Anatomía funcional del Yoga. David Keill

Anatomía funcional del Yoga - David Keill


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hacer una bonita Eka Pada Sirsasana (postura de la pierna detrás de la cabeza) estando anestesiados (a menos que la estructura ósea sea la causa de vuestra inestabilidad).

      Teniendo en cuenta que cuando se desconecta el sistema nervioso los patrones desaparecen, cuando se vuelve a conectar, también vuelven los patrones de tensión. Esto tiene algunas implicaciones interesantes en cuanto a nuestra práctica física. Por ejemplo, ¿qué parte de la tensión que soportamos está relacionada con un sistema nervioso sobrestimulado? Si podemos anular la actividad del sistema nervioso por nuestra cuenta, ¿significa eso que podemos eliminar del cuerpo los patrones adquiridos de tensión? ¿Qué podemos hacer para seguir reduciendo esta estimulación? Básicamente, el sistema nervioso tiene dos extremos, cuerpo y mente, que forman un continuo; no son dos partes o áreas diferentes. La estimulación del sistema nervioso puede producirse mediante el cuerpo físico, pero también a través de la mente. La mente está directamente relacionada con la función cerebral y, por lo tanto, con el sistema nervioso. La capacidad de la mente para influir en otras partes del cuerpo también está relacionada de alguna forma con ese continuo.

      Es obvio que podemos utilizar la mente para dirigir el cuerpo. ¿Pero qué le pasa al cuerpo cuando centramos la mente en la respiración, por ejemplo? Esta es una forma habitual de empezar la meditación. Utilizamos la mente para centrarnos en una sola cosa. Mientras lo hacemos, el cuerpo responde. La frecuencia cardíaca empieza a cambiar. Incluso cambia la respiración, el punto en el que nos hemos concentrado.

      Si permanecemos sentados el tiempo suficiente, puede cambiar incluso la percepción de nuestra forma física; el espacio que sentimos que ocupa nuestro cuerpo cambia. Quizá sintamos las extremidades como si estuvieran muy lejos de nosotros, o como si fueran muy largas, o puede que no las sintamos en absoluto. A través de la atención y la concentración de la mente, podemos cambiar (o como mínimo distorsionar) nuestra percepción del cuerpo físico. Entonces, ¿qué es lo que nos hace volver de estos estados meditativos? Cuando meditamos, los bordes de nuestro cuerpo físico pueden difuminarse, pero en cuanto nos movemos, estos límites vuelven a reconstruirse al instante. De esta forma, el movimiento en sí mismo le dice a la mente quiénes somos y dónde estamos.

      En la asana de yoga, utilizamos los movimientos para centrar la mente. Esto no debe confundirse con centrarse en el cuerpo para su propio beneficio. Me refiero a utilizar las sensaciones físicas de movimiento como medio para centrar la mente. Esto explica en parte lo que hace el yoga para ayudarnos a calmar esas fluctuaciones de las que habla Patanjali.

      Cuando practicamos yoga, exploramos diferentes capas de la concentración. A medida que empezamos a dividir en capas los elementos que componen el movimiento, como equilibrar el esfuerzo (contracción) y la liberación (relajación), entrenamos el sistema neuromuscular a la vez que mejoramos la capacidad de concentración de la mente. Podemos ir más allá todavía si en nuestras posturas superponemos el control de la respiración, la coordinación y los bandhas. ¿Cuánto aprendemos de nuestros patrones mentales al practicar la asana con regularidad? ¿Deja entrever problemas en nuestra propia determinación? ¿Revela nuestros patrones negativos o positivos? ¿Puede incluso ayudarnos a corregir los negativos? El impacto que la práctica física regular tiene en la mente es enorme.

      Las asanas físicas trabajan y vuelven a entrenar el sistema nervioso periférico. Entrena a la mente/sistema nervioso para que se mantenga más centrado y controlado. Trabajar tanto cuerpo como mente de forma sistemática permite controlar el sistema nervioso.

      La sofisticación del sistema nervioso y muscular combinado es sorprendente. Establecer nuevos patrones corporales puede suponer todo un reto. En algunos casos, salir de los viejos patrones puede ser un desafío. Dado que el cuerpo ha sido diseñado para algo más, puede resistirse bastante al cambio. Esto suele pasar cuando un profesor corrige o ajusta la postura de un estudiante. Por lo general, los profesores quieren que cambiemos lo que es nuestro cuerpo en el espacio o la forma en la que se contraen los músculos para poder llegar, o quieren que mantengamos la postura. En función de cuánto tiempo hayamos estado haciendo esa postura de una determinada forma, es posible que la mente se oponga diciendo algo como «¡No me siento cómoda!». El sistema nervioso y los músculos pueden resistirse o directamente no permitirnos mantener la posición correcta. Cuando lo pensamos, resulta sorprendente porque es nuestro patrón habitual. Incluso podemos llegar a pensar que el profesor se ha vuelto loco por querer que hagamos eso, pero simplemente no nos sentimos cómodos haciendo algo que está fuera de nuestra «norma».

      Para los principiantes, crear determinados patrones nuevos es bastante difícil. El principal problema puede ser su falta de coordinación, fuerza o flexibilidad. Por suerte, la forma en que está diseñado el sistema nervioso permite que no siempre tengamos que pensar en contraer músculos específicos para realizar una determinada acción. Solo tenemos que tener un objetivo en mente. No obstante, en ocasiones, la mente inconsciente y la falta de fuerza pueden anular nuestra intención de hacer algo; por ejemplo, bajar a Chaturanga con los codos pegados al cuerpo.

      Desde su primer saludo al sol, los principiantes se tienen que enfrentar a Chaturanga Dandasana. Si asumimos que el neófito puede bajar, seguramente proyectará los codos hacia fuera o lejos del cuerpo. Da igual cuántas veces se lo digas; algunos, de hecho, simplemente no pueden meter el codo durante mucho tiempo al bajar a esta postura.

      Como profesor, podría seguir corrigiéndolos o suponer que sus tríceps braquiales son demasiado débiles como para realizar el movimiento por sí solos. El sistema nervioso entiende cuál es el objetivo: bajar. Para completar la tarea cuando los tríceps braquiales son demasiado débiles, activa otros músculos para que los ayuden. Por lo general, el pectoral mayor acude al rescate. Al sacar los codos hacia fuera y lejos del cuerpo, el pectoral mayor está en mejor disposición para ayudar en la acción requerida. ¿Y por qué los pectorales? Pues porque son más grandes, tienen más fibras y, con los hombros en abducción (con los codos hacia fuera), tienen más palanca con la que trabajar.

      A medida que se vayan fortaleciendo los tríceps braquiales, el estudiante no necesitará activar el pectoral para que les ayude. Poco a poco, empezarán a mantener los codos pegados al cuerpo mientras bajan. Este es el inicio de la creación de un nuevo patrón y de ruptura de uno antiguo. En esta situación, hay dos formas de ayudar a los tríceps braquiales. Una es permitir que los codos se alejen del cuerpo. Si haces esto, también deberías alejar un poco más las manos. También puedes pedir al estudiante que apoye las rodillas en el suelo mientras baja, lo que permitirá mantener los codos pegados al cuerpo.

      Por último, nuestro trabajo como profesores de yoga es ayudar a crear un patrón que sirva al estudiante y que le permita progresar en la postura. Por lo tanto, la progresión de la postura está relacionada con una comprensión progresiva del propio cuerpo del estudiante. Este es el inicio de la interacción entre cuerpo y mente, así como de la asana física y la idea más amplia de yoga.

      No olvides que si eres profesor, te relacionarás con tus alumnos a través de tu propio sistema nervioso. Todas tus observaciones a los estudiantes se producirán a través de tu propio sistema nervioso. Realizarás todas las correcciones para modificar sus patrones a través de tu sistema nervioso.

      Cuando enseñas a un grupo de estudiantes, es natural (y necesario) realizar observaciones, incluso pequeñas cosas, como si son puntuales, se tumban en silencio sobre las esterillas o si hacen ruido al colocarse. Ya estamos utilizando nuestros sentidos de la vista y el oído para hacernos una idea de quiénes son estos estudiantes y cómo debemos trabajar con ellos. Toda esta información se filtra a través de nuestros propios patrones del sistema nervioso que pueden desencadenar patrones mentales que ya tenemos adquiridos. Si somos conscientes de este hecho, quizá seamos capaces de trabajar de diferente forma con cada estudiante. Quizá te enfrentes a ellos de distinta manera o les pidas cosas diferentes.

      También observaremos su físico individual. A veces me sorprendo a mí mismo fijándome en cómo se mueve y anda la gente en torno a mí o en el espacio. Son realmente esclarecedores los «preparativos» que hacen cuando se sientan por primera vez en la esterilla antes de que empiece la clase. ¿Se frotan las rodillas, la espalda o las caderas? ¿Estiran ciertas zonas del cuerpo antes de empezar?


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