El islam y la cultura occidental. Lourdes Celina Vázquez Parada
lo mismo que las esposas de Mohammed. Actualmente muchas mujeres musulmanas siguen esta costumbre del siglo vii para manifestar su identidad musulmana. Son, sobre todo, las que no se han integrado por completo en la sociedad occidental, y buscan formar parte de un grupo religioso y cultural diferente.
Schimmel, quien vivió muchos años en Estados Unidos, señala que allí los musulmanes se integran fácilmente a la sociedad norteamericana porque son personas con un alto nivel cultural. En Alemania, en cambio, la inmensa mayoría de los inmigrantes musulmanes son campesinos que vienen directamente de su pueblo y no saben cómo actuar. Lo que hace falta es el conocimiento mutuo entre cristianos y musulmanes; y con buena voluntad, ambas religiones y culturas podrían entenderse muy bien. Esta comprensión mutua es necesaria, porque hoy día, musulmanes y cristianos conviven juntos en muchos lugares. Sorprende que sea esta mujer quien, en los ámbitos alemán y anglosajón, tenga tantos méritos con respecto al intercambio cultural entre el occidente cristiano y el oriente musulmán. La obra de Annemarie Schimmel es el resultado de una vida significativa entre dos culturas.
Eugen Drewermann y el islam. Un acercamiento teológico
Judaísmo, cristianismo e islam son tres religiones emparentadas con un origen común: Abraham. Los musulmanes reconocen a Jesús como a un gran profeta, pero no como hijo de Dios. El dogma cristiano de la Trinidad divina es rechazado tanto por los judíos como por los musulmanes, porque ven en ello una invitación a adorar tres dioses y es considerado idolatría.
Eugen Drewermann, un famoso teólogo católico alemán, nos ofrece en su libro ¿Tiene esperanza la fe? Sobre el futuro de la religión a principios del siglo xxi156 una introducción al islam subrayando sus aspectos positivos. El autor hace hincapié en la herencia cristiana y judía del islam, porque Mahoma reconoce a Abraham, Isaac, Moisés y Jesús como grandes profetas y declara que él es el último de todos los profetas y no Jesús, como afirman los cristianos. No necesariamente hay una contradicción entre el cristianismo y el islam, porque ambas religiones tienen muchos puntos en común; pero la oposición entre ambas se debe a que cada una pretende ser única y verdadera. Esto ha causado numerosos conflictos desde la fundación de la religión musulmana en el siglo vii hasta nuestros días; desde la conquista de todo el norte de África y la península ibérica por las tropas musulmanas, hasta los enfrentamientos actuales entre fundamentalistas del islam y los países cristianos del occidente. Pero Drewermann muestra que tales luchas no se justifican, porque durante varios siglos, sobre todo durante la Edad Media, se dio una compenetración de las culturas islámica y cristiana. Se debe a los árabes que muchos textos de la antigüedad grecolatina llegaran a las bibliotecas medievales; y que gracias a ello, santo Tomás de Aquino pudiera desarrollar su filosofía escolástica. La teología de Santo Tomás se inspira en la filosofía del árabe Avicena (+1037) que se basa en la idea y experiencia de Dios tal como la vemos en el Corán. En el libro sagrado de los musulmanes encontramos tendencias antimíticas de una racionalidad ilustrada. Drewermann subraya la claridad del Corán cuando explica las características de Dios de una manera comprensible para todos. En cambio, algunos dogmas cristianos, como el de la Santa Trinidad, no pueden ser explicados racionalmente y los fieles se ven obligados a aceptarlos sin entenderlos.
Uno de los puntos de unión entre cristianismo e islam es que reconocen como únicos mediadores elegidos entre el hombre y Dios a Jesús y a Mahoma. Por lo tanto, no hay necesidad de otros mediadores. “En el Nuevo Testamento es Jesús quien, por medio de su persona, transmite una confianza que lo capacita a experimentar a Dios como padre y llamarlo así. En el Corán, es Mahoma la persona que cierra la cadena de los profetas de manera definitiva, transmitiendo a los hombres la última revelación definitiva de Dios”. Y añade, como crítica fuerte al catolicismo, que la institución del sacerdocio impide esta relación directa: “la institución de los sacerdotes con respecto a esta actitud ferviente que nos permite estar en contacto directo con Dios, no sólo es un obstáculo, sino algo realmente dañino. De todas maneras sobra”.157
Drewermann se manifiesta abiertamente anticlerical, y aprecia el islam porque tiene una estructura sacerdotal mucho menos desarrollada que el catolicismo. Los musulmanes en el mundo no conforman una estructura jerárquica tan piramidal ni tienen un único líder religioso como lo es el papa católico de Roma. Solo los ayatolas de Irán forman una estructura clerical que se podría comparar con la curia romana, no obstante su influencia se limita a los musulmanes chiitas y a las fronteras nacionales; aunque con algunos actos, como la condena del ayatola Jomeini por blasfemia a Salman Rushdie, pretendan demostrar un poder universal. Drewermann quiere advertirnos que el mensaje espiritual del cristianismo o del islam no necesariamente es idéntico a la actuación de sus clérigos: “El que empieza toda una vida como la primera sura del Corán «En nombre de Dios, el misericordioso» no necesita ningún sacerdote”.158 Esta actitud es sorprendente porque Drewermann fue un sacerdote católico activo durante muchos años, pero dejó de oficiar misa y predicar cuando se lo prohibió su obispo.
Para él, el papel de la mujer dentro del islam es otro aspecto que le parece positivo. Los países musulmanes de nuestro mundo moderno son sumamente conservadores. Turquía, por ser un estado laico, es una de las pocas excepciones. Pero, por lo general, la situación de la mujer en la sociedad islámica necesita cambios urgentes. Si tomamos en cuenta las circunstancias de la época en la cual Mahoma actuó como legislador, dice, vemos que el islam favoreció a la mujer. Mahoma “mejoró en muchos sentidos... la posición de la mujer en la antigua sociedad árabe”. “Dio a la mujer el derecho de administrar ella misma los bienes que aportó al matrimonio —una determinación muy importante para alejar cazadores de dotes y, sin duda, una ayuda para la mujer que quiere mayor independencia dentro del matrimonio”. Drewermann ve en esta actitud “un pragmatismo sabio” del profeta: “Según el Corán, un hombre tiene que reflexionar cuatro veces antes de divorciarse, pero ya después de tres, una mujer puede disponer libremente de sí misma y casarse con otro marido. Comparemos esta legislación matrimonial liberal de hace 1,200 años con la terquedad con la cual la Iglesia romana prohíbe, hasta hoy día, a una sexta parte de la humanidad, de manera categórica, cualquier divorcio matrimonial”.159
Por otra parte, muchos cristianos rechazan al islam como una religión belicosa basándose en pasajes del Corán que invitan a la guerra. Uno de ellos dice: “Si vosotros no salís al campo de batalla, Alá os castigará gravemente y otro pueblo ocupará vuestro lugar”. Drewermann nos recuerda que también en la Biblia podemos encontrar “pasajes semejantes, incluso muchos peores”.160
En Dt. 7, 1.2.5. 16 podemos leer una invitación a destruir “siete naciones más grandes y fuertes que tú.” No se debe tener “ninguna compasión de ellas... Exterminarás todos los pueblos que te entrega el Señor tu Dios”. Para entender bien la Biblia y el Corán, Drewermann sugiere no hacer una lectura histórica superficial. Nos sirve sólo “la lectura interior, que es simbólica. Sólo en el segundo caso la guerra santa es una lucha contra la falta de fe en el propio corazón y, por lo tanto, una invitación a una exploración más profunda del propio yo”.161
Es común encontrar en los libros sagrados contradicciones aparentes. El teólogo medieval Abelardo incluso escribió un libro enlistando los pasajes contradictorios de la Biblia. El mismo tipo de investigación se podría hacer con respecto al Corán. Los dos libros sagrados hacen aportaciones grandes a la sabiduría humana y no tendría sentido afirmar que uno es superior al otro.
Aún no se consigue el libro de Drewermann en español, pero este capítulo sobre el islam existe en versión española en La guerra de los Dioses, un libro colectivo publicado por Universidad de Guadalajara en el año 2003.162
El islam, una de las cinco grandes religiones del mundo en El rey, el sabio y el bufón
En la actualidad, la expulsión de población de países de cultura islámica se ha convertido en el problema mundial más fuerte. Los inmigrantes musulmanes que llegan a Europa se dan cuenta de que la mayoría de los europeos son menos religiosos que ellos. Estados laicos como Francia no existen en el mundo musulmán, con excepción de Turquía que dejó de ser un país con ciertos rasgos laicos, cuando el pkk,163 un partido musulmán moderado, llegó al poder. Agnosticismo y ateísmo son conceptos que no se conocen