El islam y la cultura occidental. Lourdes Celina Vázquez Parada
prohibió, aunque sin éxito. Ernst Robert Curtius explica que el único camino para evitar herejías era la integración de las nuevas enseñanzas en el pensamiento cristiano. La filosofía de Averroes, adaptada al nuevo dogma, no podría causar daño. Esta fue la tarea que emprendieron Alberto Magno y su discípulo Tomás de Aquino: hacer compatibles las enseñanzas cristianas con las del nuevo Aristóteles y Averroes. Santo Tomás presentó a un Aristóteles purificado y autorizado. Pero dentro del catolicismo había diferentes corrientes, y no todos reconocieron la autoridad de Tomás de Aquino. Los seguidores de san Agustín atacaron al tomismo, y así surgió un “averroísmo cristiano”133 cuyo representante más destacado es Siger de Brabant, un personaje muy elogiado por Dante en La divina comedia”.
Es extraño que Dante elogia a Siger, cuyas enseñanzas fueron condenadas por la Iglesia, porque normalmente el autor florentino seguía una línea ortodoxa. Aunque Curtius134 trata de explicar esta contradicción, a nosotros sólo nos interesa Siger de Brabant como un filósofo que se nutre de fuentes árabes y es venerado por Dante. Esta es una prueba de las influencias musulmanas en La divina comedia. Curtius nos explica también que el uso de la cifra nueve, con la cual Dante relaciona a su amada Beatrice, está basada en la cronología y astronomía de los árabes de Siria.135
Curtius presta muy poca atención a las influencias árabes en La divina comedia, tema que estudian muy pocos especialistas que dominan la lengua árabe. Eso piensa Miguel Palacios Asín,136 que toda la visión de la vida de ultratumba de Dante se basa en el ya mencionado Livre de l’eschiele Mahomet, en el que se presenta la visión de Mahoma sobre el cielo y el infierno. No todos los especialistas aceptan esta tesis, pero de todas maneras hay indicios de que Dante, al igual que muchos otros de sus contemporáneos, tiene deudas con la cultura islámica, aunque no podía permitirse el lujo de defenderla o admirarla, ya que el temor a la Inquisición lo obligaba a poner a Mahoma, el fundador de una religión enemiga del cristianismo, en compañía de los personajes que están en “El Infierno”, la primera parte de su poema.
Mahoma aparece en el octavo de los nueve círculos del infierno, muy cerca del diablo. Veamos la descripción de sus castigos ejemplares:
Vedi como storpiato é Mahometto
Mira cuán despedazado está Mahoma, Allá delante de mí va Alí, lamentándose, y con el rostro herido desde la barbilla hasta el cráneo. Todos los que se encuentran en este recinto fueron en vida promotores de cismas y discordias, es por eso que se les hiere hasta descuartizarlos de la forma que miras. Cerca de nosotros anda siempre su diablo que tiene la encomienda de destrozarnos sin piedad, asestándonos fuertes golpes con su espada, cuando al terminar nuestra caminata circular pasamos nuevamente delante de él.137
Los demás personajes musulmanes están encerrados en el primer círculo. Averroes forma parte de este pequeño grupo junto con Abraham, Platón y Aristóteles. Estos paganos virtuosos sufren un castigo mínimo. “Dante, naturalmente, admira sus grandes virtudes y sus talentos, pero como no fueron cristianos debe condenarlos, aunque sea levemente, al infierno”, dice Edward Said.138
Dante conoce más a fondo la cultura musulmana que Miguel de Cervantes, quien juega con el islam para subrayar el carácter ficcional de Don Quijote. Cervantes afirma que en realidad no es él el autor de este libro, sino Cide Hamete Benengeli, un historiador árabe y que su obra fue traducida de este idioma. Según él, es “muy propio de los de aquella nación ser mentirosos”.139 Así nos quiere dar a entender que su libro no es histórico, sino producto de la fantasía. Y en la segunda parte, en el capítulo ii lo menciona como Cide Hamete Berenjena.140 Estos nombres inventados en realidad son caricaturas de nombres árabes que sirven para crear una distancia irónica. Cervantes no muestra un interés serio por la cultura árabe, sino que la utiliza como un trasfondo exótico. Así inventa a Brandabarbarán de Boliche,141 señor de las tres Arabias y menciona varias veces el “oro de Arabia”.142 Otra de sus obras, su comedia Tratos de Argel,143 tiene como escenario un país árabe. Aurelio y Silvia son prisioneros de Hasán Bajá, rey de Argel, un hombre de sádica crueldad. Pero al final, de manera inexplicable, se ablanda su corazón y libera a los amantes, así la obra de teatro tiene un desenlace feliz. Tratos de Argel es una comedia amorosa donde el escenario árabe, en el cual se desarrolla, le da una nota exótica. Para la crítica actual se trata de una obra malograda, casi olvidada, donde los elementos árabes son meramente decorativos.
Voltaire, en su tragedia en verso Mahomet, de 1741, describe una sucia intriga del profeta que termina con un asesinato en la Meca ordenado por él. Pero al final de la obra Mahoma logra ocultar sus actos criminales y así la gente sigue venerándolo como el fundador del islam. Voltaire describe sobre todo cómo Mahoma manipula al pueblo convenciéndolo de que sus crímenes en realidad son la ejecución de la voluntad de Dios. Así, el autor presenta al profeta como charlatán. Las críticas de Voltaire no sólo son aplicables al islam, sino también a otras religiones. Para algunos de sus contemporáneos se trata de una crítica velada a la Iglesia católica; por eso, durante una temporada su presentación estuvo prohibida. La tragedia es un manifiesto típicamente ilustrado contra el fanatismo religioso y en favor de la tolerancia. Actualmente es poco conocida, pero en el siglo xviii muchos intelectuales, entre ellos Rousseau y Goethe, quien la tradujo al alemán, la admiraban. Aunque Voltaire detesta a Mahoma, describe en otras obras al islam como una religión positiva en comparación con el cristianismo, y a los musulmanes como comprensivos y tolerantes.
Por lo general, los ilustrados ven al islam con simpatía. Henri de Boulainvilliers (1658-1722) presenta en su libro Vie de Mahomet al profeta como un legislador sabio, cuyo mérito consiste en haber fundado una religión basada en la razón que posteriormente fue falsificada por eruditos islámicos. En cambio en La flauta mágica, de Mozart, aparece el islam como una religión despreciable. El esclavo moro Monostatos no tiene honor y predica la religión de los sarracenos, que está en decadencia como todo el oriente.
Los escritores ilustrados son ajenos a todo fanatismo e invitan a la tolerancia. Les molesta, sobre todo, el abuso de poder del clero católico. Voltaire se interesa por el islam como una de las grandes religiones de la humanidad, y piensa que los musulmanes no son peores o mejores que los cristianos o judíos. Para los ilustrados, las grandes religiones comparten las mismas virtudes y los mismos defectos. Eso se muestra en el drama Nathan el sabio (1779), de Gotthold Ephraim Lessing, el más grande de los escritores de la ilustración alemana. Lessing estaba involucrado en una polémica con el clero protestante, el cual le prohibió publicar sus ideas religiosas poco ortodoxas, y escogió como nuevo púlpito el teatro pensando que allí podía predicar sin que le molestasen.
El punto de partida de Nathan el Sabio es una fábula que se cuenta en el tercer novellino del primer libro del Decamerón, de Bocaccio, donde un judío sabio explica el significado de tres anillos iguales que simbolizan el judaísmo, cristianismo e islam. La obra tiene como escenario Jerusalén y los protagonistas son cristianos, judíos y musulmanes que se alejan del fanatismo de los prejuicios para entender finalmente que ninguna de las tres religiones está en posesión de la verdad absoluta. No importa la forma exterior de una religión, sino el bien que hace en la vida real. Lo que cuenta es el humanismo práctico. Lessing, a diferencia de Voltaire, no se burla de las religiones, sino que las respeta; pero es enemigo del fanatismo y la intolerancia. Admira a Bocaccio, quien critica con humor las debilidades del clero católico de su época. Diez años después de la publicación del drama de Lessing apareció en Madrid una obra de crítica social con el título Cartas Marruecas, de José Cadalso, que mencionamos en el capítulo sobre Marruecos.
Johann Wolfgang von Goethe y el islam
Goethe también estudió la literatura oriental y se basó en los juicios críticos de Herder. Se acercó a la poesía de los árabes y persas no tanto como erudito, sino con la sensibilidad de un poeta. Herder es, en primer lugar, teórico, mientras Goethe destaca como creador literario. En 1762, a los trece años, inició en Fráncfort estudios de hebreo para poder leer el Antiguo Testamento. Se interesó especialmente por la historia de José, el casto amado de Zuleika, la mujer de Putifar. Como esta historia no se encuentra solamente en la Biblia, sino también en el Corán, la lee en la traducción alemana, tomando de ella muchas notas. Según Rafael Cansinos Assens, quien tradujo la