Arca e Ira. Miguel Andrés Rocha Vivas
abuelito sólo sabía decir yes y thangs. Y no estoy seguro de que estuvieran hablando hindi entre ellos. Era otra de las cientos de lenguas que se hablan en ese país de lo micro y lo macro.
I: ¿Y vos para dónde ibas, che?
A: Iba para Calcuta. Mi tren había sido desviado por un supuesto atentado en Bihar. No iban viajando muchos extranjeros por esa zona.
I: ¿Ya estabas viajando fuera del triángulo turístico en India? Delhi, Agra y Jaipur…
A: Sí, del triángulo de oro que brinda un circuito de protección al turista que ante la inmensidad intimidante de India encuentra seguridad a través de uno de esos toures en que ofrecen desde pavos reales hasta danzas del vientre… Pero volviendo a la historia, lo sorprendente es que cada vez que parábamos en una estación con un nombre incomprensible en el alfabeto devanagari, muchas personas se acercaban a la ventana de nuestro vagón para intentar tocar al abuelo.
I: Te habrás sentido viajando con el mismísimo Gandhi…
A: Fuera de chiste... algo así. En la India uno se topa de repente con santos que viajan contigo y que te preguntan de dónde eres. Miles de mahatmas desconocidos fuera del ámbito regional.
I: También es cierto que en ciertas zonas y familias aún suele haber un respeto enorme por los abuelos y por los padres, a quienes los hijos tocan sus pies como un gesto reverencial.
A: En estas órbitas, que mal llamamos occidente, la idea de encontrarse con un santo pasa casi siempre por entrever una escultura. No nos parecen posibles. Son cosa del pasado. La santidad de la gente, es decir, su grado profundo y humilde de entrega a Dios, no es algo con lo que convivamos cotidianamente.
I: Menos aún fuera de lo religioso. Porque una cosa es santidad y otra muy distinta la beatería.
A: Sí, nos enseñaron a ver a Dios muy lejos, como algo inalcanzable, y por eso el anhelo de ese cielo tan distante...
I: Imaginate una salvación after death. Toda la vida uno haciendo mérito para un más allá cuando se nos escapa y olvida el más acá.
A: Y eso es lo más curioso, porque si nuestras sociedades indoafroamericanas poseen entre sus raíces los múltiples legados cristianos, algo que en este punto es innegable, se supone que en tal sentido nuestra imagen colectiva de lo sagrado es a imagen y semejanza de lo humano. Jesús era uno de nosotros y no un dios súper-excitado que bajaba del olimpo para perseguir a chicas lindas como la de nombre Europa.
I: Era lo que le molestaba a Borges: la idea del dios a escala personal. Pero lo cristiano era entrevisto por Zurita aun en algunos poemas de Neruda; sin ser creyentes ambos poetas lo expresan desde la base existencial de nuestra lengua. Ahora bien, Jesús no era el dios que se convertía en animal, como Zeus, por muchas que sean las alegorías sobre el cordero y el pez.
A: Y, sin embargo, para los hindúes, y aun para los budistas zen, lo sagrado está al alcance y en una sintonía afortunada con el presente. En Nepal, la gente toca a sus deidades en templos callejeros. Les pone polvos de colores. Las baña. Son deidades de aspecto raro para nosotros, pero forman parte de su propia escala personal… En el zen japonés brilla lo cotidiano.
I: Nos parecen raras ciertas deidades, porque son menos humanas y más animales. Y mirá que en el fondo nos parecemos más de lo que parece. Considerá cómo lo vemos en los sueños.
A: La deshumanización posee dos dimensiones muy diferentes: la del supuesto “sub” humano racializado y explotado. Y la del descentramiento de la antropomorfización del mundo.
I: Para muchos, Cristo está en el crucifijo y en la iglesia y se acabó. Se vuelve una costumbre de domingo, un lugar común, ¿viste? Eso es deshumanizador tanto para Cristo como para el cristiano.
A: Con todo, ver lo divino desde lo humano fue muy transgresor y revelador en tiempos del Antiguo Testamento cuando Dios parecía tan lejano, y a la vez había que sacrificarle animales… Entonces, la humanización cumplía un rol muy diferente a la del ego omni-antropomorfizador de las actuales sociedades extractivistas. Confundimos ser racionales con ser “conscientes”.
I: En mi concepto, uno de los propósitos de algunas corrientes teo-filosóficas indias es integrar las imágenes del inconsciente consciente-mente.
A: Viajando por India por momentos te sientes en dimensiones de pensamiento, sensación y percepción con bases lógicas muy diferentes. A veces lo inconsciente te desborda; estás en un nivel de conciencia más cercano a las imágenes de los sueños que llaman “fantasiosas”. Los biznietos de Freud le han creído demasiado a eso de los temores y deseos reprimidos. ¡ Ja, ja!
I: ¡ Ja, ja, ja! Escuchá esta cita de Zimmer, quien estaba en la contracorriente de Freud: “La principal finalidad del pensamiento indio es develar e integrar en la conciencia lo que ha sido resistido y ocultado por las fuerzas de la vida; no explorar y describir el mundo visible”.
A: Entonces, según el indólogo alemán, las filosofías de la India están en una vía opuesta al método científico empirista euro-norteamericano.
I: Sí, tanto como los indios se opusieron a los británicos. Dos mentalidades opuestas que en todo caso se atraen, como sabés.
A: De acuerdo, Ira. ¿No sé si has visto en las películas de Bollywood al típico personaje indio que se muere por ser europeo o norteamericano?
I: Sí, un motivo. También hay incontables videos de occidentales, y hasta de hispanos, pretendiendo ser más hindúes y budistas que los hindúes y los budistas. Pensá en el dicho popular sobre ser más papistas que el papa. Y eso que tras tantos siglos nos nombraron uno.
A: Es complejo lo de las identidades híbridas y en transición de nuestro mundo globalizado.
I: No es que no podamos asumir otras tradiciones. Pero fíjate, che, que a veces las supuestas identidades son como camisas y hasta disfraces que la gente se quita y se pone a su antojo.
Mercado en Fez, Marruecos.
A: En muchos casos, las identidades se reducen a hábitos y rótulos. El hábito no hace al monje.
I: Ni a la monja. Pensá que hoy en día es muy fácil disfrazarse. En nuestros tiempos de deshumanización vivimos en un halloween incesante. Estamos excesivamente infantilizados; ¿viste?, como que no quisiéramos salir de una eterna adolescencia. Y de ahí esos políticos que se portan como adolescentes groseros, inseguros, caprichosos y con una tras otra rabieta.
A: Hoy en día se nos vende esa idea sobre poder ser lo que queramos; patinamos sobre el hielo ilusorio del poder alcanzarlo todo. Y aunque para muchas personas puede sonar atractiva esa opción, en gran parte es un eslogan imán de la sociedad de consumo.
I: Mientras el mundo se deshumaniza muchos se vuelven consumidores identitarios. Las identidades se pueden comprar, vender, rentar, desechar. De allí lo del halloween incesante.
A: Si volvemos al viajero sobre el cual conversamos al principio… podríamos decir que el turista ya no se conforma con ser un turista.
I: Un mirón.
A: Más allá del acto mismo de mirar ahora se requiere personificar lo que antes se miraba.
I: Un legado de simuladores, realities; experiencias de inmersión; talleres nueva era.
A: El turista del orientalismo ya no está satisfecho con las