. País de referencia
A pesar de que los juegos reseñados en el repertorio están circunscritos a un determinado país, ello no significa que se trate del juego nacional, ni tan siquiera que tenga una enorme popularidad su práctica, o que sea desconocido en otras latitudes. Por medio de las distintas consultas realizadas en los tres tipos de fuentes, los juegos han sido adscritos a una nacionalidad concreta con la única finalidad de ofrecer un amplio mosaico geográfico, procurando recoger manifestaciones lúdicas de distintas culturas, sin olvidar en ningún momento que todas ellas conforman un valioso, extenso y variado patrimonio mundial.
Los países referenciados en los juegos corresponden a la división político-administrativa actual; pero a pesar de que en algunas de las fuentes consultadas los territorios y zonas geográficas donde se llevan a cabo las manifestaciones lúdicas no coinciden con el ordenamiento de la superficie del mundo a principios del siglo XXI, se ha hecho el esfuerzo de ubicarlos respecto a la presente distribución. Es necesario no olvidar la complejidad de las relaciones humanas y tener conocimiento de los cambios políticos que han marcado y acompañan el discurrir histórico de los pueblos y culturas en el planeta.
3. Edad
Resulta difícil encasillar alguno de estos juegos en una edad determinada. Con probabilidad, según sea la pericia del dinamizador del juego, este criterio es uno de los menos relevantes. Sin embargo, sirva de orientación sobre todo para las personas neófitas, considerando que para establecer la correspondencia entre juego y edad se evalúa el grado de dificultad que conlleva su práctica, en base a la complejidad de su estructura, de la comprensión de las reglas, de las comunicaciones motrices que se establecen entre los jugadores, etc.
Los juegos reseñados abarcan edades comprendidas entre los tres y los dieciséis años, agrupándose según el segmento de este período que sea más acorde con su práctica. El hecho de especificar una franja de edad no significa que no pueda experimentarse en otras etapas del desarrollo evolutivo de la persona. Qué duda cabe que uno quedaría sorprendido si fuese posible tener un registro de la edad de los jugadores que, a lo largo de la existencia de un juego concreto, han disfrutado con su puesta en escena.
4. Duración
Tiene como finalidad proporcionar una orientación del tiempo de juego, sin tener en cuenta el intervalo requerido en los prolegómenos que preceden al juego: echar a suerte, distribuir a los jugadores, asignar determinados roles, preparar los materiales, delimitar y marcar el espacio, pactar las reglas, establecer las apuestas y, en general, todo este sinfín de acciones que desde la antesala del juego son las que permiten su propio desarrollo.
Para determinar el cálculo aproximado también se ha establecido la premisa de que el juego es conocido con anterioridad por los participantes, o dicho de otra manera, no se ha incrementado el tiempo necesario para explicarlo. Por tanto, los tiempos referenciados en cada una de las fichas equivalen al tiempo real de juego. Su cálculo obedece a la experimentación de los juegos en diferentes centros educativos, contrastadas con las proporcionadas por las fuentes de procedencia.
Cabe recordar que esta variable está condicionada según el juego se realice en situaciones de tiempo libre, o bien se integre