Saltar el torniquete. Marisol Alé Tapia

Saltar el torniquete - Marisol Alé Tapia


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La deuda, la duda y el fin de la creencia

      El camino seguido es por lejos el proyecto esencial de sus vidas. En ese camino han puesto los esfuerzos mayores y también una idea de sí. Es una inversión y un viaje identitario, y ambas de alcance mayor. El fracaso abate: un proyecto de ser queda tachado y el sujeto debe hacer solo su pérdida.

      Es desmotivante, es muy decepcionante… Yo creo que uno se proyecta… entonces es un proyecto donde uno se endeuda, que uno invierte tiempo y lucas, su intención, su concentración todo en eso…

      Al final del tú puedes está la impotencia, el árbol de los frutos vanos. Maldicen la razón abusiva y misteriosa, desconocida, que explota sus sueños y luego deshace sus méritos. Mejor, envanece sus frutos.

      M: uno dice “estudié y me esforcé para trabajar en algo que no voy a ejercer”, y está esa impotencia, por un tema que uno se esforzó. En mi caso yo era la mejor de mi curso, y estoy trabajando en algo nada que ver… y queda todo en vano.

      Lo que sigue son los lentos y tortuosos retornos al camino del jornal, al trabajo simple o a formas de autoempleo equivalentes. Y lo que queda, es la palabra ya dicha, y sus arranques hacia atrás (al sentido de la escuela y los estudios superiores) y hacia adelante (al sentido del orden social y la permanencia de la segregación).

      e) Al salir de cuarto medio: ¿el único camino es la educación superior?

      Al inicio de este camino, a los 18 años, cuando salían de cuarto medio (incluso antes, cuando sus padres los matriculaban en algún colegio del nuevo sistema con voucher) había un camino prohibido: integrarse sin más al trabajo jornalero de siempre y su ley de la disponibilidad del trabajo simple (salarios de subsistencia, identidad social disuelta en número, sin posibilidades de desarrollo laboral ni promoción social).

      Decían, al salir de cuarto medio:

      ¿Qué viene para adelante? Todavía no estoy bien enfocado en algo en especial, pero después de aquí, no trabajar (…). Me gustaría estudiar y sacar una carrera profesional, y lo que es importante es que después del cuarto medio no salir a trabajar, eso es lo que me interesa.

      La mayoría de los papás de nosotros no son profesionales, trabajan el día a día y se sacan la mugre trabajando.

      Yo en los veranos he trabajado, uno termina hecho bolsa no quiero esto para mi vida todos los años, toda mi vida, no, entonces como la única opción que tienes es estudiar.

      Es sobre esa pulsión de fuga del trabajo jornalero que se montó el sistema. En vez de vocaciones (como en las clases medias tradicionales), se trata de vías de escape de los trabajos existentes. Todos los barcos servían si prometían la chance de “partir” de esos empleos a los de mejor destino.

      Hoy, al final de este viaje, ya no parece tan sensato aquello de “al salir de cuarto, no entrar a trabajar”.

      Dicen, ahora:

      Entonces mejor al final hubiera salido del colegio y trabajado al tiro. Hubiera tenido la experiencia que me piden y todo.

      Una idea se ha comenzado a apagar: y era una idea fuerza que orientaba a las generaciones populares de todos estos lustros. Y entonces, ¿dónde irán los que vienen entrando?

      f) ¿Y si no hay camino? Neoliberal sí, feudal también

      Es la forma perversa, que niega lo que afirma, de la modernidad neoliberal chilena: los individuos deben orientarse intensamente hacia el sí mismo (como en los juegos de la razón instrumental de la sociedad mercantil), pero, a su vez, los puestos siguen adscritos a estamentos (como en los juegos de la sin/razón comunicativa de la sociedad feudal); que se puede ser neoliberal extremo en lo primero, y feudal naturalizado en lo segundo. Eso es lo retorcido que se corta con el estallido de octubre.

      Nada falló, el modelo fue exitoso, todos hicieron como se esperaba, y fue con ganancias, superación de la miseria, etc.

      ¿Por qué entonces este resultado?

      Se equivocaron creyendo que seguía un pueblo antiguo, con su inferioridad social asumida como asunto algo real y natural. Así lo habían conocido por cinco siglos, y creyeron que los tiempos de Frei y Allende eran memoria vacía. Pero este nuevo profesional no se cree aquello. Ni lleva yugo ni se siente menos. Y así, cuando fue el momento de todos, quebrados ellos, quebraron el orden que los quebró.

      Y ese es el fondo del asunto: se ha formado un pueblo (nuevo) que no se conforma con el régimen hyle-mórfico de siempre de la sociedad chilena. Y las clases dirigentes siguen imaginando que hubiera de contentarlos con esta posmiseria.

      Así se explica su acomodo rentista o extractivista, bien apañado en su autoimagen de estamento superior. Para los muchos, trabajos simples en abundancia; para los selectos, trabajos complejos, a su escala. Todo cuadraba.

      No habrá solución sin cambio del modelo de desarrollo, comenzando por repensar la matriz de empleo basada en la explotación, improductiva, aunque rentable, de las capacidades humanas. Eso solo genera ganancia y empleos para los del estamento dominante.

      Acaso sea lo mismo, habrá que hacer la crítica de una clase dirigente que nunca ha asumido el principio racional o moderno, dicho en la lengua de los que saben de esto, los uruguayos, que nadie es más que nadie.

      g) Rabia o esperanza

      Octubre trae rabia y abrió una esperanza (después del tan dolido ya no, de nuevo un todavía no). Si no se politiza lo segundo, se va a radicalizar lo primero. Si no fuere así, no se escuchará de futuros distintos a esta forma actual ya ostensiblemente aborrecida, el ser social seguirá torcido y la rabia campeará.

      Si se logra politizar la esperanza que deja octubre, entonces, quizás, otro gallo cantará de nuevo y quiera la sociedad chilena reconstituirse después de estos 45 años de neoliberalismo.

      ***

      GONZALO SERRANO1

      Soy Gonzalo, tengo 26 años y vivo en la comuna de Puente Alto. Nací en San Bernardo, viví un par de años en La Florida en la casa de mi abuela y luego nos cambiamos con mi familia a la casa donde vivimos actualmente. Si bien no éramos pobres, pertenecíamos a un nivel socioeconómico bajo, realidad que fue cambiando por el esfuerzo de mis padres y mis tíos y tías.

      Mi círculo cercano no era un espacio muy politizado, la vida de los adultos se iba en trabajar y compartir el poco tiempo que quedaba con los hijos. Mi interés por los temas sociales y políticos fue surgiendo en la educación media específicamente, empecé a informarme más, a conocer a los políticos y políticas que nos gobernaban, leer más noticias y así me pilló el movimiento estudiantil del 2011 con su inolvidable eslogan: “Educación pública, gratuita y de calidad”. La verdad es que en ese minuto no sabía ni entendía tanto, pero igual participé activamente de las marchas, me quedaba hasta el final a escuchar las tocatas y mirar los desmanes que quedaban a pasos del escenario. Durante mi infancia y adolescencia casi no salí de Puente Alto y gracias a las marchas conocí mejor Santiago, fue una época increíble, acompañada de un movimiento social muy vibrante.

      El 2011 me cambió, sentí que era una persona politizada y mi interés por estos temas fue creciendo, hasta que decidí estudiar ciencia política en la Universidad Diego Portales. Al igual que a todos, allí se me abrió un mundo nuevo, conocí personas de distintas clases sociales, de otras regiones y distintos pensamientos políticos. Esta experiencia me ayudó a dimensionar la profunda desigualdad de oportunidades que existe y el falso mito de la meritocracia.

      Mis papás vivieron toda la dictadura y pese a que no conversábamos nunca de política, siempre fueron fieles a la Concertación e indirectamente yo me fui formando bajo esa misma corriente. Al final éramos el resultado del discurso del esfuerzo personal y la movilidad social, el cuento de la reducción de la pobreza y los logros económicos de todo este período, aunque claramente la desigualdad y la sensación de desigualdad nunca se fueron.

      Apenas salí de la universidad empecé a trabajar, eso también me abrió un nuevo mundo, viajé a distintas localidades


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