Tras los pasos de Jesús. Ricardo E. Facci
tras sus huellas, inspira, orienta y motiva nuestra vida y justifica el contenido de nuestra acción evangelizadora. Si el "seguir" a Jesús es la sustancia del Evangelio, el seguimiento de Jesús es nuestra última razón de ser y de existir. Desde un profundo cristocentrismo, Hogares Nuevos evangeliza para que cada familia camine tras los pasos de Jesús. Es el único modo de garantizar una familia feliz, proyectada hacia la eternidad.
Oración para el inicio de la lectura y reflexión de estas páginas.
Señor Jesús,
Queremos caminar tras tus pasos,
Que nos dan seguridad en nuestro accionar,
Solidez en nuestras debilidades,
Serenidad en las tristezas,
Multiplicidad del gozo en nuestras alegrías.
Queremos seguirte siempre,
No permitas, con tu gracia, que abandonemos el camino,
Perderíamos el sentido de nuestra existencia,
Quedarían nuestras vidas sin rumbo.
Ayúdanos a no desmayar jamás en tu seguimiento,
Sabemos que la corona de la vida, está al final del camino.
Amén.
I. Para seguirle, escuchar la realidad, juzgar desde su luz y actuar en consecuencia
Dios habla a través de la realidad que nos reclama. (VER)
Padre Ricardo E. Facci
Fundador y Presidente de Hogares Nuevos - Obra de Cristo.
Conferencia en las Asambleas Nacionales 2013.
Una de las claves para saber interpretar el paso de Dios por la historia, la humanidad y nuestra concreta realidad, es saber leer los signos de los tiempos. Lo que Dios quiere decirnos en este aquí y ahora. Saber descubrir la misión que Él nos encomienda, para poder aportar verdaderamente a la Iglesia, a la sociedad y a la humanidad.
Dios habla de muchas maneras, habla por la conciencia, por medio de sueños (Mt 1,24), de visiones (Hec 16,9), de profecías (1Cor 14,3), de predicaciones (Ecle 2,11), de su palabra escrita (Jn 5,39), de voz audible (Mt 3,17), de la voz interna (Is 30,21; Jn 14,26) desde la realidad cotidiana, desde aquellas situaciones que nos rodean, desde los signos de los tiempo, desde todos estos ámbitos podemos escuchar a Dios.
Lo que se debe tener claro, es que Dios está más interesado en hablar al ser humano, que éste en escucharle. Cuesta disponerse a escucharle, a leer su palabra y su voluntad en la creación, en los acontecimientos de la vida, en la intimidad del corazón. Dios ilumina la vida y la realidad donde se vive.
El signo de los tiempos que significa el grito de la familia pidiendo auxilio, hizo que nos diéramos cuenta que, desde hace 30 años, Dios nos pedía que trabajemos y salvemos la familia, desde un aporte como meros instrumentos en manos del Señor.
Como tantas veces hemos dicho, la familia navega en una frágil cáscara de nuez, en medio de un mar turbulento. Ella, tan cara a los sentimientos del hombre, es el ámbito donde nacemos, crecemos, desarrollamos y morimos, sobre todo, el ámbito donde el ser humano llega a una de las mayores realizaciones como persona. Nada aporta al ser humano como la construcción de una hermosa familia y nada le hace tanto daño, como la triste experiencia de la destrucción de su familia o de la ausencia de ella.
Desafíos de la familia.
El gran problema no es directa y principalmente la familia, sino un concepto antropológico, esto es, la concepción que se tiene del hombre.
Lo central de la institución matrimonial y del concepto de la vida, es la humanidad del hombre, de su vivir, de sus opiniones, de su estilo de vida, esto es lo que está sobre el escenario y su relación con la institución familiar tan querida por Dios, desde el comienzo de la creación, para su bien, su desarrollo, su plena realización en la historia, en el tiempo y en la eternidad.
La crisis en la concepción del ser humano enferma todo lo que él hace. Especialmente, por el individualismo, el hombre, ha perdido la capacidad de amar, del encuentro con el "tú", acción indispensable en la construcción de la familia. El hombre puede perder su "humanidad" y convertirse en inhumano. Se vacía así de su propio ser, de su dignidad. Se enferma porque el espíritu no puede vivir sin amor. Esa enfermedad del espíritu puede minar las raíces mismas de su ser y de su comportarse como humano.
La crisis ha tomado una magnitud y profundidad que atemoriza pensando hasta dónde el ser humano podrá dominarla y superarla. Es una amenaza constante. Se manifiesta en una crisis de la razón, de conceptos, de valores. El hombre se dispersa, pierde su integridad, su unidad, su verdad, su rostro se ensombrece, su mirada se vuelve recortada, miope, pierde la capacidad de contemplar el horizonte. El hombre se vuelve caricatura, porque pierde luminosidad en la que se refleja el esplendor del Creador, entonces se hunde en un mar turbulento, oscuro, de corrientes riesgosas, en las que puede encontrar aquellas que lo arrastren hacia profundidades muy oscuras, logrando que pierda la autodeterminación para ser feliz.
Descripción de la familia en la sociedad actual.
En este último tiempo, se han incrementado, de modo progresivamente alarmante, el número de divorcios y de separaciones conyugales. Aumento de matrimonios sólo por civil, y sobre todo, el incremento de parejas con uniones de hecho.
La cultura dominante, especialmente manifestada por los Medios de Comunicación Social, favorece las rupturas matrimoniales y la creación de nuevos vínculos maritales. Los efectos de las rupturas matrimoniales son muy graves y dañinos, especialmente para la educación e integración social equilibrada de los hijos. Efectos negativos económicos y psicológicos para los cónyuges y para los hijos.
Últimamente se habla de múltiples formas de familias, quitando el modelo tradicional que incluye a los papás (fruto de un matrimonio entre un varón y una mujer) y a los hijos.
No existen programas públicos, con apoyo gubernamentales, para la instrucción en la regulación natural de la fertilidad. Se promueve el aborto, las píldoras abortivas. La praxis de la esterilización quirúrgica. Por otro lado, avanzan en los diferentes países la fecundación artificial, generando acumulación de miles de embriones congelados, verdaderos bebés congelados
Existe una concreta discriminación de los verdaderos matrimonios, equiparándolos legalmente a parejas de hecho o de homosexuales, haciendo que aparentemente todo valga lo mismo, o peor aún, lo normal parece cosa del pasado, de minorías caducas, generando una verdadera confusión, especialmente en las nuevas generaciones.
Lo grave es que la familia "escuela del más rico humanismo" (G. et S. 52) es mirada con sospecha; ella fuente de una genuina personalización (en la que el hombre crece en su dimensión personal) es acusada como obstáculo a la realización humana, a su libertad. Y ésta, caprichosamente interpretada, le da la impresión de ser centro de todo, referencia de todo, norma. La libertad sin verdad, sin exigencias, sin responsabilidad, es un peligroso instrumento, como un juguete mortal. Curiosamente, mientras el hombre gana espacios de libertad, y su técnica alcanza niveles desconocidos, y la riqueza aumenta, en otros aspectos se empobrece, incapaz de mirar la miseria del mundo, y se ata a cadenas de esclavitud que él mismo se forja.
Se han generado una serie de pendientes resbaladizas. Pendientes muy riesgosas, especialmente, teniendo en cuenta que ya se inició la carrera posterior al tropiezo y el resbalarse. Las reformas educativas de los años '80, en la mayoría de nuestros países, han deslizado y resbalado hacia jóvenes sin puestos de trabajo y fracaso escolar; la introducción en la legislación del divorcio nos lanzó por una pendiente en la que el matrimonio, base de la familia, es algo que jurídicamente es irreconocible: no es indisoluble, ni heterosexual, ni abierto a la vida, sólo parece algo repudiable; la anticoncepción de los '60 condujo a la esterilización, al aborto, a la píldora abortiva, a la destrucción de tantos corazones de mujeres destrozados por haber asesinado a su hijo. Al eliminar los bebés mal formados en el vientre materno, conduce a eliminar recién nacidos, jóvenes mal formados, a la misma eutanasia. Una pequeña grieta acaba en ruina.
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