La manifestación de la velocidad de desplazamiento en el tenis. David Suárez Rodríguez
El comportamiento de los isquiosurales también será determinante al tener que relajarse frente a las contracciones de los cuádriceps, pero con mecanismos de enlaces y combinaciones con tensiones excéntricas, para estabilizar la rodilla y frenar en la fase de extensión al ajustar y desacelerar.
Los aductores tendrán una intervención en la carrera frontal y especialmente en la lateral, con continuas solicitaciones de tensiones excéntricas durante los movimientos de abducción del tren inferior, sobre todo al llegar a pelotas con una cierta dificultad, lo que se acentúa en superficies deslizantes como la tierra batida. Una característica diferencial en la acción de los aductores e isquiosurales durante el juego es la solicitación, en ocasiones en fase excéntrica pero siendo «vencido» por el desplazamiento, produciéndose un estiramiento mientras se hace la fuerza. En otras ocasiones, los isquiosurales, los cuádriceps y también los aductores, actúan en ciclo estiramiento-acortamiento. También es importante la intervención de los músculos con función aductora y abductora, así como del tensor de la fascia lata como importante fijador, para estabilizar los diversos movimientos laterales, de paso cruzado, ajuste y colocación para el golpeo.
Otros músculos que intervienen solicitados con un mecanismo elástico-reflejo son los tríceps surales. El sóleo actuará de forma frecuente como consecuencia de la continua flexión de rodilla, acompañada en muchas fases, sobre todo en los apoyos previos al golpeo y tras los mismos, por un apoyo plantar que coloca al sóleo en situación de estiramiento. La acción del recto anterior y el psoas como flexores de la cadera tendrá un papel fundamental en la salida y aceleración, si bien en muchas ocasiones no se demandará su intervención máxima, pues en una carrera de 2-4 m si se realiza una explosiva acción máxima de estos músculos se podría producir un exceso de desplazamiento.
El tronco hará principalmente una función de fijación y estabilización de las fuerzas externas e internas, permitiendo al mismo tiempo trasmitir las tensiones del tren inferior al superior. La cabeza marca los giros y la fuerza surge de los pies. Sin embargo, al correr, al aproximarse al golpe, al ajustar con la pelota, deslizarse y demás acciones explosivas del juego, los brazos tienen un papel fundamental para lograr un impulso añadido, estabilizando y coordinando.
Podemos observar que se trata de movimientos combinados, con especial relevancia de la frecuencia de movimientos y la fuerza ejecutada en breve espacio de tiempo, seguido de mecanismos de frenada y ajuste, en continua combinación y manteniendo una estructura próxima a la necesaria para ejecutar los posteriores golpes. Al observar el juego, llama especialmente la atención la continua sucesión de cambios de la estructura externa del movimiento, pero también de régimen de tensiones musculares y su relación con los golpes, determinándose la relación directa de la técnica, como no puede ser de otra manera, con la manifestación de la velocidad, lo que veremos más detenidamente en el capítulo 4 que trata sobre la técnica como vía de mejora (v. pág. 45).
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CAPÍTULO 3
Carga y principios de la preparación de la velocidad
Adaptaciones y carga de entrenamiento para la velocidad
LA continua búsqueda de un cierto equilibrio por parte del organismo depende de la relación entre el medio externo y el interno, que interaccionan como un todo. Las transformaciones funcionales y estructurales dependen también de la relación entre el medio externo y el interno y de la actividad del propio cuerpo, formando un equilibrio dinámico en continuo cambio en el que la función hace al órgano para que luego este modifique las características de la función. Los organismos complejos tienen una elevada interacción entre estructuras y sistemas, y las modificaciones de los estímulos determinan modificaciones diversas (García Manso, 2005).
Los seres vivos, y de forma más compleja el ser humano, sufren desajustes y desequilibrios de carácter fisiológico y psicológico, produciéndose unos de forma interna y otros al contacto con el medio externo o como reacción a cambios internos previos, no resultando dañinos para el organismo. De hecho, muchos de ellos serán decisivos para provocar procesos adaptativos que mejoren la capacidad de cada individuo. Esta dinámica fue demostrada por Selye en 1936 (Selye, 1936, 1956), mediante su propuesta del síndrome general de adaptación. Esta idea fue la base del entrenamiento que propuso Yakovlev en la década de 1950 (Yakovlev, 1974) a través de los ciclos de sobrecompensación.
Los mecanismos homeostáticos mantienen el equilibrio por la acción de la totalidad de los órganos de una forma inespecífica, al mismo tiempo que las propias células buscan su propio equilibrio interno mediante sus propios procesos y la relación con los diferentes sistemas. Los procesos metabólicos se sitúan constantemente entre un catabolismo o, por el contrario, un anabolismo óptimo adaptándose a los requerimientos del momento.
El sistema nervioso actúa sobre los músculos lisos y estriados y sobre las glándulas endocrinas, mediante una acción antagónica entre sistema simpático y parasimpático. Los órganos encargados de la percepción a nivel tendinoso, muscular y articular, también sufrirán adaptaciones según sean los estímulos, siempre que se repitan suficientemente.
Estos cambios en el ser humano se manifiestan a diversos ritmos, teniendo también los procesos adaptativos al entrenamiento un carácter heterocrónico. Así, se ha observado que las modificaciones encaminadas a las capacidades aeróbicas trascurren muy lentamente, requiriendo de un período de entrenamiento prolongado; también los cambios estructurales de tipo proteico requieren de un proceso prolongado. Sin embargo, parecen conservarse con una cierta facilidad durante períodos también prolongados. Por el contrario, el desarrollo de las capacidades glucolíticas se produce de una forma más rápida pero, al mismo tiempo, manifiestan una mayor dificultad para mantenerse una vez obtenido.
Los efectos adaptativos al entrenamiento que conllevan un mayor esfuerzo y tiempo son los estructurales, las adaptaciones en huesos, articulaciones, y la hipertrofia muscular y cardíaca, si bien el efecto