El islam y la cultura occidental. Lourdes Celina Vázquez Parada
vivo sobre la realidad humana, o incluso social, del oriental como habitante contemporáneo del mundo moderno”.92
Said casi no habla en su libro de América, pero podemos observar un gran paralelismo entre los estudios orientales europeos y las investigaciones antropológicas de América. También aquí se suele admirar el grandioso pasado de la época prehispánica, pero los indios actuales son menospreciados e interesan solo como mero folclor. Con excepción de algunas pocas figuras, como la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, y el presidente boliviano recientemente depuesto por un golpe de Estado, Evo Morales, los indígenas ya no destacan en la vida política y cultural. Con la conquista perdieron el poder y tuvieron que someterse a la cultura occidental. Algo parecido ocurrió con los países árabes que se convirtieron en colonias inglesas y francesas. Sin embargo, ahora, después de haber conseguido su independencia, pueden manifestar cierta autonomía cultural e incluso enfrentarse al Occidente.
Y así como lo orientales aprendieron mucho de los occidentales, pueden hoy enriquecer de manera sustancial la cultura de los segundos. Lo que critica Said es el carácter dominante de la civilización occidental que impide un verdadero intercambio de ideas entre iguales. Tampoco cierra los ojos frente a los defectos de los intelectuales árabes incapaces de autocrítica que se encierran en su propia cultura, y para quienes el pasado es “su refugio suicida”, como expresa Goytisolo en la presentación de la obra. Orientalismo es un libro que nos permite comprender a fondo muchos problemas del mundo actual.
Juan Goytisolo (Barcelona 1931, Marrakech 2017) fue uno de los más conocidos escritores de la literatura española actual. Mantuvo una relación especial con Marruecos y el mundo árabe, de tal manera que fijó su residencia principal en Marrakech. Expresa su simpatía por Marruecos, país vecino de España, en su novela Reivindicación del conde don Julián93 que se publicó por primera vez en México en 1970, ya que la censura franquista había impedido su aparición en España. Según la leyenda, el conde visigodo Julián, que gobernaba la región de Tánger, permitió al general árabe Tarik cruzar el estrecho de Gibraltar con su ejército y conquistar la península ibérica. Goytisolo describe al traidor Julián con simpatía, porque para él la mezcla de civilizaciones morisca y cristiana enriquece mucho a la cultura española. En este sentido piensa igual que el gran historiador Américo Castro, quien en su libro España en su historia (1948)94 subraya la importancia de la cultura árabe para la española. Goytisolo satiriza la cultura tradicional cristiana de España y elogia las aportaciones de la musulmana. Observa la península ibérica desde Tánger, en el lado africano del estrecho de Gibraltar. En la presentación al libro Orientalismo critica los “clisés etnocentristas, acumulados durante los siglos de lucha de la cristiandad contra el islam”.95
La ruptura con el islam. Hamed Abdel-Samad y Adonis
¿Es el islam una religión que incita a la violencia e invita a la guerra, o una religión pacífica? Los salafistas del Estado Islámico preparan la yihad, la guerra santa, pero la mayoría de los musulmanes piensa que su religión es pacífica. Ambos grupos reafirman su postura citando versículos del Corán, que, igual que en la Biblia, contiene frases para defender cada idea. Los cristianos que optan por la violencia suelen citar el pasaje “ojo por ojo, diente por diente”. Los salafistas se refieren a numerosos versículos que incitan a la guerra santa. De manera que, se puede argumentar, todo es un asunto de interpretación. Si leemos los libros sagrados en su contexto histórico, podemos entenderlos de otra manera y encontrar explicaciones que tienen sentido en nuestra época. La yihad, entonces, sería una lucha interior por el bien y no una guerra con armas. Pero las palabras que reveló el arcángel Gabriel a Mahoma son divinas, y según los salafistas hay que tomarlas al pie de la letra y tratar de vivir como lo hacían Mahoma y sus seguidores en el siglo vii: lapidar a las mujeres adúlteras y cortar las manos a los ladrones. Este castigo existía también en la Edad Media cristiana. Un candidato presidencial mexicano lo recomendó todavía en el siglo xxi.
Los cristianos fundamentalistas, entre ellos los protestantes radicales, se oponen a una lectura histórica crítica de la Biblia, que interpretan de manera literal argumentando que cada palabra es divina y su significado no cambia con el tiempo. No les importa el contexto histórico ni están conscientes de las transformaciones del mundo. Tampoco consideran las dificultades de interpretar un libro sagrado que tiene muchos autores y en el cual hay afirmaciones que se contradicen. Según ellos, Dios dictó cada palabra. Es famoso el caso del teólogo medieval Abelardo, conocido por su amor imposible a Eloísa, quien escribió un libro donde enlista todas las contradicciones de la Biblia.
El filólogo alemán de origen egipcio, Hamed Abdel-Samad, realiza la misma tarea y señala las contradicciones y debilidades del Corán en una investigación histórica crítica que lleva por título Mahoma. Saldando cuentas.96 Para él hay dos caras del profeta: la del hombre bondadoso y la del “monstruo”.97 Existe una gran cantidad de biografías de Mahoma escritas por hombres piadosos y muy pocas redactadas por especialistas. Samad no quiere competir con ninguno de ellos. Analiza de manera crítica el Corán y la vida del profeta mediante un análisis psicológico. Quiere saldar cuentas con una figura que admiraba de niño y adolescente, pero de la cual se distanció cuando descubrió sus defectos. Explica por qué rompió con Mahoma y con el islam. A diferencia de muchos teólogos musulmanes que propagan un islam abierto y mo derno, él defiende una sociedad laica donde podría vivir sin pertenecer a ninguna comunidad religiosa. Musulmanes y cristianos se condenan cuando dejan de creen en Dios, sin embargo, la comunidad judía no expulsa de su seno a las personas que ya no creen en Él.
Precisamente porque Samad no es un creyente, puede analizar con distancia crítica la vida de Mahoma y la obra transmitida, el Corán. Señala que este libro sagrado refleja las circunstancias de la vida del profeta, un hombre pacífico y lleno de misericordia al principio de su misión, pero que se radicaliza al final de su vida, cuando trata de imponer la nueva religión con las armas. Al principio del Corán, cuando Mahoma aún no tiene mucho poder, suele hablar bien de los judíos, pero en la segunda parte, cuando los judíos se niegan a convertirse al islam que está conquistando toda la península arábiga, los ataca duramente. Los descalifica como “peores que animales”98 y traidores. El islam, igual que el cristianismo, es enemigo de la tolerancia.
Una de las constantes psicológicas de Mahoma que señala el autor es su sed ilimitada de poder. Lo mismo piensa el poeta sirio Adonis, quien considera que el islam , más que una religión de misericordia, es una estructura de poder. Hamed afirma que en el siglo vii mucha gente no se convirtió al islam por convicción: “Evidentemente la espada tenía más fuerza que la palabra”.99 Pero no olvidemos que también el cristianismo usó la fuerza cuando se convirtió en la religión oficial del Imperio romano. San Cirilo mandó en Alejandría a sus soldados a las casas de los paganos para convertirlos al cristianismo por la fuerza de las armas. Una de sus víctimas fue la gran pensadora neoplatónica Aspasia.
Samad describe la actuación de Mahoma como incoherente y violenta. Castigó a los ladrones cortándoles las manos, mientras sus guerreros vivían muy bien de asaltos y presas de guerra. No solo le quitaron a la gente sus pertenencias, sino que vendía también a sus niños como esclavos. Todo legal. El profeta castigó a mujeres adúlteras mandándolas lapidar, pero él mismo tenía relaciones sexuales con mujeres que eran prisioneras de guerra y las repartió como objetos entre sus guerreros para que gozaran de ellas.100 Así, no es extraño que 1400 años más tarde, los guerreros del Estado Islámico repitan el ejemplo de Mahoma. Ya en esa época cualquiera tenía el derecho de ejecutar a un apóstata, como hoy pretenden hacer con Salman Rushdie por criticar duramente al islam. Mahoma no apreció a los poetas. Todavía en la actualidad se persigue a intelectuales que critican al islam y se emiten fatuas (juicios a muerte pronunciados por teólogos) en su contra, en tanto que la Iglesia católica ha dejado de matar a sus herejes o a sus críticos desde que la Inquisición desapareció en el siglo xviii. Actualmente es más peligroso criticar al islam que al cristianismo, como demuestran los asesinatos en la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. El mismo Hamad fue secuestrado por fanáticos religiosos durante una visita a Egipto, y podrían haberlo matado.
Otro defensor del laicismo es el poeta sirio Adonis. Su libro Violence et islam,101 que se compone de una serie