Saltar el torniquete. Marisol Alé Tapia

Saltar el torniquete - Marisol Alé Tapia


Скачать книгу
contemporáneas. Santiago, Chile: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.

      Marambio, A. (2017). “Narratives of Social Mobility in the Post-Industrial Working Class and the Use of Credit in Chilean Households”. Revue de la régulation. Capitalisme, institutions, pouvoirs 22 : 1-18.

      Oksanen, A., M. Aaltonen y K. Rantala. (2016). “Debt Problems and Life transitions: A Register-Based Panel Study of Finnish Young People”. Journal of Youth Studies 19(9): 1184-1203.

      Pérez, L. y Donoso, J. (2018). “Redes de intercambio y de pago de deudas en parejas jóvenes endeudadas de Santiago de Chile”. Revista Intervención 8(2): 23-30.

      pnud-Chile. (2017). Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social.

      ***

      BELÉN QUINCHAVIL3

      Mi nombre es Belén Quinchavil Painemal, soy mujer mapuche, pertenezco a una comunidad indígena, estudiante del área de la salud. Provengo de una familia campesina, con escaso acceso a la educación, por lo que junto a mi hermana mayor somos la primera generación en entrar a la educación superior. No pertenezco a ningún partido político, porque siento que sesga de alguna manera la visión que tenemos las personas de las cosas. Siento que actualmente la política es un juego donde participan muy pocas personas; no se ve expresado lo que piensa un abuelito/a, o las cosas de la gente común. En mi territorio, Ragñintuleufu, llevamos años luchando para que ninguno de los dos ríos se intervenga, tanto el Cautín como el Quepe. Durante mucho tiempo hemos luchado por protegerlos, si alguien o alguna empresa intenta intervenirlos, nosotros vamos y hacemos una declaración pública y si no se cumple, nos movilizamos o protestamos, pero siempre las respuestas son las mismas, la municipalidad se tira la pelota con la Dirección de Obras Hidráulicas y ellos nos mandan a la Conadi y nunca tenemos una solución. Son años de lucha pidiendo que no intervengan los ríos, porque el daño es muy grande, la gente ha perdido sus animales, sus árboles, sus terrenos, en invierno se inunda todo y los abuelos o personas mayores no pueden salir de sus casas porque están anegadas con agua y los bomberos no pueden sacarlos… ¡es terrible!

      Nosotras exigimos vivir dignamente, tener un invierno seguro y tranquilo en el lugar donde nacimos, pero el río cada vez se acerca más y está comiendo más tierra y se hacen desbordes. Antes del estallido éramos pocos los que reclamábamos y ahora somos muchos más, incluso personas que no son del territorio nos apoyan y por primera vez cortamos la carretera S-40 y no nos pasaron a llevar, nunca había visto tanta gente unida pidiendo lo mismo que nosotros. Antes pasaban personas en auto que cuestionaban lo que hacíamos, pero ahora esas mismas personas han ido entendiendo lo que vivimos y nos apoyan.

      Hay otras formas de protesta también: mi familia decidió no ver más noticias y televisión, nos informamos por otros medios alternativos que sí muestran lo que los canales de televisión esconden. Al final estos canales mostraban una visión totalmente distorsionada de lo que estaba pasando en Santiago, solo buscaban asustar y escandalizar, sin hacer ninguna reflexión. Aunque hay gente que todavía cree esto, me alegra mucho que ya no se les compre todo lo que dicen e investigan un poco más en internet y las redes sociales.

      Con respecto al Wallmapu, encuentro que después del estallido social tenemos más apoyo, la gente se dio cuenta que todos los reclamos y las injusticias que hemos vivido no eran mentiras, el mismo caso de Camilo Catrillanca ha sido un emblema en Temuco y también en Santiago. Ahora siento que las personas se identifican más con nuestro pueblo y sus raíces, se reconocen con sangre mapuche y eso los enorgullece.

      Cuando se acabe la pandemia esto va a seguir con fuerza y se buscarán soluciones. Una nueva Constitución puede ser una de ellas, pero mientras haya esta desconexión de los políticos con nosotros no pasará nada. Exigimos cosas básicas, que se cuiden nuestras tierras, el agua, el medioambiente, que se respete a las personas y para eso necesitamos una renovación completa de la gente que participa en política.

      En el Wallmapu veo un cambio, ya no hay la resignación de antes, la gente se ha empoderado y sabe que unida puede hacerse escuchar, ya no está esa conformidad del “no se puede hacer nada”.

      ***

      CAROLINA SÁEZ4

      Soy Carolina, tengo 25 años y vivo en la comuna de El Bosque. Toda mi vida ha transcurrido aquí y en San Bernardo, y recién empecé a conocer otras comunas cuando entré a la universidad. Actualmente vivo con mis papás y mis hermanos, somos una familia de clase baja, mi papá siempre ha trabajado en una bomba de bencina y mi mamá es dueña de casa, mi hermana trabaja en un local de comida y mi hermano chico terminó recién de estudiar la educación media.

      Soy la primera de la familia que tiene un título universitario, estudié trabajo social en la Alberto Hurtado y estoy buscando trabajo.

      Desde muy chica sentí interés por los temas sociales y creo que por eso estudié trabajo social. En el colegio estuve en varias marchas. Aunque estaba en básica, recuerdo el movimiento pingüino y de más grande pude participar en las movilizaciones del 2011, yo estudiaba en un colegio particular subvencionado, un colegio católico de la “burbuja” que nunca se unía a ninguna protesta, a diferencia de los liceos comerciales e industriales de la comuna, éramos como los niños buenos y pavos de San Bernardo. Pero las protestas del 2011 fueron tan grandes, que hasta nosotros nos sumamos.

      Los jóvenes nos dimos cuenta que esta democracia al final es una falsa democracia, que pone un manto sobre las injusticias sociales, eso era lo que los adultos no lograban distinguir tan bien, porque antes que eso recuperaron libertades básicas como salir a la calle con más tranquilidad y vivir sin toque de queda.

      Mis papás vivieron la dictadura en Chillán y a pesar de la edad que tienen, apoyaron el estallido social. Yo noto una diferencia en cómo mi papá entiende la política y cómo la entiendo yo. Para él su prioridad es el voto, siempre alega que “por qué los cabros no votan, si a nosotros nos costó tanto”, pero ese voto es una vez cada cuatro años y luego se desentienden, entonces el estallido era demostrarle que habían otras formas de hacer política, que ya el tema no era tan partidista como de izquierda o derecha, y no porque alguien viniera de un partido socialista quería decir que iba a estar todo bien.

      Me acuerdo que vi en la tele las evasiones en el Metro y quedé sorprendida, no me imaginé que algo así pudiese pasar. Me junté con mis amigos del colegio, mis compañeros de empaque del supermercado en el que trabajo y amigas de la U, la mayoría son bien activos políticamente y quisimos participar de una experiencia nueva, marchas y protestas masivas en San Bernardo y El Bosque, nuestro espacio. En una de esas marchas me llegaron dos perdigones en la pierna derecha y además de la ayuda de mis amigos, recibí contención de la gente que estaba ahí. Recuerdo en especial a una paramédica y los abuelitos de un amigo que fueron a buscarme en auto. Cuando me hice la radiografía los balines estaban ahí y no eran de goma, mis papás lo pasaron mal y me retaron mucho.

      Me quedé tranquila, porque a pesar de que los balines estaban dentro, me dijeron en el hospital que podría hacer mi vida normal. Pero no fue así. Empecé a perder movilidad en mi pierna e iba todos los días con mi mamá, que estaba muy estresada, a hacerme las curaciones en el consultorio. Al final una amiga kinesióloga me decía que la única forma de recuperar la movilidad era operándome, cuando fui al Barros Luco me tuvieron esperando semanas e insistían que los proyectiles no se sacaban y que se me pasaría con el tiempo, pero a las tres semanas estaba mucho peor.

      En medio de esto conocí a una chica que también le llegaron perdigones que le fracturaron la mano y aunque la tramitaron mucho, al final terminaron operándola en el mismo Barros Luco y yo aún no tenía respuestas, así que a pesar de nuestros problemas económicos, pedimos hora en una consulta particular y mi mamá me dijo que me operaría en un centro médico más confiable. Mis profes de la universidad y cercanos organizaron una colecta y gracias a eso pude operarme. Son tantas las diferencias que existen, supe de gente que había recibido balines y se atendieron en la Clínica Alemana y listo, yo gracias a que tenía redes de apoyo logré finalmente operarme de manera particular, pero aquí cerca de mi


Скачать книгу