Teología en movimiento. Arianne van Andel
se abren las narrativas bíblicas y las reflexiones de otros/as, como un espejo, una voz opuesta, algo o alguien con quien profundizar y clarificar nuestras propias opciones, vivencias y valores. Cuando se hace teología desde las reflexiones que surgen en un grupo diverso, brota teología en movimiento. Sin embargo, esta teología tiene que partir de otro concepto que el usual de “verdad”. Aunque el libro se deja apelar transversalmente por las narrativas bíblicas, estas no son en ninguna parte dogma o última verdad. Las historias se hacen nuevamente verdad en el camino y en la vida (Jn 4,1-42), como se sostiene en el segundo artículo. “La verdad” en forma esencialista no existe, pero tiene que ser encontrado en el encuentro y diálogo con otros y otras. Ahí se llega a una experiencia verdaderamente ecuménica, donde se rompen prejuicios y se facilitan cambios en las personas.
El libro trata de dar unos pasos más allá en la antropología de la teología de la liberación “clásica”, que muchas veces sigue dentro de un marco racionalista. Propone una teología conmovedora. En el artículo “Entre lucha política y relacionalidad cosmológica” hago un balance entre la metodología de esta teología y los aportes de la teología ecológica feminista de Ivone Gebara. Gebara, quien escribió el prólogo a esta colección, aboga por unos cambios más profundos en nuestra epistemología y cosmología, superando los dualismos jerárquicos entre cultura y naturaleza, espíritu y cuerpo, sagrado y profano y razón y emociones, tan propias de la teología occidental. Desde esta preocupación, hice un pequeño estudio sobre la rabia e indignación como emociones fuertes en los movimientos de resistencia frente a las injusticias de este mundo. En reacción al libro La resistencia es el secreto de la alegría de mi maestra teóloga feminista Lieve Troch, escribo un artículo en que analizo el rol de las emociones, y particularmente de la rabia, en estos movimientos, y elaboro algunas pistas para una hermenéutica de la rabia.
En el artículo “movilizando la esperanza” muestro mis propias fuentes de motivación en la lucha en contra del cambio climático, usando narrativas de sabiduría ancestral y un poema de mi tierra para recalcar el tremendo valor de cada acción pequeña, de cada pregunta frente a un sistema socioeconómico depredador que niega la esperanza.
Desde 2015, mis estudios se centran en reflexiones teológicas a partir de la crisis ecológica, que es para mí la situación más urgente de ser asumido por el cristianismo, que ha tenido en la historia un enfoque principalmente antropocéntrico. En los artículos eco-teológicos que siguen, entro en diálogo con tres denominaciones cristianas. El primer artículo relata mi recepción de la Encíclica de Papa Francisco Laudato Si’, relevando su gran aporte para la reflexión eco-teológica, y su llamada a procesos de confesión y conversión ecológica en las iglesias. El segundo artículo fue escrito en el contexto de los 200 años de la Reforma Protestante, y quiere resignificar tres principios básicos de la Reforma Luterana para una reforma ecológica en las iglesias. Finalmente, escribí un artículo de interpretación bíblica sobre el libro Apocalipsis, ya que esta narrativa ha sido interpretada en encuentros con iglesias evangélicas como narrativa que predice la crisis ecológica como inicio del fin de los tiempos. Muestro como este libro, más que invitar a la resignación, nos impulsa a una actitud profética para denunciar los sufrimientos de comunidades en la tribulación del desastre ecológico, visibilizar las prácticas que anuncian nuevos tiempos y seguir nutriendo visiones de un cielo nuevo y una tierra nueva. Termino esta parte con un artículo que cuestiona las soluciones de la geoingeniería frente al cambio climático, justamente porque deja fuera las visiones de estas comunidades.
En todo el libro busco una teología que moviliza a las personas a enfrentar la crisis socioambiental que vivimos e invito a pensar nuevos paradigmas. Para eso hace falta escuchar la voz de todos y todas, y especialmente de los grupos más afectados por la crisis. Las mujeres son las que siguen siendo excluidas en los espacios de decisión en la política y en las iglesias. A partir de los grandes debates en Latino América sobre la Ley de Género y del Aborto, rechazados por grupos conservadores que se apropian del discurso “pro vida”, este libro sigue con tres artículos recientes en que abogo nuevamente por un diálogo abierto sobre nuestros valores, sin verdades a-priori y desde la experiencia. En una teología que quiere movilizar para un mundo más justo, los y las más afectados por la exclusión y la injusticia tienen que recuperar la voz, más porque han sido explotadas y despreciadas como la naturaleza misma. Una conversión ecológica sin las mujeres no será, digo en una revisión crítica de la ausencia de las mujeres en Laudato Si’. También en las discusiones sobre los derechos de las personas LGTBI, pido a la teología tomar un lugar de escucha y pregunta, sin miedo, en búsqueda del encuentro. Finalmente hago una reflexión epistemológica desde la crisis de la pandemia que vivimos hoy, que cuestiona fuertemente las dicotomías en el pensamiento moderno, para dar pistas de cómo superar modos de interpretar el mundo que nos atrapen en el statu quo, y abrir posibilidades de un futuro verdaderamente transformado. El libro quiere ser un aporte a una teología con este fin: conmovedora, movilizadora, en movimiento.
LA BIBLIA COMO LUGAR DE ENCUENTRO ECUMÉNICO1
El ecumenismo se parece un poco al encuentro inusual entre Jesús y una samaritana que encontramos en Jn 4,1-42. En ese relato las vidas de un hombre judío y una mujer de Samaria se entrecruzan en un pozo al mediodía. Normalmente estas dos personas no se tratarían entre sí, debido a las reglas de género, diferencias de religión, etnia, y por todos los prejuicios que existen entre sus pueblos. Jesús, sin embargo, rompe todas las reglas que les separan, y pide agua a esta mujer. Con este gesto, se abre una conversación entre los dos, en que hay espacio para hablar sobre la realidad de su tiempo, sobre sus diferencias religiosas, y sobre la exclusión en que viven: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” En el diálogo siguiente surge agua viva, que produce en la mujer samaritana un cambio radical: ella se deja conmover por Jesús, que la acepta tal como es y la libera de prejuicios, lo que la lleva a testimoniar sobre eso en su pueblo.
Como en esta escena, en los encuentros ecuménicos también se confrontan dos o más tradiciones religiosas, con distintos pasados, culturas y costumbres. En grupos que comparten la tradición cristiana su pozo común es la Biblia, pero muchas veces son justamente las interpretaciones bíblicas y las doctrinas basadas en ellas, las que han causado separaciones y prejuicios entre las comunidades. Se nota que las personas de tradición católica en general poseen muchos dogmas aprendidos desde la tradición institucional, mientras las personas de tradición evangélica, para sostener sus verdades, recurren a versículos bíblicos. A causa de estas certezas, no es evidente que la Biblia pueda ser un lugar de encuentro ecuménico. Por eso en el diálogo entre grupos de distintas denominaciones, también debe haber alguien que igual a Jesús en el relato mencionado, facilite que se rompan las convicciones inamovibles y los prejuicios, para que se abra un espacio donde surjan conversaciones que produzcan cambios en todas las personas presentes.
Para que fluyan las aguas en un grupo ecuménico que se reúne alrededor de las Escrituras, es necesario que el grupo vaya aceptando algunos supuestos básicos sobre la Biblia. Primeramente, que toda lectura es interpretación. Uno no puede leer la Biblia de una manera neutral, porque cada lector(a) lleva sus propios “lentes de lectura”, y –muchas veces de modo inconsciente–, ve afirmado en los relatos los aciertos de su historia de vida y sus convicciones. Segundo, que el mensaje de Jesús no fue pensado para dividir, excluir a personas, o incluso justificar guerras. Aunque los relatos de la Biblia nos pueden cuestionar y criticar fuertemente en nuestras posiciones, estamos convencidos que “la palabra de Dios” lleva primeramente un mensaje de amor, justicia y paz. Eso significa que tenemos que mantener una “hermenéutica de la sospecha” frente a interpretaciones bíblicas que han sido usadas para justificar discriminaciones y condenas. Tercero, el supuesto que la Biblia misma es un libro inherentemente ecuménico. Quienes reconocen que la Biblia es una biblioteca con relatos de distintas épocas y tradiciones, en que existen muchas discusiones internas sobre las interpretaciones de las escrituras, se mantendrán más fácilmente con un diálogo similar en los grupos de hoy. Significa suspender los propios juicios sobre la verdadera Palabra de Dios y empezar una búsqueda abierta con una “segunda ingenuidad”, para descubrir en conjunto las aguas frescas y vivas que fluyen del pozo.
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