Aquí América Latina. Josefina Ludmer
unen), que son íntimos y públicos y que recorren todas las divisiones, nos llevarían a la fábrica de realidad de la especulación. Por eso el viaje desde Aquí al mundo de la imaginación pública a través de la literatura latinoamericana se divide en dos partes, que son dos modos de la crítica y las dos partes de este libro: las temporalidades y los territorios.
El fin secreto de la especulación
El sentido de la especulación es la busca de algunas palabras y formas, modos de significar y regímenes de sentido, que nos dejen ver cómo funciona la fábrica de realidad para poder darla vuelta. ¡El fin secreto, la ganancia y el beneficio perseguidos por la especulación es dar la vuelta al mundo!
Porque la imaginación pública es un universo ambivalente sin afueras, el trabajo colectivo de fabricación de realidad podría ser al mismo tiempo su instrumento crítico.
IMAGINAR EL MUNDO COMO TIEMPO
¿Cómo especular desde “aquí, América latina”? ¿Qué palabras y formas usar para pensar o imaginar el nuevo mundo?
El punto de partida podría ser una palabra que sirva para todo, que nos afecte a todos y que atraviese todas las diferencias y divisiones nacionales, de clase, de raza, de sexo. Una palabra-idea que sea a la vez abstracta y concreta, individual y pública, subjetiva y social, epistemológica y afectiva. Por ejemplo, el tiempo.
El tiempo parece ser uno de esos universos simbólicos que niegan la separación entre lo social y lo individual y se mueven en la historia. Porque tiene la particularidad de que sus manifestaciones no solamente existen afuera, en el mundo exterior, sino que son a la vez rasgos estructurales del sujeto. El tiempo es un articulador que está en todas partes, recorre divisiones, pasa fronteras y hasta se aloja dentro de los cuerpos en forma de reloj biológico. Y nunca se detiene.
En realidad o en la realidad el tiempo no existe: es una forma imaginaria para pensar el movimiento. El movimiento intensivo del alma (todos los procesos de subjetivación y de intensificación son temporales), y también el movimiento del poder (el ritmo con que se miden y se ordenan las acciones constitutivas del poder). El tiempo sirve para establecer relaciones entre posiciones que se mueven constantemente. Y él mismo es el movimiento.
Imaginar el mundo como tiempo “aquí en América latina” para poder pensar las políticas del tiempo. Porque con el tiempo puedo diferenciar sociedades, culturas, historias, poderes, sujetos. Las culturas del tiempo o temporalidades son tiempo habitado e imaginado, diferentes en cada lugar: son diagramas y al mismo tiempo afectos. Cada una tiene su tiempo y por lo tanto su régimen histórico. Como cada cultura es una determinada experiencia del tiempo no es posible una nueva (un nuevo mundo) sin una transformación de esa experiencia.
El tiempo podría ser una de las palabras que estoy buscando para pensar (o hacer imagen: especular) este mundo. Y la razón es que hoy vivimos una transformación de la experiencia del tiempo. Y las nuevas experiencias históricas producen nuevos mundos.
Una nueva experiencia temporal e histórica
El tiempo cero
En los últimos años vivimos con Internet una nueva experiencia histórica global: el tiempo cero, la travesía del espacio en no tiempo, lo que se llama tiempo real. El resultado de la aniquilación temporal es la simultaneidad global, clave para los mercados financieros, que cambió la experiencia de la vida y la naturaleza del trabajo convirtiéndolo en trabajo inmaterial.
El tiempo cero reorganiza el mundo y la sociedad y produce todo tipo de fusiones y divisiones. Borra la diferencia entre “lejos” y “aquí”, y libera el tiempo de la subordinación a la idea de espacio. Por un lado fusiona los opuestos y hace porosas las fronteras entre tiempo privado y público, entre presente y futuro, y también entre ficción y realidad. Y por otro lado divide la sociedad, la raya en mil bandas y zonas de tiempo que se mueven en todas las direcciones. Cuanta más velocidad más desdiferenciación; cuanta más velocidad más división social; cuanta más velocidad más grande es la intensidad de la fragmentación. El tiempo cero divide la sociedad de otro modo porque el acceso a la instantaneidad es crucial en las nuevas divisiones sociales. Las diferentes tasas de aceleración engendran diferentes temporalidades que implican un nuevo tipo de desigualdad que aparece en todas las escalas (mundo, nación, ciudad). Las instituciones se sitúan en diferentes zonas del tiempo histórico, y hasta los componentes de una institución pueden estar en diferentes zonas temporales.
El tiempo cero, ese producto tecnológico, incluye experiencias instantáneas como el estallido, el accidente y el atentado: todos puntos sin tiempo o que cortan el tiempo. Y que son hoy universalmente buscados, tanto por los terroristas como por los artistas y los activistas contemporáneos.
El tiempo cero no solo implica una nueva experiencia histórica sino también otra división del poder y por lo tanto podría ser crucial para nuestro destino latinoamericano, definido por el tiempo según una historia del capitalismo.
EL TIEMPO DEL DÍA
Jueves 25 de mayo
Yo pájaro
A las aves migratorias se les desarrolla un agudo sentido del tiempo porque vuelan de un presente a otro y lo primero que perciben cuando llegan es el recuerdo del otro presente.
Entro en la ciudad vacía.
Wellcome back! Pertenencia, familiaridad. ¡Felicidad!
Domingo 28 de mayo
Estaba en Buenos Aires en el año 2000, un año clave para el género especulativo. Había superado la amenaza milenarista-tecnológica del Y2K, el error de software que podía anular el sistema de millones de computadoras cuando sus relojes internos intentaran pasar el 1º de enero de 2000 porque no estaban diseñadas para manejar esa nueva fecha. El fin del mundo era el fin del tiempo cero. Por suerte los técnicos hindúes arreglaron el problema y el mundo no había terminado.
Lunes 29 de mayo
Yo viajera del tiempo
“Buenos Aires año 2000”, en la frontera misma entre siglos y milenios era, en realidad, el título de una posible utopía del siglo XIX o de principios del XX en Argentina. El sueño retro futurista del 2000 como el signo de modernidad y de igualdad que no se escribió acá sino en Brasil, como dice Rachel Haywood Ferreira (Science Fiction Studies, Nº 103, 2007). La utopía de Godofredo E. Barnsley, São Paulo no Anno 2000 ou Regeneração Nacional (Chronica da Sociedade Brasileira Futura), de 1909, imagina en ese o este año “la regeneración nacional”, la sociedad igualitaria y la ciudad como máxima modernidad en transportes, comunicaciones y ciencia.
En el 2000 puedo viajar en el tiempo porque es un año reversible, que se abre en todas las direcciones. Puedo ser como Julian West, el millonario norteamericano del libro de Edward Bellamy Looking Backward from 2000 to 1887 (1888), que está por casarse y sufre de insomnio. Le dan una droga; lo duermen en 1887 y lo despiertan en el 2000. Se encuentra con una maravillosa utopía igualitaria y supermoderna ¡¡y es feliz!! Pero de golpe, en una suerte de doble hélice, se despierta en el siglo XIX junto a la antigua y atrasada novia... Por suerte ese “ahora” retrógrado resulta ser una pesadilla inducida por las mismas drogas y por fin, otra vez de vuelta en el 2000, puede casarse con la nieta supermoderna de su ex novia, la que no lo dejaba dormir.
¡Buenos Aires año 2000!
Como Julian West y como Rachel Haywood Ferreira, podía hacer todo tipo de retrolabellings y dobles hélices (podía practicar “Kafka y sus precursores”): el 2000 era el año ideal para ir al futuro del pasado y al pasado del futuro sin moverme del presente. Podía vivir el 2000 como la utopía realizada del neoliberalismo en América latina (todo el poder a los mercados), y a la vez como el camino al apocalipsis del 2001.
Sábado 27 de mayo
Martes 30 de mayo