Anatomía funcional del Yoga. David Keill
cierto, la acción opuesta se produce al subir. Los isquiotibiales devuelven la pelvis a su sitio en torno a la cabeza del fémur. Se acortan y contraen a la vez, realizando una contracción concéntrica.
Principios neuromusculares
Es fascinante cómo controla el sistema nervioso los músculos en diferentes situaciones. No todo está directamente relacionado con el yoga, pero el principio de los músculos opuestos es algo que merece la pena conocer. Este principio neuromuscular dice que cuando un músculo encuentra resistencia que no puede vencer, su músculo opuesto se relaja. Esto es algo que se utiliza todo el tiempo en terapia física y que entra en la categoría de las técnicas de facilitación neuromuscular propioceptiva (o FNP). Al utilizar la FNP, el terapeuta aprovecha los principios neuromusculares para activar o desactivar ciertos músculos en función de la situación.
Podemos ver el principio de los músculos opuestos en cualquier parte del cuerpo. Utilizaremos bíceps y tríceps braquial como ejemplo de cómo funciona. El bíceps es un flexor y, como tal, dobla el codo. Se encuentra en la superficie delantera (o anterior) de la parte superior del brazo. El tríceps braquial está al otro lado del brazo superior (superficie posterior). Realiza la acción opuesta: extiende o endereza el codo. Dobla el codo e intenta ponerlo recto contra resistencia; inténtalo usando el suelo o cualquier superficie que tengas cerca en este momento. Presiona contra la resistencia al intentar enderezar el codo. Si te tocas el bíceps con la otra mano, verás que está blando, como si no estuviera para nada activo. Si pones la mano en el tríceps braquial, sentirás que está activo.
Figura 1.10: El tríceps se contrae mientras presiona contra el punto de resistencia.
Dado que el tríceps braquial está encontrando una resistencia que no puede vencer, el cuerpo reconoce que no quiere unirse a esa resistencia. Para completar esta tarea, desconecta las señales que el sistema nervioso envía al bíceps y, en esencia, le pide que se relaje más. Piensa un poco; si el bíceps estuviera activo, eso añadiría todavía más resistencia al intentar poner recto el codo.
Apliquemos esto al yoga. Ya hemos hablado de los isquiotibiales y Uttanasana. Los cuádriceps (en la parte delantera del muslo) son el grupo de músculos opuesto a los isquiotibiales en rodilla y cadera. Cuando me inclino hacia delante, los cuádriceps y otros flexores de la cadera intentan tirar de mí hacia delante contra la resistencia de los isquiotibiales.
Cuando esto sucede, si los isquiotibiales se activaran o mantuvieran una tensión contráctil, aumentaría la cantidad de resistencia a la inclinación hacia delante y esto haría que el sistema nervioso le dijera a los isquiotibiales que se relajaran o que dejaran de tirar. Este es el mejor momento para estirar y alargar los tejidos, cuando no se les está pidiendo que se contraigan. Por lo tanto, en este caso, estamos utilizando la resistencia de la articulación de la rodilla para desconectar los isquiotibiales en vez de para intentar estirarlos durante una contracción excéntrica.
Al igual que hacen los fisioterapeutas, podemos aprovecharnos conscientemente de este principio activando los cuádriceps y otros flexores de la cadera mientras nos inclinamos hacia delante. Al hacerlo, el sistema nervioso reduce la estimulación a los isquiotibiales para que se relajen más, permitiendo así una inclinación hacia delante más profunda. De hecho, de esta forma conseguimos un estiramiento más profundo que sobrecargando los brazos. Ten presente que he dicho «sobrecargar». No estoy diciendo que no se deban usar en absoluto. Sin embargo, es más eficaz usarlos una vez que ya hemos activado la totalidad de la parte delantera del cuerpo para llevarnos hacia abajo y hacia delante.
La gravedad, esa gran olvidada
Ya hemos hablado del potencial de los músculos a la hora de contraerse y de acercar ambos extremos, y hemos visto los diferentes tipos de contracciones. Sin embargo, también debemos tener en cuenta la gravedad. En cierta forma, la función de la gravedad en todo esto es tan obvia que a veces se nos olvida. Piensa en ello. Si levantamos una extremidad, pesa por culpa de la gravedad. Si soltamos los músculos que hemos usado para levantar esa extremidad, volverá a su sitio. ¿Por qué? Por la gravedad. Simple, ¿no? Sí. Pero las cosas se complican cuando empezamos a tener en cuenta otros movimientos.
Para empezar, volvamos a nuestro ejemplo de Laghu Vajrasana (consulta la figura 1.7). Cuando empiezo a echar la cabeza hacia atrás en dirección al suelo, estoy utilizando una contracción excéntrica de los cuádriceps para bajar. Los músculos de los muslos deben trabajar para resistirse a la gravedad. Dicho de otra forma, la distancia entre la tibia y la pelvis se alarga a medida que la rodilla se dobla y me muevo hacia el suelo. Cuando estoy en la postura, mantengo la contracción isométrica de estos tejidos: los músculos están trabajando para resistirse a la atracción de la gravedad. Cuando vuelvo a incorporarme, el músculo se contrae y la distancia entre los extremos de los músculos se acorta. A esto lo llamamos contracción concéntrica. Una vez más, la gravedad es la fuerza contra la que están trabajando dichos músculos.
Nuestra primera reflexión sobre Laghu Vajrasana nos ofreció un buen ejemplo de músculo que trabaja de tal forma que lo que tradicionalmente se cree que es el origen se mueve respecto a la inserción. Ahora ya hemos fijado la idea de contracción concéntrica, excéntrica e isométrica, más la fuerza de la gravedad. Hagamos lo mismo con otra postura para que quede más claro.
Un ejemplo simple pero eficaz (y que ahora ya conoce todo el mundo) es la pinza de pie, Uttanasana. Cuando me inclino para tocarme los dedos de los pies, los músculos se contraen para resistirse a la gravedad y al peso de la parte superior del cuerpo. Si estos músculos no se contrajeran, simplemente se aceleraría la inclinación hacia delante como si me desplomara porque los músculos no se resistirían a la velocidad.
El nombre anatómico para esta inclinación hacia delante es flexión en la articulación de la cadera. ¿Significa eso que los flexores de la cadera son los responsables de la inclinación hacia delante? No. Los responsables de este movimiento son la gravedad y el peso de la parte superior del cuerpo. Cuando me inclino poco a poco, los músculos de la parte trasera del cuerpo, sobre todo los isquiotibiales, se activan y alargan contra el peso y la gravedad para poder bajar con control. Así que, técnicamente, los extensores de la cadera (es decir, los isquiotibiales) son los responsables de controlar el movimiento de inclinación hacia delante (flexión). Una vez que estoy en la postura, puedo utilizar los flexores de la cadera para profundizarla, pero la transición, de hecho, la controlan lo que los anatomistas considerarían los músculos opuestos. Quiero reiterar que eso se debe a la gravedad.
Al volver a la posición inicial erguido, estos mismos músculos (los isquiotibiales) se contraen y acortan. Quizá recuerdes que los isquiotibiales van desde el isquion (tuberosidad isquiática) hasta algo por debajo de la rodilla, en la tibia. Su principal función en la articulación de la cadera es extenderla. Cuando lo hacen estando inclinado hacia delante, trabajan para erguirte. Este es un ejemplo de contracción concéntrica de los isquiotibiales. Se trata de una contracción que te levanta en contra de la fuerza de la gravedad. También es un buen ejemplo de extremo, tradicionalmente considerado como origen, que se convierte en inserción.
Una vez más, esta acción parece contraria a lo que normalmente aprenderíamos como acción de los isquiotibiales. ¿Por qué? Por lo general se nos dice que la tuberosidad isquiática es el origen y que la zona por debajo de la rodilla es la inserción. Por consiguiente, el fémur es el hueso que se mueve y no la pelvis. En el caso de la inclinación hacia delante, la pelvis rota en torno a la cabeza del fémur (en la enartrosis). Por lo tanto, cuando se activan los isquiotibiales, la pelvis vuelve a subir y a rotar en torno a la cabeza del fémur. Como resultado, la parte superior del cuerpo vuelve a erguirse.
Esto es algo interesante que seguramente no aprenderías en un libro de anatomía típico porque, en vez de con un cuerpo estático en posición anatómica, estamos trabajando con un cuerpo dinámico en movimiento. Es poco probable que te lo expliquen