La práctica de la preparación física. Estélio H.M. Dantas

La práctica de la preparación física - Estélio H.M. Dantas


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entrenamiento de alto nivel se procura que haya dos o tres días de estímulos crecientes antes de propiciar un período de recuperación. De esa forma se consigue un efecto multiplicador del estrés aplicado. El fenómeno de la supercompensación, en un contexto de entrenamiento total de alto nivel, no aparecerá por fuerza después de cada entrenamiento, pero sí después de varios entrenamientos sucesivos.

      Costill, Bowers y Branan (1981), al estudiar el efecto de carreras de larga distancia (16 km) sobre el glucógeno muscular en días sucesivos, observaron que en el segundo día el nivel de glucógeno era el 75% del nivel original, y el 50% el tercer día. De esta manera, puede exigirse al deportista un grado de estrés que, si fuese obtenido en un único día, probablemente lo conduciría al agotamiento.

      El deportista de alto nivel que necesita entrenar dos veces al día durante seis días a la semana está siendo sometido a una carga de trabajo que sólo sería asimilable gracias a la supercompensación producida después de una serie de entrenamientos, como se ejemplifica en la figura 2.12.

      De modo general se puede decir que frecuencias semanales o entrenamientos inferiores a tres días alternados de trabajo por semana vuelven ineficaz cualquier entrenamiento de alto nivel, aunque frecuencias superiores a doce sesiones por semana (distribuidas dos por día) conducen inevitablemente al strain.

      Pausas mayores de 48 horas sólo serán recomendadas frente a un cuadro de sobreentrenamiento.

       Figura 2.12. Actuación de la sobrecompensación después de dos o tres días de estímulos sucesivos.

      Sin embargo, deportistas de niveles inferiores realizan a veces pausas superiores a 48 horas. En estos casos, el entrenador debe recordar la aplicación de cargas de trabajo en el reinicio del entrenamiento y no utilizar la última carga, pero sí la correspondiente al período de interrupción. Por ejemplo, si el deportista paró una semana, la carga aplicada debe ser la de dos semanas atrás (una semana antes de la interrupción).

      En caso de que la interrupción sea igual o superior a cuatro semanas se debe partir del “estadio cero”, sabiendo que la progresión subsiguiente será más rápida que la efectuada originalmente.

      Está claro que en ambos casos todo dependerá de la individualidad biológica y de la cualidad física buscada. La resistencia aeróbica y la flexibilidad, por ejemplo, tienen una permanencia mucho mayor que la velocidad o la fuerza máxima frente a una interrupción del entrenamiento.

      El segundo aspecto a considerar en el principio de la continuidad es el referente a la duración mínima del entrenamiento.

      Para obtener los primeros resultados en el desarrollo de las cualidades físicas buscadas, es necesario un mínimo de persistencia en los ejercicios con la idea de propiciar una duración que permita que sucedan las alteraciones biológicas y morfológicas necesarias. Pasado este estadio inicial, la constatación de la mejora fortalecerá un feedback que incentivará la persistencia del deportista. Ese período crítico inicial se observa bien en personas sedentarias que inician el trabajo físico. Normalmente, quienes consiguen vencer la barrera del tercer mes incorporan el ejercicio como un hábito de vida.

      Los profesores que trabajan en academias de gimnasia ya hablan con jocosidad de esta franja de tiempo, que va de los dos meses y medio a los tres meses y medio, en la cual el individuo, sin mucha persistencia, abandona el ejercicio físico, muchas veces regresando al año siguiente para una nueva tentativa.

      El entrenamiento de las cualidades físicas específicas necesita una duración mínima del período de entrenamiento para que se puedan apreciar los primeros efectos. La bibliografía existente sobre este asunto aporta los más diversos períodos, lo que ya era de esperar, pues el desarrollo de cualidades físicas por el entrenamiento es un factor eminentemente individual, como se indicó en páginas anteriores.

      Únicamente como base de estudio, a partir de observaciones empíricas realizadas con deportistas jóvenes brasileños, podemos citar como ejemplos de período de entrenamiento mínimo necesario los siguientes:

      Fuerza dinámica e hipertrófica: obtenida después de doce ciclos de entrenamiento.

      Fuerza explosiva y fuerza estática: resultados observables después de seis microciclos de entrenamiento.

      Resistencia anaeróbica: primeros resultados después de siete microciclos de entrenamiento.

      Resistencia aeróbica: primeros resultados después de diez microciclos de entrenamiento.

      Resistencia muscular localizada: por lo menos ocho microciclos de trabajo.

      Velocidad de movimientos y flexibilidad: exigen un tiempo igual o superior a dieciséis microciclos.

      A partir del nacimiento del concepto de entrenamiento total, cuando todo el trabajo de preparación pasó a realizarse de forma sistemática, integrada y orientada a objetivos claramente enunciados, la orientación del entrenamiento por medio de los métodos de trabajo viejos perdió paulatinamente su razón de ser. Hoy en día, en los grandes centros deportivos esta forma de orientación del entrenamiento ha sido totalmente abandonada en provecho de la designación de la forma de trabajo por la cualidad física que se pretende alcanzar.

      Asociando este concepto a la preocupación de adecuar el entrenamiento de seguimiento corporal al del sistema y al del gesto deportivo utilizados para el rendimiento, atenderemos al surgimiento de un sexto principio del entrenamiento deportivo: el principio de la especificidad, que se suma a los ya existentes.

      El principio de la especificidad es aquel que impone, como punto esencial, que el entrenamiento debe ser montado sobre los requisitos específicos del rendimiento deportivo, en términos de cualidad física implicada, sistema energético preponderante, seguimiento corporal y coordinaciones psicomotrices utilizadas.

      A pesar de saber que en las competiciones el organismo es capaz de soportar las sobrecargas que le fueron impuestas específicamente durante el entrenamiento, no se suponía que el margen de transferencia adaptativa fuese tan restrictivo como se presenta en la realidad.

      Al estudiar el principio de especificidad, surge de inmediato un factor determinante que es el principio de la individualidad biológica, estableciendo límites individuales a esta capacidad de transferencia.

      Este principio se refleja en dos amplias categorías de fundamentos fisiológicos: los aspectos metabólicos y los aspectos neuromusculares.

      Comenzaremos por el estudio de los aspectos metabólicos que también abarcarán dos componentes, que son los sistemas energéticos y el sistema cardiorrespiratorio.

      Mathews y Fox (1983) expusieron lo siguiente sobre el asunto:

       “Los sistemas energéticos, como se ha señalado repetidamente, poseen capacidades y potencialidades diferentes. Debido a esas diferencias, la intensidad y la duración del ejercicio determinan el sistema energético predominante solicitado (estresado) durante cualquier ejercicio determinado. Los ejercicios de baja intensidad y larga duración dependen del sistema aeróbico, y los ejercicios de alta intensidad y corta duración, de los sistemas anaeróbicos. Cuanto más solicitado sea determinado sistema energético, mayor será el potencial de perfeccionamiento en la educación de las actividades que dependen


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