Anatomía funcional del Yoga. David Keill

Anatomía funcional del Yoga - David Keill


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quizá se ajusten a lo que ves en clase. He intentado hacerlo de tal forma que te ayuden a entender esa perspectiva más amplia que siempre acompaña a la pequeña imagen que ves en tus clases. Lo que ofrezco son explicaciones anatómicas amplias que se puedan aplicar a muchas personas.

      Tras leer este libro, tendrás información que te ayudará a pensar desde un punto de vista crítico. Contarás con las herramientas necesarias para plantear hipótesis sobre lo que puede estar sucediendo en el cuerpo de un estudiante (o en el tuyo propio) y sobre lo que puedes hacer para solucionarlo. Quiero que pienses. Cuestiona todo lo que leas y oigas (incluido lo que yo digo), no por el simple hecho de cuestionar, sino para conseguir una mayor comprensión. Por último, quiero que entiendas que aprenderás a través de la práctica.

      Al enseñar anatomía, lo que busco es encontrar el equilibrio entre la simplicidad y un sentido homenaje a la complejidad del cuerpo humano. La mayoría de las preguntas que me hacen los estudiantes responden al patrón «por qué y qué»: «¿Por qué no puedo hacer esta asana?». «¿Qué me está limitando en esta postura?» «¿Qué haces si te duele la rodilla?» «¿Qué posturas debería evitar con esta enfermedad?» Son todas cuestiones prácticas.

      El objetivo de este libro es ser lo más práctico posible. Al mismo tiempo, ofrezco muchas posibilidades y perspectivas. No lo hago para confundirte, sino para que seas consciente de la infinidad de posibilidades; filtrar las diferentes opciones es la función del profesor de yoga. Cuando sugiero algo a mis estudiantes sobre sus problemas, enfermedades o restricciones, ofrezco una hipótesis de trabajo. Dicho de otra forma, hago una suposición formada de lo que puede estar causando la dolencia y sobre lo que podría ayudar a aliviar o mejorar la situación. Estoy dispuesto a cambiar mi hipótesis en función de los comentarios del estudiante o de lo que observo en él a medida que vamos avanzando.

      Si hay un problema inherente al estudio de la anatomía es que dividimos el cuerpo en trozos y partes para poder referirnos a él. No se me ocurre ninguna otra forma de hacerlo. El inconveniente que se plantea es que acabamos pensando que el cuerpo está compuesto por distintas partes que, de alguna forma, encajan.

      No debemos olvidar que nuestro cuerpo empezó su formación con el yoga. La traducción literal de la palabra es «acoplamiento» o «unión». Cuando el esperma llega al óvulo, se produce el primer acoplamiento físico del cuerpo. En ese momento se forma una única célula, a partir de la cual se forman los huesos, los músculos, los órganos, y todas y cada una de las piezas y partes mediante división celular. El cuerpo no pone nombre a sus partes; eso es algo que hemos hecho los humanos. Así que, dado que el cuerpo funciona como un todo (en vez de como un conjunto de partes individuales), tenemos que enfocarlo como tal.

      Pasa algo parecido si abordamos el yoga desde una perspectiva anatómica. Aunque se espera que cualquier estudiante serio estudie las ocho ramas del yoga, dado que este es un libro de anatomía, nos centraremos exclusivamente en una de estas ramas: la asana. La mayoría de los estudiantes de yoga entran en la senda del yoga a través de la asana. No es ni bueno ni malo. La asana es una gran forma de comprometerse con todo el yoga. Al yoga no le importa cómo interactuamos con él. Que interactuemos con él a cualquier nivel sugiere que, con el tiempo, acabaremos llegando a la práctica completa.

      Como practicantes, es importante que no nos quedemos en la asana. Desde luego es posible. Se necesita toda una vida de trabajo para entender y experimentar por completo cada postura, y estudiar anatomía puede añadir ese énfasis natural en lo físico. No es mi intención que te quedes atascado en tu mente pensante o en tu cuerpo. Como ya he dicho, espero que hagas tuya esta información y esta experiencia, y así fusiones el intelecto con la parte física.

      A medida que vayas leyendo, deja que tus conocimientos de anatomía se amplíen. Empieza a explorar tu cuerpo como un todo integrado. Con la práctica, experimentarás las asanas no solo como posturas individuales, sino también como elementos relacionados entre sí en el contexto de un todo superior.

      En resumen, este libro pretende animarte a explorar tus conocimientos de anatomía utilizando ese laboratorio personal que es tu propio cuerpo. Como resultado, te convertirás en un practicante más consciente y en un profesor mejor. Si he hecho bien mi trabajo, querrás profundizar en el estudio de tu anatomía, de tu práctica y de ti mismo más allá de las páginas de este libro.

      Namasté, David Keil

      HISTORIAS CONVERGENTES

      Desde el preciso momento en que nacemos, el cuerpo se ve afectado por la vida que vivimos. En nuestro interior se produce una convergencia de información y energía. Todas las circunstancias, decisiones, accidentes e intenciones influyen en quienes somos. Nos dan forma de la misma manera que nos formamos físicamente en el útero de nuestra madre. Es imposible separar a una persona de sus experiencias vitales.

      Llamo «historias convergentes» a estas experiencias o influencias, que incluyen una amplia variedad de energías informativas que nuestro sistema absorbe. Cada acontecimiento de nuestra vida, desde ver una película hasta montar en bicicleta o practicar yoga, influye en nuestro ser. Todas estas acciones tienen una calidad energética, física y emocional determinada que afecta y pasa a formar parte de nuestro cuerpo físico.

      Nuestras historias convergentes nos han convertido exactamente en lo que somos en estos momentos. Algunas de estas historias simplemente nos han sucedido, sin control consciente sobre ellas. Otras, las hemos escogido y las hemos añadido de forma consciente a nuestras experiencias vitales. Cada momento que vivimos, optamos por experiencias, actividades y relaciones que pasan a formar parte de nuestro propio océano de historias convergentes. Se convierten en parte de nosotros.

      La primera y más básica de estas historias es común a todos nosotros. Es la historia de la evolución humana. ¿Y qué ha hecho la evolución humana a nuestro cuerpo? Remontémonos por un instante a hace miles de millones de años, cuando éramos cuadrúpedos. Como criaturas que andaban a cuatro patas, nuestro centro de gravedad estaba en un lugar diferente. Nuestros pies y manos también eran diferentes. Así pues, cuando evolucionamos a bípedos, nuestros cuerpos tuvieron que cambiar. Como criaturas con dos piernas, la relación entre músculos y huesos tuvo que modificarse.

      Como criaturas con dos piernas, andar se convirtió en nuestro principal medio de transporte. Por lo tanto, desarrollamos un tren inferior fuerte diseñado para desplazarnos hacia delante. Como consecuencia de este cambio, la mitad inferior también tuvo que evolucionar. Somos bastante buenos interactuando con las cosas que tenemos delante. Cogemos, tiramos y manipulamos el mundo tangible tal como lo perciben nuestros ojos, nariz y boca. Gracias a la increíble movilidad de nuestras manos, podemos proteger mejor la parte frontal, así como la parte inferior más vulnerable.

      Nuestros fantásticos «nuevos» apéndices hacen que sea posible utilizar herramientas o tocar el piano. Y las manos han colaborado en la mayor evolución de nuestro cerebro. Sí, nuestra capacidad de sostener cosas, de manipular objetos y de crear nuevos elementos ha suministrado al cerebro una cantidad ingente de información que, a su vez, nos ha conducido a la conciencia e inteligencia humanas que ahora conocemos. Nuestras extremidades superiores también son útiles para la coordinación de la mitad inferior. Mientras corremos y para mantener el equilibrio en las situaciones difíciles, utilizamos los brazos para ayudar al movimiento del cuerpo. (¿Alguien puede decir Utthita Hasta Padangusthasana?)

      El historial genético es otra pieza de nuestras historias convergentes. De entre la amplia gama de posibilidades, hemos optado por nacer de dos progenitores, cada uno con su propio mapa genético. De este crisol genético proceden el color de los ojos, el tamaño de los pies y la forma del arco del pie (o su falta). También se derivan de esta mezcla nuestra predisposición de peso y altura, así como la longitud del torso en relación con las manos. A nivel fisiológico, el historial genético parental nos predispone a determinadas enfermedades o dolencias. La implicación del historial genético llega muy lejos.

      La historia


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