Tras los pasos de Jesús. Ricardo E. Facci

Tras los pasos de Jesús - Ricardo E. Facci


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que degrade la vida familiar; pero si somos miles, podremos continuar con nuestra siembra de amor, familia por familia, y que tanto resultado nos ha dado, pero que debemos hacer crecer en progresión geométrica. Si uno logra hacer nuevo a tres hogares, esos tres podrán con nueve y así sucesivamente, hasta que todos queden renovados hasta el confín de la tierra. Si no nos comprometemos en luchar contra este cáncer de la sociedad, seremos víctimas de ella.

      Nuestros países, europeos y latinoamericanos, con presencia de Hogares Nuevos, sufren temas preocupantes en relación a la familia, a través de legislaciones nacionales, de recientes decisiones judiciales, de políticas promovidas por la Naciones Unidas, que son verdaderas amenazas para la dignidad humana y la institución familiar.

      Los Obispos, en diversas oportunidades, constatan la presencia de Movimientos laicales que aumentan en importancia y que tienen como finalidad el trabajo de la familia y de la vida de gran importancia tanto en el ámbito diocesano, como en el nacional, regional, internacional y mundial (Cfr. 3er Encuentro de presidentes de las Comisiones de Familia y Vida de las Conferencias episcopales de América Latina y el Caribe (22-12-2005). Somos un Movimiento concreto, Hogares Nuevos debe responder plenamente a este signo de los tiempos que Dios ha utilizado para sensibilizarnos ante las necesidades de la familia y nos envía a reconstruir las Iglesias domésticas, como a San Francisco, le pidió a través de la necesaria reconstrucción de San Damián, que reconstruya la Iglesia.

      Nuestra espiritualidad ilumina la familia y la sociedad. (JUZGAR)

      Hna. Mariana A. Morón.

      Vicepresidente I de Hogares Nuevos – Obra de Cristo.

      Conferencia en las Asambleas Nacionales Argentina y Paraguay, Agosto y Septiembre de 2013.

      Voy a intentar expresarles el Juzgar. Esto me recuerda mi primera mesa de examen, como alumna de Pastoral Familiar. El profesor de la materia era el Padre Ricardo y en el medio del examen me preguntó: “si tendrías que elegir entre el ver, el juzgar y el actuar, que aparece en Familiaris Consorcio, aunque todas son importantes, cuál elegirías”. Rápidamente repasaba en mi cabeza… que el Ver es analizar la realidad. Juzgar: conocer los designios de Dios sobre el matrimonio y la familia. Actuar, la acción y la misión. Era una pregunta que con la respuesta tenía que dar en la tecla justa. El Espíritu Santo me iluminó y dije: “la del medio”. “Sí” me dijo. Es así, todos son importantes, pero si debo quedarme con una, es el Juzgar. Juzgar es poder tener las herramientas para conocer, juzgar y comprender los designios de Dios sobre el hombre, sobre su vocación al amor, al matrimonio y la familia, esto nos va a situar y mantener posicionados para analizar el pasado y actuar en el futuro. Desde este ejercicio del ver juzgar y actuar podremos iluminar las acciones.

      Estamos llegando al final del periodo de la gran celebración de los 30 años de Hogares Nuevos. No se puede hablar de 30 años de Hogares Nuevos sin mencionar la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, que penetró en la vida del Padre Ricardo con impulso transformador y, también, despertó en muchas personas el ardor por la familia iluminando lo relacionado con la vida y el amor.

      A través de esta Exhortación Apostólica, Hogares Nuevos construye sólidas bases para poder afrontar la destrucción de la persona, del matrimonio y de la familia, ataque que estamos presenciando día a día y que se manifiesta en la cultura de la muerte, por encima de la cultura de la Vida. La cultura de la Vida defiende el carácter sagrado de la vida humana desde el momento de la concepción. Pero la cultura de la muerte se manifiesta también desde la ideología de género, de la revolución sexual y de los nuevos modelos de familia que carcome los fundamentos del matrimonio y la familia.

      A través de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, hemos podido comprender la misión de la familia, para generar cambios sociales necesarios construyendo y reconstruyendo familias en pequeñas Iglesias domésticas, para dar nueva vida en el seno de la Iglesia madre.

      Como matrimonios aquí presentes, cada uno de ustedes, que han dado un pasito al frente como animadores o coordinadores, siempre desean darle un poco más al Señor y servirle de la mejor manera, además, desean animar la vida de los hermanos, asumiendo la formación y el acompañamiento de los matrimonios de nuestras comunidades en cada una de las etapas de la vida matrimonial. ¡Se imaginan!, aquellos matrimonios que Dios ha puesto al lado de ustedes, para caminar juntos el camino de la fe, esto dará mucha fuerza a las familias, les ayudará a perseverar en el matrimonio y construirán familias más felices, y ustedes estarán asumiendo un compromiso evangelizador promoviendo el acompañamiento de matrimonio a matrimonio.

      Juzgar la realidad familiar.

      Muchas personas de la sociedad en general, pero también aquellas personas muy cercanas a cada uno de nosotros, compañeros de trabajo, amigos, familiares, piensan que la familia hace perder la libertar personal, que la familia esclaviza a la mujer, que si ejerce la maternidad será un obstáculo para su realización personal, porque los hijos son una molestia, la fidelidad al amor de los esposos se considera una ilusión, una utopía, en vez de descubrir que la fidelidad es un bien fundamental para el hombre y para una sana construcción de la sociedad.

      El mundo moderno y el racionalismo moderno “que todo lo razona”, no tolera el misterio, entonces no acepta el misterio del hombre, varón y mujer, ni quiere reconocer que la plena verdad sobre el hombre ha sido revelada en Jesucristo (cfr. Concilio Vaticano II, Gratisiman Sane 19). Aquí está el rechazo del hombre a Dios, el mundo rechaza a Dios; esta corriente del racionalismo moderno no tolera el misterio del hombre, no tolera la presencia de Dios en el mundo, no quiere reconocer que la plena verdad sobre el hombre ha sido revelada en Jesucristo.

      Cada uno de nosotros a través de la experiencia conversional, de nuestro encuentro con Cristo, abrazamos a Cristo Vivo, sumado a la perseverancia en Hogares Nuevos, poco a poco, día a día, se va alimentando el espíritu, elevando el espíritu, porque se busca y encuentra la verdad que redime y que libera (cfr. Concilio Vaticano II, Gratisiman Sane 19).

      La familia es sujeto creativo, precisamente la familia es la que da, la que aporta la vida a la sociedad. La familia debe “salvaguardar y conservar al hombre” (L’Osservatore Romano, 5 de Octubre de 1980 p.1). Si se abraza a Cristo Vivo y se le enseña esto a los hijos, se estará aportando a la sociedad hombres y mujeres que reconocen a Dios como su creador, de este modo, se contribuirá a que intervenga Dios en el mundo.

      El Papa Juan Pablo II afirmó en Familiaris Consortio: “Familia, sé lo que eres” (FC 17), pero más tarde, necesitó reafirmar: “Familia, cree en lo que eres; cree en tu vocación a ser signo luminoso del amor de Dios”. Es necesario que nosotros re-afirmemos en qué consiste la vocación al matrimonio y la familia. (Mensaje con vivo complacimiento, al Cardenal Camilo Ruini, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, con ocasión del XX Aniversario de la Familiaris Consortio, 15 de Octubre de 2001).

      La Familia es el lugar donde un hijo vive la primera experiencia de comunión en la fe, en el amor y en el servicio a los demás. Cada uno hoy vivenciamos la fe, el amor y el servicio, de una manera consecuente con la primera experiencia que hemos recibido en la primera etapa de nuestra vida. Lo que hoy podemos dar en relación a la Fe, Amor y Servicio, está condicionado por la primera experiencia que recibimos en la infancia. Esto nos hace sentir muy necesario reafirmar las experiencias de comunión en la fe, en el amor y el servicio, que desarrollan nuestros hijos en la corta edad porque graba a fuego nuestra identidad cristiana. Cuando somos adultos tenemos distintas posibilidades de acrecentar la formación en esto, pero la primera experiencia condiciona lo que aprendemos a lo largo de la vida.

      El sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa la Iglesia. Desde esta alianza de amor se despliegan la paternidad y la maternidad, la filiación y la fraternidad, el compromiso de los dos por una sociedad mejor (Documento de Aparecida 433).

      Todos quienes estamos aquí presentes creemos firmemente que “la familia es imagen de Dios y que, en su misterio más íntimo no es una soledad, sino que Dios es familia” (DP 582). En la comunión de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último destino (Documento de Aparecida 434).

      La


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