Las frikis también soñamos. Ayla Hurst

Las frikis también soñamos - Ayla Hurst


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—respondió con el tono de voz grave que la caracterizaba.

      —¿Puzles?

      —Así es —respondió firme en una actitud infantil que al capitán le pareció de lo más tierna—. Hay que ser inteligente para saber resolverlos, elaborar la mejor estrategia, fijase en los detalles. —Cada vez más le sorprendía el intelecto de la muchacha, le daba mil vueltas a todos los cerebros que había conocido en su vida, y eso que había trabajado con los mejores científicos del mundo—. Además —añadió Ayla—, los puzles son como la vida. Al principio es un desorden, un caos, un lío, pero a medida que formamos nuestros caminos y que construimos nuestros destinos, todo empieza a tener sentido y todas las piezas encajan.

      El suspiro final de aquella frase le recordó a Adam los sonidos que emitía su boca la noche anterior y las increíbles sensaciones que despertaban en él.

      —Tengo algo para ti —dijo después de un eterno y mágico silencio. Driver se dirigió a su mesa de trabajo y del primer cajón extrajo un objeto cuadrado y amarillento, lleno de polvo. Parecía muy antiguo. Cuando se lo entregó a Ayla, su expresión de asombro fue impresionante. Lo agarró con amor infinito, con muchísimo cuidado.

      —Es… es un libro de papel… Un libro de verdad… Esto vale una fortuna, capitán. Quedan… quedan poquísimos.

      —Querías algo de lectura para entretenerte. Es un libro de cuentos infantiles. Se llama El Reino de Olar. Trátalo bien —le ordenó mientras sus dedos se tocaban durante un instante.

      —¿Qué tal la cena con la teniente Jazz —preguntó Ayla sin levantar la vista de su trabajo al escuchar entrar al capitán a la habitación de un portazo. Los donceles fueron inmediatamente a atender a su señor, pero este los despachó. Driver lanzó su gorra al sillón y se alborotó el pelo. Medio sonrió al estirar el cuello para ver qué hacía la muchacha en su mapa. Tenía su infusión humeante en la misma taza de barro de cada noche, sobre un posavasos al lado de las notas, códigos y pergaminos que Ayla intentaba descifrar. Cuando la muchacha se volvió para mirarlo, tenía los ojos violetas, eso significaba que había pasado un largo rato forzando la vista para traducir la Antigua Lengua.

      —De trabajo —respondió él—. La teniente Jazz opina que no deberíamos haber varado en la bahía. Cree que sigo demasiado tus consejos.

      —¿Y lo haces? —Ayla se puso en pie y se encaró a él. Sus miradas se cruzaron en un instante eterno.

      —No —por supuesto que no—, yo no intimo con nadie, y menos con una prisionera. Además, también he tenido que regañar a Jazz, se ha pasado la noche adulándome, creo que quiere que la ascienda, aunque sabe de sobras que solo considero los méritos militares. Creo que ya va siendo hora de que les dé a los chicos un día libre, han trabajado mucho últimamente.

      —¿Por qué me cuentas esto, capitán? —preguntó Ayla mientras le quitaba los guantes blancos del uniforme de gala y acariciaba con cuidado la mano herida—. Apenas hablas conmigo, no has tomado tu baño y no has sorbido tu infusión. ¿Te ocurre algo?

      Es cierto, ¿por qué le había contado todo eso? A caso a ella le importaban sus problemas. Un calor, como el que había sentido la noche anterior brotó de nuevo ardiendo en su interior y un cosquilleo en la mano izquierda que no había sentido en años le sorprendió recorriéndole el cuerpo y lanzando potentes impulsos eléctricos a su maltratado cerebro. Ayla tenía su mano izquierda entre las suyas. Sentía su calidez, su presencia, su esencia penetrando en los poros de su piel. La teniente Jazz le había rozado la mano durante la cena, y él la había mirado atónito, inmediatamente ella se había sonrojado y la había retirado. Ayla, en cambio, seguía ahí, frente a él, desafiante. Aún tenía las marcas rojas en el cuello del arrebato de furia del capitán. Driver se miró la mano temblorosa, hacía años que no sentía nada… Flexionó los dedos y miró a la joven: tenía dos opciones. O bien estrangularla o bien abofetearla. Colocó su mano en el rostro de ella: era imposible… el tacto de su mano, ¡Sentía cosas! Los estímulos que recibía su piel mandaban señales al cerebro y Adam Driver sentía: sintió calor cuando le acarició la piel suave, un tacto agradable y sedoso, humedad cuando le pasó el dedo por los labios y un agradable cosquilleo entre los dedos cuando le acarició el cabello de puntas blancas.

      —Creo que la teniente Jazz siente cierta atracción hacia ti —murmuró ella mientras Adam le acariciaba las pestañas fascinado—. Por eso cena contigo, porque le gustas… Ella es una chica muy bonita y parece agradable.

      Adam rodeó a Ayla por la cintura y la atrajo hacia él. Sus cuerpos se tocaron.

      —No parece agradarte. —Su mano descendió por el cuello y el pecho, le desabrochó la túnica y sintió el pezón reaccionar a su tacto siempre frío, se endureció bajo sus dedos. Era increíble, fascinante, quería seguir tocándola por todas partes—. Es más, parece que sientas celos.

      Entreabrió los labios, provocativa. Ella empezó a acariciarle también. Le desabrochó la túnica gris de gala y la deslizó por los hombros.

      —¿Por qué debería estar celosa yo? Has pronunciado unos votos de castidad, y ella también. Jazz es tu subordinada y yo soy solo una prisionera, una esclava…

      —Sí, solo eres eso —susurró Adam antes de alzar a la chica y sentarla sobre el banco de trabajo, tirando a su paso pergaminos, códigos y cuadernos de notas… El vaso con la infusión se derramó cuando el capitán se inclinó sobre ella y la penetró sin previo aviso. Las uñas de Ayla se clavaron en su espalda.

      Aquello ocurrió noche tras noche. Después de que el capitán Driver terminase su jornada charlaba un rato con Ayla y después hacían el amor. A la semana, le abandonó el sentimiento de arrepentimiento que le invadía por las mañanas y dejó de destrozar la habitación con cada amanecer. A los diez días, ya no le importaba el placer que ella le proporcionaba, ni como había revivido el tacto en su mano, y su obsesión comenzó a ser la de darle placer a ella. Ayla le enseñaba cómo hacerlo, condujo sus dedos a su entrepierna una noche mientras se bañaban juntos. A Adam le sorprendió como las reacciones de ella le proporcionaban más placer que las suyas propias. Al poco tiempo, ella le enseñó a usar la lengua y él le pidió tímidamente que hiciera lo mismo con él.

      No fue hasta pasado casi un mes, cuando estaban a punto de desembarcar y comenzar la expedición por tierra, que Adam Driver no conseguía conciliar el sueño de nuevo. Las infusiones no servían de nada, hacerle el amor a aquella chica era un somnífero mucho más efectivo, se lo había hecho aquella noche, pero algo sacudía la mente del inquieto capitán:

      —Ayla, Ayla… Necesito hacerte una pregunta, es importante. —Adam sacudió a la chica, que dormía profundamente acurrucada a su lado. La muchacha se desperezó, se frotó los ojos y se apartó el pelo de la cara.

      —¿No me lo puedes preguntar mañana? —respondió somnolienta.

      —No, es un asunto muy importante. —A pesar de la oscuridad que reinaba, los ojos de Adam brillaban con la intensidad de mil soles, competían con los mechones de pelo de Ayla, que resplandecían como la luna llena.

      —Está bien, ¿qué ocurre?

      —Tú estás enamorada de mí, ¿verdad? —Ella asintió con la cabeza más como acto reflejo que en plena consciencia de sus actos—. ¿Y cómo lo supiste? ¿Cómo supiste que estabas enamorada? ¿Cómo te diste cuenta? —Ayla le acarició el rostro con ternura.

      —Fue muy sencillo. Empecé a experimentar síntomas.

      —¿Síntomas? ¿Qué clase de síntomas? ¿Cómo los de una enfermedad? —dijo poniéndose nervioso y agarrándose el cuello asustado.

      —Exacto. —Se incorporó para mirarle a los ojos mientras le tocaba el pelo—. Cuando estabas cerca, un hormigueo me recorría el estómago y el corazón me latía muy deprisa. Me costaba concentrarme y sentía que me derretía cada vez que te miraba a los ojos… Pero el verdadero momento en el que descubrí de que me había enamorado de ti fue cuando me desperté una mañana y me di cuenta de que el mundo había


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