Anatomía funcional del Yoga. David Keill
los conceptos y principios que puedes aplicar a un músculo para entender mejor su función. Hablaremos de los diferentes tipos de contracciones musculares. Incluso estudiaremos cómo la gravedad y la posición del cuerpo pueden determinar qué músculos funcionan en cada situación.
Por último, íntimamente relacionado con el sistema muscular se encuentra el sistema nervioso, que dice a los músculos qué tienen que hacer y cuánta tensión soportan.
Es fácil perderse en la excesiva simplificación del sistema muscular. Por el contrario, espero ampliar tus conocimientos del sistema muscular y alejarte de la falsa noción de separación. Esto también mejorará tu comprensión de la belleza y dinámica de este complejo sistema.
Los nombres de los músculos
Conocer los nombres de los músculos te dará una valiosa información sobre su función, su ubicación, su tamaño, su forma o la cantidad de partes. En vez de desconectar el cerebro en cuanto veas un término anatómico complicado, piensa un poco en lo que significa.
Veamos un par de ejemplos. Tomemos el aductor largo, un músculo del muslo. ¿Qué podemos deducir de este músculo en función de su nombre? Bien, funciona como aductor; es decir, tira de la parte asociada al centro del cuerpo. ¿Y qué significa largo? Pues, obviamente, que es largo. El aductor largo es el músculo aductor más largo.
De igual forma, podemos aprender mucho del término bíceps braquial (un músculo del brazo). «Bi» significa dos. «Ceps» hace referencia a la división o, como a veces decimos, a las «cabezas» de un músculo. Braquial se refiere a la parte superior del brazo. Por lo tanto, el bíceps es un músculo con dos cabezas que se encuentra en la parte superior del brazo. Ahora veamos el trapecio. Se trata de un músculo grande de la espalda con forma trapezoide, así que recibe ese nombre por su forma. Esto también es aplicable a los romboides, que se encuentran en la parte superior de la espalda.
Quizá hayas notado alguna similitud entre la anatomía y el yoga. De la misma forma que las asanas reciben su nombre en función de su forma, de cómo se parecen a animales o por la calidad de la postura, los músculos también siguen este criterio; los que hemos visto son solo unos ejemplos. Esto debería servirte para que veas cómo los nombres de los músculos pueden ayudarte a aprender su función y otra información importante.
Figura 1.5: División del bíceps (a), así como la forma de trapecio (b) y romboides (c).
La función muscular
Con frecuencia vemos que la función muscular se enseña basándose en los puntos de origen, inserción y acción. Por ejemplo, el bíceps braquial tiene su origen en la apófisis coracoides y el tubérculo supraglenoideo de la escápula. Se inserta en una gran protuberancia llamada tuberosidad del radio. Su acción es rotar el antebrazo de forma que la palma de la mano quede hacia arriba (supinación) o doblar el codo (flexión). Al pensar en la función muscular en estos términos, el origen se considera el más estable de los dos huesos y la inserción la más móvil. Cuando el músculo se contrae, la inserción se mueve hacia el origen, y el codo y el antebrazo se colocan en supinación y/o flexión.
Sin embargo, cuando hablamos del origen, la inserción y la acción de un músculo, lo estamos enfocando desde el punto de vista de su «posición anatómica», que equivaldría más o menos a Tadasana en yoga, con la persona de pie erguida y las palmas de las manos hacia el frente. Todas las referencias a los movimientos de flexión, extensión, abducción, aducción y rotación empiezan y terminan en posición anatómica. Aunque no es algo sorprendente, sí que puede suponer un problema. Por ejemplo, ¿qué pasa si no inicio el movimiento desde posición anatómica? (Después de todo, en el mundo real, rara vez empezamos los movimientos desde esa postura). ¿Y qué pasa si estoy en la fase final del movimiento, o tumbado en el suelo o boca abajo en equilibrio sobre el antebrazo? ¿Cambia eso la forma en que funcionan los músculos? La respuesta a esta pregunta es sí.
Figura 1.6: Los tres elementos del bíceps braquial: a) apófisis coracoides, b) tubérculo supraglenoideo, c) tuberosidad del radio. Imagina cómo se mueve el antebrazo en relación con la cintura escapular, más estable.
Además, separar los músculos en los compartimentos de origen, inserción y acción nos lleva a pensar que funcionan independientemente unos de otros. Esta simplificación excesiva del sistema general también nos desconecta de la maravillosa integración de los tejidos corporales y quizá de la experiencia general de una postura.
Lo cierto es que suele haber un músculo predominante en cada acción, pero eso no significa que sea el único que trabaje. No creo que ningún músculo trabaje solo nunca. Si nos centramos en él y lo aislamos, vale, sí, en teoría podríamos hacer que trabajara solo, pero no es así como funciona en la vida real. Aunque es cierto que los músculos se fijan en determinados puntos del sistema óseo (el origen y la inserción), es mejor ser más objetivos con las fijaciones; no deberíamos dar por sentado que la fijación considerada estable (origen) no puede convertirse en la fijación que se mueva (por lo general, la inserción).
¿No sería mejor ver ambos extremos del músculo como puntos de fijación? Ningún punto es siempre el origen o la inserción. Pueden intercambiarse en función de la situación en la que nos encontremos. Existen ejemplos en los que lo que normalmente se considera el origen se mueve hacia la inserción en función de la postura o de los huesos que se estabilizan durante la contracción muscular.
Por ejemplo, en Laghu Vajrasana, el cuádriceps cambia su origen y su inserción habituales. Por lo general, el cuádriceps contrae y endereza (extiende) la rodilla moviendo la parte baja de la pierna (la tibia) en la articulación de la rodilla. En esta postura, el movimiento sigue produciéndose en la articulación de la rodilla, pero en vez de que la parte baja de la pierna (por lo general, la inserción) se mueva, como haría si te encontraras en posición anatómica, la pelvis y el fémur (por lo general, el origen) se mueven hacia la parte inferior de la pierna en la articulación de la rodilla.
Figura 1.7: El movimiento se produce en la articulación de la rodilla, pero la tibia permanece fija.
Observa la figura 1.7. Como puedes ver, la parte inferior de la pierna está en el suelo. En esta postura, no se puede mover a ningún sitio. Para que eso ocurriera, tendría que moverse en el suelo de alguna forma. A medida que me voy inclinando, el fémur, la pelvis y la columna vertebral a duras penas se mueven unos respecto a los otros. Están estables. También verás que la articulación de la rodilla es la única articulación que cambia significativamente, pero la parte inferior de la pierna no se mueve. De hecho, en esta postura la parte superior de la pierna y el resto del cuerpo se mueven en torno a la articulación de la rodilla.
Después de permanecer en esta postura, tengo que activar los cuádriceps (y, por supuesto, estabilizar la pelvis con ayuda de la fuerza abdominal) para volver a la posición de inicio. Al deshacer la postura, la contracción del cuádriceps crea el movimiento en la articulación de la rodilla. Pero en este ejemplo, en vez de mover la tibia como por lo general se haría en extensión de la rodilla, movemos el resto del cuerpo en torno a la articulación de la rodilla, intercambiando de forma eficaz el origen y la inserción comúnmente aceptados de este músculo. Hay otros ejemplos, pero las conclusiones son mucho más importantes: los músculos se contraen. Si van a crear movimiento, uno de los dos extremos tendrá que moverse hacia el otro (o ambos a la vez). El más estable no se moverá. Esta forma de entender la función muscular nos permite describir el movimiento de manera más realista que utilizando solo la idea de origen, inserción y acción.