El islam y la cultura occidental. Lourdes Celina Vázquez Parada
ilustradores del sultán tuvo el descaro de utilizar “el estilo de la perspectiva” en su última ilustración. “En ella, como hacen los francos, las cosas estaban pintadas no según la importancia que tienen en la mente de Dios, sino tal y como las ven nuestros ojos. Aquello era un terrible pecado. El segundo pecado era pintar a Nuestro Sultán, el califa del islam, del mismo tamaño que un perro”. Había hecho un retrato realista del sultán y eso para los buenos creyentes es “la mayor blasfemia de todas”,175 porque solo los idólatras hacen estas cosas. Pero este sultán tan atrevido se muere pronto; su sucesor despide a todos sus ilustradores y ya nadie se dedica a hacer retratos realistas prohibidos por el Corán. La modernización del Occidente finalmente no se introduce en Oriente. Se considera que las artes y la tecnología son una amenaza para la fe pura. No hay que permitir que el hombre se independice de Dios basándose en criterios propios que no se derivan de la revelación divina.
Durante la Edad Media, en el Occidente tampoco se aplicaba la técnica de la perspectiva. Los pintores piadosos reproducían en sus cuadros las figuras del Evangelio no como las veía el ojo humano, sino de acuerdo con su importancia. Así, por ejemplo, Cristo como hijo de Dios, tenía un tamaño mayor que sus discípulos.
En Me llamo Rojo se describe cómo la gran cultura musulmana entró en decadencia porque se cerró a innovaciones que hubieran sido un gran estímulo para su desarrollo. Los sultanes temen al progreso porque se sienten presionados por movimientos fundamentalistas que rechazan las innovaciones artísticas como pecado. Pamuk nos habla de la influencia nefasta de un predicador fanático para quien la pintura y la literatura son manifestaciones pecaminosas; y llega al extremo de condenar al café como droga. Al final de la novela sus seguidores destruyen un café donde se cuentan cuentos porque lo consideran un centro de reunión de viciosos.
La decadencia del imperio turco se nota también en lo económico. En el capítulo titulado “Yo, el Dinero” una moneda de oro turca confiesa: “Soy una moneda falsa. Me acuñaron en Venecia con oro bajo...”176 Los comerciantes descubren que esta moneda no tiene los veintidós quilates reglamentados. Muchas monedas otomanas falsas circulan en el imperio del Sultán.
El periodo glorioso del imperio turco llega a su fin y entra en decadencia. Su fuerza económica y militar se está debilitando mientras el arte y la tecnología de los francos florecen igual que su economía. Los sultanes de Estambul no quieren darse cuenta de los cambios. Ya no apoyan al arte de su país que había producido pinturas maravillosas. Ven en la cultura un peligro para mantener una fe pura y rígida. Antes del siglo xx, Turquía no conoció la ilustración ni la tecnología moderna, debido a su decadencia económica y cultural. El gran mérito de Pamuk es introducir a sus lectores en la gran cultura musulmana que impresionó al mundo durante los primeros mil años a partir de la fundación del islam en el siglo vii.
En Me llamo Rojo impresionan las descripciones de las nevadas en Estambul en el siglo xvi. Pero en la novela Nieve,177 la nieve es un símbolo central que el autor utiliza de manera magistral como recurso literario. El protagonista del libro es Ka, un poeta turco exiliado en Alemania, quien visita una apartada y pobre ciudad de provincia: “seguía con amor y melancolía el camino que tomaba su vida, como si fuera un copo de nieve”.178 Su estancia en Kars, una pequeña ciudad del este de Anatolia y a poca distancia de la frontera de la antigua Unión Soviética, dura tres días. El lugar formaba parte de Rusia, por lo cual conserva edificios de estilo ruso y armenio. Allí se mezclan las influencias culturales de rusos, kurdos, armenios y de las diferentes tribus turcas, pero el gobierno de Ankara impone la turca como la única válida. Hay un delegado cultural del gobierno central quien implacablemente confisca todos los discos de música kurda como objetos subversivos.
El protagonista es un periodista que tiene como tareas informar sobre la campaña electoral e investigar los suicidios de mujeres jóvenes que cubren su cabeza con pañuelos y no querían ser obligadas a entrar a sus escuelas con la cabeza descubierta.
Caminando de noche bajo la nieve, Ka regresa “a toda prisa al hotel pensando... en la poesía que iba a escribir”.179 A este poema le dio el título de “Nieve”. Tal vez su actividad de periodista en Kars es solo un pretexto, porque en el fondo lo que le atrae de esta ciudad es la bella Ipek, una compañera de sus años universitarios en Estambul y que acaba de divorciarse. Ella vive en el mismo hotel como hija del dueño. El capítulo diez, donde el autor nos habla de la creación del poema, se llama “Nieve y felicidad.” En realidad la nieve crea para Ka un ambiente de ensueño y magia, y él tiene la impresión de vivir en un sueño que para un occidental podría ser navideño, pero que resulta triste en los países musulmanes porque no se festeja esta fiesta. Este mundo blanco de Kars tiene algo especial, porque a Ka le llega la noticia que, debido a las fuertes nevadas, todos los caminos a la ciudad están bloqueados y nadie puede salir. La nieve tiene una presencia permanente durante el núcleo de la acción que dura tres días. Para Ka, la nieve es lentitud, brevedad, belleza y, sobre todo, silencio que nos hace pensar en Dios. Ka camina de noche a la luz blanca de neón por las calles y entra a casas con televisores prendidos y en blanco y negro. Consulta una enciclopedia y se entera de la estructura de los copos de nieve que se cristalizan en forma de hermosas estrellas de seis puntas. Esta forma le sirve para estructurar su universo poético.
Ka vivió muchos años como exiliado político en Fráncfort/Meno en Alemania; después de su misión en Kars piensa regresar a esta ciudad esperando que la bella Ipek lo acompañe. Durante los tres días que pasa en Kars ocurren muchas cosas. Nadie puede entrar ni salir de la ciudad debido a las fuertes nevadas. Toda la población se fija en una serie de espectáculos transmitidos por la televisión local. También Ka se presenta en el escenario del viejo teatro recitando su poema “Nieve”. La sesión concluye con una obrita de teatro, a cuyo final se presentan militares con rifles que apuntan al público. La gente cree que se trata de actores, pero en realidad es el inicio de un golpe militar real. Pamuk juega con los conceptos teatrales modernos, sobre todo con los de Bertolt Brecht, quien borra los límites entre el escenario y la vida real. Detrás del golpe está un director de teatro de provincia quien sufre megalomanía y usa el teatro para poner en escena sus actividades políticas. En una segunda obra de teatro, una actriz, la hermana de Ipek, lo mata. Aparentemente se trata de una muerte teatral prevista en el guion, pero finalmente resulta que es real y nadie sabe si se trató de un crimen o de un suicidio astutamente programado.
El pequeño universo turco de Kars refleja la situación política del país en los años noventa. En una entrevista que Orhan Pamuk dio a un periódico español después de recibir el Premio de la Paz de los Libreros en la Feria de Fráncfort comentó: “Yo creo que la política del país a mediados de los noventa, que es cuando transcurre esta novela, se basaba en estas dos fuerzas que radicalizaban el país, matando civiles y destruyendo la democracia en vez de poner fin a la lucha entre las fuerzas islámicas y las laicas”.180 Explica que estas dos corrientes tienen ideas opuestas que a la vez son simétricas. El furor con el cual actúan los funcionarios de gobierno y los militares evocando las ideas liberales del gran reformador Kemal Atatürk no es menos nefasto que el fanatismo de los islamistas que quieren cortar todas las relaciones con el occidente. La brutalidad del ejército que desprecia los derechos humanos más elementales y la corrupción de las autoridades son tan abominables como la ceguera y el fanatismo de los guerrilleros islamistas. El socialismo y el kemalismo europeísta han perdido su brillo y muchos turcos laicos se sienten de nuevo atraídos por la religión.
Ka es un poeta poco interesado en la política. Creció en Estambul, donde, como la mayoría de la población, recibió una educación liberal y occidentalizada. Apenas se acuerda de las clases de religión que le dieron de niño. Pero en Kars se relaciona con jóvenes devotos y líderes religiosos y empieza a dudar de su ateísmo. Es un hombre débil y solitario con ideas confusas. Lo que más le interesa es la poesía y el arte en general. Su personalidad tiene pocos aspectos admirables, ya que para ser un héroe es demasiado humano. No olvidemos que en la literatura moderna no existen los grandes héroes.
Ka cuenta en primera persona su breve pero intensa estancia en Kars, de donde regresa a Estambul y luego a Fráncfort, donde pasará los últimos cuatro años que le restan de vida. En dos capítulos que se desarrollan en Fráncfort y Kars, Pamuk describe sus indagaciones acerca de su protagonista;