Pequeñas grandes... cuentos a cualquier hora para niñas soñadoras. Federico Olavarri Gutiérrez
para manejar aquel «follón» de cabos y velas. Ana tuvo que hacerse pasar por «Antonio María», un supuesto varón de pelo castaño y ojos pardos… ¡Y pasó desapercibida!
Allí recibió la instrucción propia de los infantes de Marina: hacía guardia, rendía honores, combatía a los enemigos por tierra y mar… Estuvo mucho tiempo embarcada e iba de un barco a otro y permanecía días y días sin pisar tierra. Participaba en batallas y ataques, defendía la costa y los cabos…
Pero ¿cómo podía Ana guardar su secreto?
Un día —pasados los años— en un reconocimiento médico, descubrieron su verdadera identidad. ¡No era un hombre! Fue obligada a desembarcar, pero como había servido durante años con «bravura y heroicidad», la licenciaron. El rey le concedió sueldo y grado de sargento y le otorgó el derecho a que pudiera utilizar en sus ropas de mujer las mismas condecoraciones que «los hombres».
Ana María fue ¡la primera mujer española en ser «infante de Marina»!
16 DE AGOSTO DE 1775 – 4 DE DICIEMBRE DE 1833
AGUILAR DE LA FRONTERA – ?
ANA MARÍA MATUTE
ESCRITORA NOVELISTA
Érase una vez una niña que nació «rara», cariñosamente hablando. Así lo decía su queridísima «tata» Anastasia. Le leía cada día por la tarde relatos sobre animalitos: conejos, ratones… fábulas con las que Ana María soñaba.
A los cinco años, ya sabía que quería «escribir». Y así escribió su primer cuento que ilustró y coloreó... Mientras, pasaba su infancia jugando a «trepar» por los árboles, ¡como los chicos de entonces!
Inquieta y tímida, era una niña «diferente». Sensible y precoz en casi todo... Creía en «gnomos» y en «hadas», en «duendes» y en «bosques».
Ana María tenía unos bonitos ojos con los que observaba todo. A su padre le gustaba viajar y cada vez que regresaba, le contaba historias fantásticas. Una vez le trajo un muñeco negro, «Gorogó». ¡Ella lo convirtió en su «amigo y acompañante» y lo llevaba a todos los sitios debajo de su camisa!
No tenía demasiadas amigas y prefería jugar con ella misma y con su imaginación. Y así fue creciendo… y publicando cuentos «mágicos» y novelas que resultaron ser muy, muy leídas. Algunos hombres se fijaban en su belleza y se enamoraban de ella y de su literatura… Y tuvo dos maridos: uno «malo» primero y otro «bueno» que la quiso después.
Ana María se levantaba sin madrugar… Escribía por las mañanas acompañada en su hogar de una gran «casa de muñecas» a su lado. Corregía, tachaba… Nunca lo hacía para ganar premios, ¡pero los ganó casi todos!
Hasta tuvo «un sillón» en la RAE —la letra «K»—.
Ha sido la escritora de mayor prestigio de las letras españolas y sus cuentos, traducidos a lenguas exóticas y lejanas.
Vestida de beis, con el pelo blanco perfecto y esa mirada que absorbía tu atención…
¡Ahí sigue su imagen intacta en el recuerdo imborrable!
26 DE JULIO DE 1925 – 25 DE JUNIO DE 2014
BARCELONA - BARCELONA
ANA PATRICIA BOTÍN
BANQUERA
Érase una vez un «todopoderoso» banquero que tenía cuatro hijas y dos hijos. A su hija mayor —Ana— se encargaron de darle una formación brillante: educación en colegios en Suiza, Austria, Reino Unido... Aprendió cinco idiomas y estudió entre otras, en la Universidad de Harvard.
A Ana le encantaba practicar deportes: baloncesto, yudo, golf, esquí... ¡Era exigente con todo! A los diez años, suspendió un examen y se juró que «Nunca volverían a catearla».
Pensó una vez en hacerse periodista. Pero su abuela le quitó la idea y le dijo:
—¡«Anapé», quítate eso de la cabeza, los periodistas se mueren de hambre!
Ana destilaba «genes financieros» por los cuatro costados: bisabuelo, abuelo, padre… todos dedicaron su vida «a la banca». Así que empezó a acumular una experiencia profesional enorme: trabajó en agencias financieras, fue presidenta de otro banco...
Siempre con buena reputación, se había ganado una imagen de directiva influyente y ser una de las mujeres de negocios más acreditadas de Europa y del mundo entero.
Un día falleció su padre y fue nombrada heredera de la presidencia de su gran banco, el «Banco de Santander». Los anteriores presidentes habían sido ¡siempre hombres!
La discreción sobre su vida es completa y prefiere que la llamen solo «Ana». Ella piensa que el momento más importante de su vida es cuando llamó por teléfono a su marido para pedirle «que se casara con ella».
A veces viste de rojo, como los colores de su querido banco y…
¿Sabéis un secreto?
¡Su tatarabuelo y su bisabuela descubrieron las cuevas de Altamira!
NACIÓ EL 4 OCTUBRE DE 1960
SANTANDER
ÁNGELA RUIZ ROBLES
MAESTRA, PEDAGOGA, ESCRITORA E INVENTORA
Érase una vez una niña que «quiso ser maestra». Pero llegó el momento de su primer día de dar clase y observó que sus alumnos se aburrían... «Angelita» quería que los niños fueran los protagonistas y se divirtieran aprendiendo.
Cuando la escuela cerraba, ella se iba a dar clases nocturnas gratuitas a las personas mayores con pocos recursos. «Doña Angelita» se convirtió pronto en una gran maestra. Su afán por mejorar la educación era tal, que llegó a crear su propia academia ¡Y casi todos aprobaban!
Tenía una actitud incansable, escribía libros de gramática, ortografía, daba conferencias… Angelita pensaba:
«Si algo no existe, ¡pues se inventa!».
Su mente, inquieta e inconformista, comenzó a gestar una idea asombrosa. Veía a los alumnos cargados de libros e imaginó un artilugio que les simplificara la lectura… ¡E inventó «el libro mecánico»!
Era un ingenio tecnológico de gomas elásticas, plástico y electricidad. Contenía todas las asignaturas y se presentaban mediante pulsadores y botones. Todo cabía dentro de un bonito maletín: