Pequeñas grandes... cuentos a cualquier hora para niñas soñadoras. Federico Olavarri Gutiérrez
una vez una niña que, como sentía a veces un poco de miedo a la oscuridad, abrazaba cuando dormía a su querido peluche Gusy Luz y este se iluminaba. Así se tranquilizaba y volvía a quedarse dormida. ¡Era su juguete favorito!
También le gustaban unos patines de ruedas con los que se deslizaba con mucha soltura por el asfalto. Pero lo que más disfrutaba, ¡era jugar en la calle!
Un día vio que al salir del «cole» había clases extraescolares y dijo:
—¡Me voy a apuntar a gimnasia rítmica! —Y ahí, empezaría todo...
Almudena tenía unas cualidades físicas excepcionales y una flexibilidad impresionante. Comenzó a competir y la seleccionadora nacional se fijó en ella... Empezaba a ser muy buena en todas las disciplinas: «pelota», «cinta», «cuerda», «aro», «individual», «por equipos»… ¡Era una «máquina»!
Casi solo le daba tiempo a comer de tanto «entrenar y entrenar».
Cuando salía a competir tenía que parecer «más fuerte». Así que se inventó «un personaje de ficción» que se dedicaba a interpretar para que quien la viese en el tapiz, pensase que aquello era más fácil de lo que realmente era. ¡Qué inteligente!
Tan increíble era verla «danzar rítmicamente», que fue a sus primeras Olimpiadas con ¡solo dieciséis años! Luego vendrían sus segundos «juegos» y ¡compitió con una rodilla lesionada! Incluso sus terceras Olimpiadas, en Atenas, y las cuartas… Allí —en Pekín—, enfundada como «Ave Fénix en el mejor maillot lleno de brillo y color que jamás vistió», besó el suelo y se despidió retirándose.
Almudena es ¡la única gimnasta rítmica del mundo que ha disputado cuatro finales olímpicas!… ¡Se dice pronto!
Su sonrisa es tan grande que nunca desaparece, ¡ni dentro ni fuera de la pista!
NACIÓ EL 15 DE JUNIO DE 1980
VITORIA-GASTEIZ
ALMUDENA GRANDES
ESCRITORA
Cuando Almudena era pequeña, iba a visitar a su abuelo. Su padre y él veían el fútbol y a los niños les decían que «no se podía hablar». Les daban lápices de colores, pero a ella no le gustaba dibujar y se aburría.
—¡Pues escribe algo! —le decían.
Aquel abuelo ya le leía algún poema, y le regaló un libro llamado La Odisea por su primera comunión. Se identificó tanto con el personaje —Ulises—, que sentía que todo lo que le sucedía a él, le pasaba a ella. Aquel libro le enseñó que los libros que nos gustan «Nos cuentan nuestra vida porque hablan de nosotros, nos llaman de tú».
Desde entonces, ha llorado con muchos libros, y nos ha emocionado con otros.
Aunque estudió Geografía e Historia, a ella lo que le gustaba era «escribir». Le hubiera gustado hacer un «millón de cosas»: aprender música, latín, dibujar… ¡Pero no le daba tiempo!
Entre sus trabajos de redactora y alguna incursión en el cine, escribió su primera novela narrativa. Era una obra «erótica» que ganó un premio en dicha categoría, y un director de cine se fijó en ella para hacer una película. ¡Tanto el libro como la proyección en la «gran pantalla», fueron un éxito rotundo!
Sus libros normalmente están protagonizados por mujeres y escribe cuentos en revistas y periódicos, artículos, crónicas… Es contertulia en la radio y ¡nunca te aburres escuchándola!
Además, ha ganado muchos premios, pero uno significativo: El Nacional de Narrativa. ¡Solo siete mujeres lo han conseguido por un total de sesenta y cuatro hombres!
Ella es feliz cuando está encerrada escribiendo y le gusta menos cuando está de viaje y promocionando aquello que ha escrito, aunque siempre adora encontrarse y charlar con sus lectores.
NACIÓ EL 7 MAYO DE 1960
MADRID
ANA FRANCISCA DE BORJA
VIRREINA DEL PERÚ
Érase una vez una niña sobrina nieta de Francisco de Borja y Aragón, virrey de Perú. Eso le hizo las cosas «más sencillas».
Un «virrey» era el «representante personal» del rey de España en un territorio determinado al que era destinado. Como suprema autoridad, impartía justicia, administraba el tesoro público y velaba por el catolicismo. ¡Existieron muchos virreyes durante la colonización del nuevo mundo!
¿Sabéis por qué?… No había otra forma de que el rey o la reina de España dieran «abasto» con tantas tierras que se incorporaban a «la Corona».
Y ¿cómo consiguió Ana ser virreina del Perú?… Pues su segundo marido fue designado también virrey. Cuando llegaron allí, había zonas insurreccionadas y rebeladas. Su marido tuvo que irse de Lima a poner orden y dejó el Gobierno en manos de «doña Ana».
No era una decisión habitual, pero acababa de llegar y no conocía a mucha gente —ni a alguien de su confianza— y su mujer cumplía perfectamente los requisitos: tomaba las decisiones correctas, enfrentaba las crisis, utilizaba y aplicaba los decretos del rey… ¡Qué más se podía pedir!
Sin ser un encargo fácil, ¡Ana ejerció enteramente el mandato! Se defendió militarmente ¡hasta del temido pirata Henry Morgan!, reforzó el puerto de la ciudad, luchó contra el contrabando y puso orden en el comercio.
¡Nadie se atrevía a cuestionar su autoridad! Era una virreina «interina», pero demostraba un gran arrojo, confianza y determinación.
A la muerte de su marido, ella permaneció allí, aunque pasado el tiempo, regresó a España. Recuperó el título de «condesa» y dada su valía, se dedicaría a intervenir en actos a favor de la monarquía.
Lima y Perú tuvieron una mujer que supo gobernar. ¡Y lo hizo muy bien!
Una española que ¡no se conformó!
22 DE ABRIL DE 1640 – JULIO DE 1706
GANDÍA – MADRID
ANA MARÍA DE SOTO
MARINO MILITAR
Hace mucho tiempo, en el recreo de los patios de colegio, las niñas jugaban cantando: «En Sevilla a un sevillano, siete hijas le dio Dios. La mala suerte que tuvo, que ninguna fue varón. A la hija más pequeña, le tiró la inclinación, de irse a servir al rey, vestidita de varón...».
¡Pues algo parecido le pasó a Ana María!
Quizás por su deseo romántico de ver mundo y vivir aventuras, quizás atraída por el vistoso uniforme de algún infante de Marina… El caso es que un día cualquiera —siendo adolescente— se marchó sin