El islam y la cultura occidental. Lourdes Celina Vázquez Parada
hasta el siglo xvii. “El islam llegó a rozar muy cerca el umbral de Descartes, Kepler, Copérnico o Galileo”.80 Estos científicos son precursores de la Ilustración que “separará Europa de las demás grandes civilizaciones, tanto de la islámica como de la china o de la india”.81 En la Edad Media, la cultura árabe era muy atractiva. Así, el gran emperador alemán Federico II (1194-1250), quien residía en la isla de Sicilia, participó en la pacífica sexta cruzada que empezó en 1229 y negoció en árabe con sus interlocutores musulmanes.
Estos datos generales no son novedosos, pero sí muestran que durante muchos siglos la cultura musulmana no fue inferior a la occidental. El autor entra en detalles cuando nos introduce en la obra del poeta árabe-persa Abu Nuwás (762-813), quien desencadenó una “revolución poética” muy parecida a las innovaciones de Baudelaire. Es difícil detectar las causas del declive del islam; Meddeb las busca en la península arábiga donde en pleno siglo xviii, cuando Europa se abre a las ciencias, la revolución tecnológica y la industrialización, surge el teólogo mediocre Ibn Abd al- Wahab, “un escriba sin la mínima originalidad”.82 Para Meddeb este teólogo ni siquiera alcanza la categoría de pensador, porque se limita a enlistar reglas ajenas a toda creatividad que empobrecen espiritualmente al islam. Dos siglos después de su fundación, este movimiento purista se convertiría en la corriente religiosa oficial de la actual Arabia Saudita. En la actualidad, el wahabismo se expande rápidamente financiado con los petrodólares de Arabia Saudita.
El autor culpa de esta evolución en gran parte “a la mutación que experimentó el modelo occidental: de europeo se metamorfoseó en americano”.83 Un ejemplo típico de este fenómeno es Arabia Saudita, “un país auténticamente prooccidental en sus alianzas, profundamente americanizado en sus paisajes urbanos, y, al mismo tiempo, partidario de un islam que ya no es tradicional, sino un islam sometido a unas dietas de adelgazamiento tales que se ha vuelto endeble y anémico. Un islam que fundamenta su credo en la negociación de la civilización que ha engendrado”.84 Piensa que la americanización se ha llevado bien con este islam simplificado, y que ambas corrientes se olvidan del humanismo occidental y de la rica cultura musulmana de siglos pasados. En este contexto se pudo producir el desastre del 11 de septiembre de 2001. Meddeb lamenta que, a diferencia de antes, ya no exista una élite democrática:
Ha triunfado el vulgo, que, cuando adquiere el dominio de una técnica, pasa de la alfabetización a la especialización sin ejercitarse en lo que en otros tiempos se denominaba humanidades, un saber que hoy día se considera inútil. En esta manera de inculcar el control de una especialidad a un alma amnésica o virgen veo otro signo que confirma la americanización del mundo.85
Para el autor, este vulgo es “producto de una instrucción sin cultura”.86 El gran error de Estados Unidos fue su apoyo al integrismo y wahabismo con la finalidad de contrarrestar el avance del comunismo. Este error fatal tuvo como consecuencia la guerra de Afganistán, donde se habían apoderado del control político los talibanes, seguidores del wahabí Osama Bin Laden, fundador de Al Qaeda. Meddeb observa este fenómeno contradictorio en Egipto, donde la reislamización y americanización progresan paralelamente. El autor habla de la paradoja egipcia.
La enfermedad del islam es un libro interesante porque relaciona el pasado con el presente y compara el mundo islámico con el occidental. Busca la tolerancia y la convivencia pacífica de dos culturas que no se contradicen, sino se complementan. Dante y Goethe se nutrieron de autores clásicos de la cultura musulmana. Meddeb propone regresar a las fuentes auténticas del islam y luchar contra el wahabismo, este islam simplificado que falsifica el mensaje original.
En el libro aparece el esplendor del islam en los siglos anteriores al wahabismo. Meddeb se remonta a la Medina del profeta en el siglo vii, nos habla de Bagdad como un gran centro cultural en la época de los abasíes en el siglo ix y nos describe la ciudad de Damasco después de las Cruzadas. El islam, desde el siglo vii y hasta el xvi, fue una cultura fascinante en la cual surgieron grandes científicos y literatos. Muchos de sus nombres no son familiares, pero sí conocemos a Averroes, quien transmitió la filosofía de Aristóteles a los pensadores medievales. Meddeb elogia sobre todo la tolerancia de los grandes pensadores del islam. Así como los griegos se dieron cuenta de que no todos los bárbaros eran malos y todos los griegos buenos, así pudo escribir el “divino” Ibn Arabí:
¡Cuántos santos adorados en las sinagogas y las iglesias! ¡Cuántos enemigos rencorosos en las filas de las mezquitas!87
La enfermedad del islam es un libro que ha sido bien recibido en Europa. En 2002 recibió en Francia el prestigioso premio François Mauríac. La Neue Zürcher Zeitung lo elogia con las siguientes palabras: “Este profundo ensayo histórico filosófico es una fiesta del pensamiento, y en él cristaliza el sueño de Goethe: literatura mundial”.88
Una crítica de la visión occidental de Oriente: Edward Said y Juan Goytisolo
Debido a la actualidad que ha cobrado la relación entre Occidente y Oriente, se han realizado nuevas ediciones del famoso libro Orientalismo, de Edward W. Said,89 en el cual se señalan muchos prejuicios que dificultan una interpretación adecuada de las culturas orientales.
La edición original norteamericana del libro es de 1978. Dos años después se publicó la traducción francesa y siguieron versiones a muchos otros idiomas. En Suecia, Orientalismo incluso se convirtió en un bestseller. La traducción española de 1990 no tuvo mucho éxito porque se publicó en una colección de poca difusión; en cambio, la nueva edición de 2002 lleva un prólogo especial de Edward W. Said dirigido a los lectores en lengua española y en el cual subraya la estrecha relación que existía durante varios siglos entre el islam y la cultura española. Sin embargo, la obra se concentra en los estudios orientalistas que se desarrollan en el mundo anglosajón, en Francia, y en menor grado, en Alemania.
Edward W. Said tiene la nacionalidad norteamericana, pero nació en el Oriente próximo y pasó su juventud en Palestina y en El Cairo. Como árabe cristiano es un hombre que se divide entre el mundo oriental y occidental. Recibió una esmerada educación anglosajona y fue, hasta su muerte en 2003, profesor de letras inglesas en una universidad importante en Nueva York. Pero Said no solo se identificó con Estados Unidos, sino también con Palestina, de donde es originaria su familia.
En la presentación, Juan Goytisolo señala que este libro “produjo el efecto de un cataclismo en el ámbito selecto, un tanto cerrado y autosuficiente, de los orientalistas anglosajones y franceses”.90 Said se molesta por los numerosos clichés etnocentristas que existen en el Occidente con la finalidad de demostrar la superioridad de la cultura occidental sobre la oriental. Para comprobar esta tesis, examina una enorme cantidad de textos científicos y literarios y empieza precisamente en la Edad Media, cuando el Oriente se limitaba al mundo árabe islámico. Los medievales aborrecen a Mahoma por ser fundador de una religión, y lo califican como uno de los grandes impostores de la humanidad. En La divina comedia, Dante coloca a Mahoma en el infierno.
Después de la Edad Media, el islam dejó de ser una amenaza para el mundo cristiano. Concluye la reconquista de la península ibérica y más tarde incluso los europeos empiezan a conquistar los países árabes. Ingleses y franceses conquistaron el norte de África y expandieron su reino colonial hasta Asia. Entonces, por lo menos desde el punto de vista militar, el Occidente era superior al Oriente. “Para Occidente,” escribe Said,
en otros tiempos Asia había representado el silencio, la distancia y lo extraño, el islam constituía una hostilidad militante para la cristiandad europea. Para superar esas tinieblas constantes, Oriente requería primero ser conocido, después invadido y conquistado, y luego ser creado de nuevo por los eruditos, los soldados y los jueces que habían desenterrado unas lenguas, unas historias, unas razas y unas culturas olvidadas para proponerlas —en medio de la incomprensión del Oriente moderno— como el verdadero Oriente clásico que podía ser utilizado para juzgar y gobernar al Oriente moderno.91
Así, por ejemplo, los franceses e ingleses que conquistaron Egipto mostraron un gran interés por las culturas antiguas de este país, pero despreciaban a los árabes de su tiempo con quienes estaban llenos de prejuicios raciales. Said piensa que los orientalistas solo