Arca e Ira. Miguel Andrés Rocha Vivas

Arca e Ira - Miguel Andrés Rocha Vivas


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Como cuando se trata de pequeños grupos con guías turísticos razonables. O ¿viste?, cuando hay una convivencia más amable entre las personas, más allá del negocio, lo cual implica dejar a un lado lo que llaman objetivos o targets.

      A: Los turistas usualmente son tratados como mercancías, y muchos aprenden a hacer lo mismo con quienes se encuentran en su tour. Comen lo que se mueva. Tiran dulces a los niños nativos, a los monos y a los animales raros. Piden patés de la fauna local. Filman lo infilmable.

      I: Fijate que de vez en cuando los turistas también son objetivos militares para llamar la atención de la política internacional. Cuando un grupo armado quiere hacerse visible, a veces deciden disparar contra los turistas que toman el sol en una playa, visitan un templo, o incluso se divierten en un teatro o en un café al aire libre.

      A: Uno puede ir de peregrino en ciertas partes de India, un país supuestamente tan vegetariano y espiritual, pero hay tantos lugares en donde te tratan como carne y carnada… que tienes que ponerte un poco agresivo para sobrevivir. Es canibalismo del turista del que te protegen ciertos tours. Pero si vas por tu cuenta de peregrino… Claro, no te están robando a mano armada, pero te quieren meter los suvenires por la boca. Cualquier cosa que compres, cualquier motorickshaw que tomes para moverte, cualquier servicio que requieras, suelen cobrártelo mínimo unas dos, tres o muchas veces más.

      I: Vos tenés que aprender a decir ¡NO! Con furia. Con fuego en los ojos como Indra con el rayo o Kali con el cuchillo ceremonial.

      A: India es puro fuego para el viajero.

      I: Lo que los yoguis llaman pratyahara. Es tal el exceso de los sentidos y los estímulos externos (imágenes, olores, esmog, ruido) que uno termina introvertiéndose…

      A: Es una respuesta natural. Y te induce al refugio en ti mismo.

      I: Hasta podés decir que actualmente un camino conducente a lo espiritual, si asumís su impacto, son las calles, el tráfico y las multitudes. Tenés que preguntarte quién sos vos.

      A: Sí y eso aplicaría para cualquier tipo de contacto interior. Inicialmente ese repliegue hacia adentro es para protegerse del ruido, del intempestivo acecho e incluso de la polución.

      I: Es verdad. Deseás respirar mejor. Ahí comienza lo que los hindúes llaman saucha, limpieza, al menos para los viajeros que no tenemos ningún tipo de control sobre el tráfico, la emisión de gases, la dispersión de las basuras…

      A: … que se comen las vacas en Varanasi y Calcuta. Un día vi monos jugando con papel higiénico arrojado a la calle desde algún hotel. Estaban cerca de un templo budista. Nadie los detenía. Se les daba el derecho a poner sus propias banderas de oración.

      I: Y ¿viste?, son impresionantes esos encuentros con los monos en las calles, en los templos y en las estaciones de tren. Forman verdaderas pandillas. A veces roban a los turistas despistados.

      A: Pero a mí no me pasó nada de eso. Aunque cuando los veía en manadas sí me llegaron a intimidar, creo que tomando un tren en el estado de Bihar. Lo viví en un hotel de Orchha, al otro lado del país, todavía en el norte. Estaba descansando en mi habitación. Salí a la ventana para ver a lo lejos los amarillentos castillos de la India medieval.

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      Mono langur. Orchha. India.

      I: ¿Y viste a Hanuman, el rey mono?

      A: ¡No! Pero en cierta forma sí. Era un mono relajándose en el balcón. Estaba en una pose tan pensativa y ensimismada que me pareció nunca haber visto un animal tan semejante.

      I: ¡Un hermano!

      A: Sí, hermano, primo y amigo. Aunque la verdad ni me miraba. No se inmutó cuando le tomé un par de fotografías. Allá abajo, haciendo monerías sobre otros techos, los de su manada eran muy silenciosos. Al parecer estaban buscado comida. No sé si él en mi ventana sería un vigía. Pero no parecía. Cuando en la noche visité el templo de Hanuman, sus esculturas bañadas en polvo de colores, y sus collares de flores aromáticas, debo confesártelo: no me causaron ni la mitad de la impresión que me causó el langur en mi ventana.

      I: Yo leí que en ese pueblo se han venerado a los monos y a Hanuman por generaciones.

      A: Sí, pienso que es el milenario respeto que han experimentado los animales en ciertas partes del Asia, lo que los hace sentirse iguales o incluso mejores que nosotros. Nada de estar huyendo porque los van a convertir en juguete de circo o en hamburguesa de McDonalds.

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      Mono prisionero. Archipiélago de San Blas.

      I: Como esas vacas con cara de bife que pasan encamionadas allá en las pampas de la Patagonia. Las llevan directo al matadero y vos no sabés por qué se las trata tan mal antes de comérselas.

      A: Porque son mercancías, como tantos turistas.

      I: ¡Fijate! que en lo que llaman occidente somos muy jodidos, che, con los benditos animales.

      A: No me considero occidental. En parte porque a nuestros contemporáneos se les ha olvidado que somos animales. Pensamos que no somos animales porque solemos vivir en edificios, leer periódicos, montar en aviones y volar al espacio. Y porque nos comemos a “los animales”.

      I: Creemos que somos los elegidos, la especie superior. Es una cosa bien jodida porque nos lo metieron en parte desde los libros monoteístas. Lo llevamos en nuestros adn religiosos.

      A: En muchas religiones nativas, de origen chamánico, o pluralistas, las representaciones y cualidades de los hombres y los animales se transforman unas en otras. Cooperan epistemológicamente hablando. Lo espiritual se insufla más allá de cualquier línea radical separatista entre lo animal y lo humano, e incluso en relación con lo vegetal y mineral.

      I: En ciertas visiones cristianas vos podés ver al águila como alegoría de san Juan, pero lo sagrado en sí es el mensaje que transmite, no el animal en sí.

      A: Aunque en el caso de las deidades hindúes los animales también son vehículos. Parvati va sobre un león y Shiva se sienta a meditar sobre la piel de un tigre.

      I: Pero es diferente. Ganesha, por ejemplo, perdió su cabeza humana y le fue puesta una de elefante. El elefante es tan sagrado como el hombre. Existe allí una ontología relacional, ¿viste?

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      Mirada del elefante enjaulado, Pittsburgh.

      A: Es cierto. Los personajes cristianos son humanos, demasiado humanos. Sin embargo, tanto Jesús como Francisco tuvieron una particular proximidad con los animales.

      I: Jesús es simbolizado por un pez, pero nunca sería representado físicamente como un pez.

      A: Claro, pero el burro sobre el cual Jesús entró a Jerusalén no es una mera alegoría. En cierta forma era él mismo en su humildad, en su anti-heroísmo.

      I: Hay que imaginar las decepcionadas caras de los israelitas esperando un salvador guerrero, un héroe montando sobre un caballo blanco entrando a Jerusalén con un ejército anti-romano.

      A: Y se encontraron con el hijo de un carpintero montando sobre un burro entre una multitud en la que caminaban parias, cojos, prostitutas y pescadores…

      I: Pero es curioso, ¿viste?, porque se


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