La práctica de la preparación física. Estélio H.M. Dantas
alt=""/>Corrección de los vicios posturales y malformaciones.
La formación básica se debe llevar a cabo en un contexto de educación física escolar y se prolongará hasta los 10 ó 12 años.
B) Etapa de especialización
En la segunda etapa, desarrollada en la tercera infancia y en la adolescencia, el joven debe ser dirigido en su actuación y no enfocado hacia una modalidad deportiva.
Se inicia entonces una periodización más minuciosa del entrenamiento, con un proceso lento y gradual del aumento del trabajo aplicado, para prevenir sobrecargar el organismo, ya implicado en el proceso difícil del crecimiento.
Por esta razón no se debe llevar a cabo un entrenamiento demasiado específico, evitando la especialización precoz, hecho relevante ya que será fatal para el desarrollo futuro.
Lo más importante en esta etapa no es alcanzar resultados, sino asegurar un perfecto y armónico desarrollo orgánico y psicológico cuando está asegurada la base para poder obtener rendimientos máximos a través de la elevación del nivel general de las posibilidades orgánicas funcionales, el enriquecimiento del conjunto de los distintos hábitos motores y de la destreza y la asimilación de los fundamentos del perfeccionamiento deportivo (Matveev, 1981).
Figura 3.1
Dependiendo del deporte elegido, esta fase abarca las edades comprendidas entre los 17 y los 20 años para el hombre y los 15 y los 18 años para la mujer.
Está claro que dichas franjas se ajustan a poblaciones eslavas. En el caso de los brasileños, las edades comprenden de los 14 a los 17 años para el hombre y de los 12 a los 15 años para la mujer.
C) Etapa de rendimiento
Abarca el período productivo de la vida del deportista. Es en esta fase cuando se especializa en una disciplina, en una distancia o en un estilo. Aunque en esta fase la preparación generalizada sea sobradamente sustituida por la preparación específica, aquella continuará existiendo.
La proporción que debe existir entre preparación general y específica a lo largo de las fases, o sea, la relación existente entre la preparación básica y la preparación específica a lo largo del tiempo, se representa en la figura 3.2.
L. P. Matveev (1981), comentando esta etapa, dice que: “Todas las leyes específicas del entrenamiento deportivo se manifiestan plenamente en esta etapa. El proceso de entrenamiento adquiere trazos muy marcados de profunda especialización. Aumenta considerablemente la parte de preparación específica de carácter físico, técnico, táctico y psicológico. Sin duda, esto sucede generalmente a consecuencia de un aumento del tiempo dedicado a la preparación específica y no en función de la reducción de la preparación general. Los volúmenes y la intensidad global de las cargas totales de entrenamiento, que aumentan a un ritmo mayor que antes, alcanzan su máximo absoluto en los límites de esta etapa. Aumenta también de forma significativa la práctica competitiva y su influencia en la estructura y contenido del entrenamiento”.
En esta fase la práctica competitiva asume una importancia primordial. El deportista es conducido a sus límites extremos en términos técnicos, físicos y psicológicos, procurando alcanzar siempre rendimientos crecientes.
Obviamente el deportista que se dedica al deporte de alto rendimiento tendrá su vida condicionada a un esquema de entrenamiento, relegando a un segundo plano su vida personal, las relaciones afectivas y el ocio.
No se pretende con esto robotizar al deportista; es indispensable respetarlo como ser humano, dejando clara la opción para el perfeccionamiento y para la victoria.
Figura 3.2. Relación existente entre la preparación básica y la preparación específica a largo plazo.
D) Etapa de mantenimiento
La última etapa se caracteriza por la pérdida de capacidad competitiva del deportista y tiene un carácter eminentemente higiénico de la actividad. A pesar de ir siendo apartado paulatinamente de las competiciones, entra en acción un programa de preparación general que tiene como objetivo conservar para la tercera edad que se avecina la salud de su organismo, sometido a tantas agresiones durante el entrenamiento.
Esta visión de entrenamiento deportivo, que acompaña toda la vida de una persona, se inserta dentro de una filosofía de educación física permanente, procurando valorar al deportista como persona y no como un medio para obtener resultados deportivos en un período de tiempo determinado.
Desgraciadamente, en nuestro panorama deportivo, especialmente en el fútbol, es común encontrar la existencia de “deportistas descartables”, que sólo reciben atenciones y cuidados mientras son productivos, quedando totalmente desamparados técnica, física, psicológica y financieramente cuando finaliza su etapa de actuación.
Existe la certeza de que si la estructura deportiva estuviese en manos de docentes conscientes de sus responsabilidades pedagógicas y no en manos de hombres de negocios preocupados por obtener el capital invertido, ésta desaparecería.
Mientras tanto, la preocupación por el “desentrenamiento” debe estar presente en todos los deportes.
Durante años el organismo fue desequilibrado, buscando obtener niveles más elevados de homeostasis que propiciasen actuaciones óptimas. No se puede, de la noche a la mañana, interrumpir el entrenamiento y esperar que el organismo actúe por sí solo y se reequilibre.
Al margen del aspecto biológico, es también muy importante cuidar el aspecto psicológico del deportista. De un plumazo es apeado del podio y de la gloria y pasa a ser tratado como una persona común. Si dicha transición no está equilibrada, podrá dar origen a traumas, frustraciones o inadaptaciones capaces de comprometer la calidad de vida y hasta la misma salud mental.
3.2. PLAN DE EXPECTATIVAS DEPORTIVAS
Como se comentó al inicio del capítulo, este plan de expectativas tiene por objetivo planificar el entrenamiento de una cantidad concreta de deportistas, de una determinada modalidad, para conseguir victorias deportivas.
Normalmente, el plan de expectativas deportivo abarca un período comprendido entre dos olimpíadas (cuatro años); sin embargo, son comunes los períodos mayores.
En Canadá, por ejemplo, a partir de 1969 se desarrolló un plan de expectativas de siete años en gimnasia olímpica que les permitió pasar de puestos insignificantes a importantes resultados obtenidos en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976). Al mismo tiempo, cabe citar planes ejecutados por la antigua Unión Soviética a partir de 1952, por Cuba y por la antigua República Democrática Alemana (Alemania Oriental) a partir de 1964, que actualmente es el plan que se está desarrollando en China.
Desgraciadamente, en Brasil se puede observar que, salvo raras excepciones “como