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realización) de las relaciones humanas, del uso del tiempo vivido, de la experimentación artística y de la políti-ca revolucionaria. El ideal situacionista era que los medios técnicos se usaran para terminar con la pobreza de esta vida cotidiana que es la vida misma: la riqueza y la energía que nos faltan en el día a día del capitalismo y de la sociedad del espectáculo.
Cada tiempo tiene su realidad. Para algunos el tiempo cotidiano es “la realidad”, no una realidad histórica sino uno de los grados de realidad de hoy: una realidadficción que hace porosas las fronteras entre vivido e imaginado.
La temporalidad cotidiana (para algunos el puro presente y la realidad) traza un dibujo y parece tener un sentido y un sujeto específico. Es una temporalidad intimapública cortada en fragmentos o bloques de tiempo (instantes, horas, días, días de la semana) que incluyen una variedad de ciclos repetitivos. El tiempo cotidiano es un tiempo roto, hecho de interrupciones y fracturas, que se repite cada vez como lo mismo y lo diferente: comer, dormir, mirar TV, leer diarios… Los bloques fluyen en sucesión en una serie que nunca se unifica ni totaliza. Fluyen en tiempo presente. Esa compleja forma-temporalidad cotidiana es la de los medios y del melodrama, y una de las formas narrativas dominantes de la literatura del presente.
La temporalidad de la TV, del melodrama y de la vida cotidiana (y de una forma de narrar) parecen ser casi las mismas; tienen el mismo diagrama de tiempo fragmentado y repetitivo en flujo sin totalización ni unificación.
Esa temporalidad cotidiana y esa forma narrativa postulan un tipo de sentido y un tipo de sujeto.
Un sentido. En el tiempo de la vida cotidiana (de lo que no es especializado), de la TV y del melodrama, el sentido de lo que se ve y vive es transparente, rápido y accesible a todos, a veces engañosamente simple o accesible: el sentido es lo que se da a ver explícita y espectacularmente. Como en Okupas.
Y un sujeto. La subjetividad del tiempo cotidiano es privada y pública a la vez: el sujeto cotidiano es intimopúblico porque estoy compartiendo la experiencia con una cantidad de otros al mismo tiempo. Los miércoles a la noche con Okupas en el canal público me instalo en la familiaridad, en casa, en cama, en plena experiencia afectiva de habitar y pertenecer en un ahora público.
La ficción de Okupas se integra en mi vida cotidiana de Buenos Aires año 2000, se incorpora a las rutinas de los miércoles, entra en la repetición. Y me constituye en sujeto cotidiano que contempla, adicta, el cuento de los chicos okupas que no eran verdaderos okupas sino la defensa contra los okupas.
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