El vínculo primordial. Daniel Taroppio

El vínculo primordial - Daniel Taroppio


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presente en toda tradición espiritual, aquello que los místicos han denominado “lo inefable” por tratarse de la dimensión primordial, de la Fuente, del Origen, del Omega que incluye y va más allá de todo lo existente.

      A lo largo de esta obra, Daniel nos va llevando de la mano a través de la historia de la evolución –de nuestra propia historia– por un viaje fantástico, una aventura de la conciencia que parte de los orígenes del Universo hasta nuestros días. En esta apasionante travesía se van integrando diversos caminos, desde la escuela de Tales de Mileto (siglo IV a. C), cuyo principal objetivo era llegar a la comprensión de la naturaleza esencial de todo lo existente, hasta la teoría cuántica de la física contemporánea. Esta última abre ante nuestros ojos un nuevo paradigma que trasciende la visión dualista de la física clásica, para adentrarse en los misterios insondables de la cosmovisión cuántica de un Kosmos como unidad indisoluble.

      Algo que me ha llamado poderosamente la atención y que me ha atrapado desde el primer momento en la lectura de esta obra es el profundo conocimiento y experiencia de vida con los que Daniel aborda temas tan controversiales y polémicos como apasionantes y misteriosos. Sin duda, se requiere de valentía para plantear y responder a preguntas fundamentales que han aparecido en todas las épocas, todas las culturas y tradiciones a lo largo de la historia de la humanidad. Se requiere de un acervo cultural y espiritual, de un cúmulo de conocimientos de diversas disciplinas y ciencias, así como de experiencias de vida que se pueden tocar a través de la lectura.

      Pero esta obra va más allá de las teorías, los conceptos, las disciplinas y experiencias que se van saboreando página a página, cuando Daniel plantea el Modelo de las Interacciones Primordiales. En este apartado describe paso a paso el proceso de desarrollo humano y de las relaciones interpersonales, que van del yo al tú, del tú al nosotros, del nosotros a los otros y de los otros a la Otredad, a través del reconocimiento, aceptación e integración de las polaridades aparentemente opuestas.

      El Vínculo Primordial, como ese camino hacia el corazón de la evolución cósmica, el desarrollo personal y las relaciones humanas, nos conduce a contemplar nuestro proceso evolutivo como una espiral en la que en cada giro la conciencia transita de la sombra a la Luz, del sueño al Despertar, del ego al Ser.

      Al final de esta obra, en un primer apéndice, Daniel nos ofrece una visión panorámica del conjunto de métodos que promueven y facilitan el proceso integral de desarrollo humano en su “Metodología de las Interacciones Primordiales” que integran el Movimiento y la Danza Primal, la Comunicación Primordial y la Meditación. Esta metodología no se basa en un conjunto de métodos mezclados y utilizados sin una conexión que los ensamble en un todo orgánico, sino que consiste en un sistema integrado de métodos, prácticas y técnicas que como instrumentos, medios o herramientas diversas surgen de un enfoque único que favorece y promueve el proceso evolutivo de la conciencia hacia el vínculo primordial.

      Leer a Daniel no sólo ha sido para mí un placer, sino que me ha conducido a ratificar y confirmar: (a) que existe, en todo ser humano, la posibilidad de vivir una vida plena tanto personal y profesional y, a la vez, experimentar el contacto pleno con el Ser Esencial: la Dimensión Primordial; (b) que es un hecho innegable que la Conciencia de Unidad se encuentra siempre presente en nuestra consciencia individual: el Núcleo Primordial; (c) que toda persona es un místico en potencia, capaz de vivir la experiencia unitiva o Conciencia de Unidad: el Vínculo Primordial, y (d) que la ciencia y el espíritu son las dos caras de una misma moneda.

      Encuentro en este libro un precioso regalo dirigido a favorecer y facilitar el desarrollo humano integral que conduce a una verdadera transformación personal dirigida hacia el despertar espiritual. Es por esto y mucho más que hay que aprovechar la existencia de esta obra y aceptar el regalo que nos brinda.

      Quiero aprovechar la oportunidad que me ofrece de prologar este libro para expresarle a Daniel mi profunda gratitud por haberme invitado a escribirlo. Hacerlo ha significado para mí no sólo un aprendizaje, sino un hermoso reencuentro con la Fuente Primal.

      DRA. ANA MARÍA GONZÁLEZ GARZA

      Prefacio

      Estamos viviendo tiempos muy turbulentos. Todo cambia a una velocidad vertiginosa. Ya no quedan modelos, teorías ni mucho menos dogmas que no se estén resquebrajando. ¿Dónde podemos encontrar un punto de anclaje, una base sobre la cual ponernos de pie frente a esta realidad cada vez más desafiante?

      La crisis de estos tiempos afecta todos los planos de nuestra vida: lo emotivo, lo afectivo, lo financiero, lo laboral, lo sociocultural, por citar sólo unos pocos ejemplos. Pero detrás de todos estos problemas puntuales se despliega un tema central: la situación del mundo actual nos está llevando a preguntarnos cada vez con más seriedad y profundidad quiénes somos en realidad. Y vivimos en una cultura que, por lo general y lamentablemente, se ha desentendido de esta pregunta, llegando incluso a considerar como un enfermo a quien se la realiza. Somos la primera civilización en la historia de la humanidad que ha perdido el sentido de tener raíces universales, de formar parte de un proyecto cósmico que le dé sentido. Formamos parte de una civilización que flota en un abismo que le resulta insoportable y que no sabe cómo llenar.

      Sin embargo, mientras las filosofías y los dogmas caen, el más sabio y sagrado de los libros sigue estando a nuestra disposición para que aprendamos de él minuto a minuto. Esta obra magna, la mayor de las revelaciones, es el Universo mismo, la naturaleza, nuestro organismo, y en él nuestro mundo interno, nuestro corazón, nuestra mente, nuestros sueños.

      No necesitamos ir más lejos, nuestro cuerpo está colmado de información universal. Millones de años de evolución se sintetizan en cada ser humano conjugando una sabiduría extraordinaria. Y está aquí, a nuestra disposición. Emergimos de la tierra como las montañas emergen de las llanuras, como las manzanas emergen del manzano, como las olas se elevan desde lo profundo del mar. Y lo hicimos de una tierra que se formó por la condensación de gases que provenían de explosiones solares. Es decir que estamos hechos de energía solar, somos seres cósmicos por naturaleza. Somos hijos de la luz. Y esta no es una frase poética, sino una afirmación literal. Esta es nuestra identidad cósmica, tal como lo afirma la ciencia moderna. Y, curiosamente, es lo mismo que nos repiten las tradiciones espirituales de la humanidad desde hace milenios.

      La historia de la evolución cósmica recorre nuestras venas. Somos portadores de una información más antigua aún que nuestro planeta. El sagrado pulso del Universo late en cada una de nuestras células. Pero en la mayoría de los casos hemos perdido el acceso a este saber primordial.

      Necesitamos entonces remover los bloqueos que nos han hecho perder la memoria y comenzar a recordar nuestros orígenes, nuestra naturaleza original, nuestra identidad cósmica: el Vínculo Primordial. Es preciso que nos liberemos de los elementos artificiales, dogmáticos y neuróticos de nuestra personalidad, permitiendo que nuestra identidad se vaya asentando cada vez más en nuestra realidad interior, en nuestra naturaleza vital, en nuestro origen universal. Esto no resolverá mágicamente todos los problemas de nuestra vida, pero nos permitirá pararnos desde un lugar donde el panorama completo de la existencia se transforme radicalmente, y donde las potencias del Universo, que todos encarnamos, vuelvan a estar a nuestra disposición.

      Cuando recuperamos la memoria, cuando podemos sentir en nuestro corazón que somos vibración universal manifestada y que el Cosmos entero pulsa dentro nuestro, en ese momento, somos uno con la totalidad de la vida y entonces el éxtasis es la consecuencia natural.

      El principio fundamental que desarrollaremos a lo largo de este libro es que el gran secreto de la existencia no es algo que se aprende sino que se recuerda.

      Esta búsqueda del recuerdo primordial ha estado presente en todas las tradiciones espirituales de la antigüedad. Pero, salvando honrosas excepciones, lo hizo basándose en una metafísica que hoy nos resulta muy difícil de aceptar.

      En la antigüedad, por lo general, el universo fue concebido como la obra de un ser inmutable cuya creación era inmutable también. Todo estaba preestablecido, meticulosamente planeado desde el comienzo al fin. No había entonces


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