Cartas de un humanista (II). Santo Tomás Moro
los principios literarios por los que se rigió Moro al escribir su obra insignia y, en definitiva, (iii) constituye una especie de apología del tono y la técnica de la Utopía. Así, podría deducirse que Moro ha utilizado en alguna medida la ficción para transmitir ciertas verdades[30], de manera similar a como se usa la miel para que algo untado con ella sea más agradable de comer (cf. carta, § 4); es una forma de unir algo tan clásico como el enseñar y el deleitar. En la medida en que la Utopía ha conseguido interesar a lectores críticos que formulan sus objeciones, esa obra —concluye Surtz (1958: 324) con acierto— ha sido un éxito.
La edición del texto latino que he seguido en la traducción de esta carta es la canónica edición de CW 4 (Surtz & Hexter, 1993: 248-252).
2.2. Cartas a Edward Lee
La propia ubicación de la primera carta a Edward Lee —y la más extensa de las tres recogidas aquí con este mismo destinatario— nos traslada a un escenario un tanto distinto al de las dos anteriores, puesto que la edición de Yale[31] la ha situado en el mismo volumen 15 que las cartas a M. van Dorp, a la Universidad de Oxford[32] y a un monje[33], además de la Historia de Ricardo III; este hecho nos conduce ya a deducir un contenido particularmente dirigido a la defensa del humanismo[34].
Edward Lee (ca. 1482, Kent-1544, York) fue arzobispo de York. Dentro de las etapas de su formación intelectual, y después de estudiar en Oxford y Cambridge, se desplazó a Lovaina durante el verano de 1516 para estudiar griego y hebreo y así tener suficiente competencia también lingüística para atacar con más fundamento la traducción que Erasmo estaba realizando del Nuevo Testamento[35]. Fue en Lovaina donde parece que conoció a Erasmo en 1517; ya antes había tenido trato con Moro.
La carta de Moro forma parte de una cierta complicidad entre varios amigos[36] de Erasmo que escribieron a Lee en la primera mitad de 1519 —esta carta está fechada el 1 de mayo de ese año— con el propósito de que Lee no publicara un volumen con comentarios negativos sobre la labor de Erasmo en la corrección del texto de la Vulgata, algo que sucedió finalmente en febrero de 1520; Erasmo respondió con su Apologia qua respondet duabus inuectiuis Eduardi Lei, entre otras obras. Aunque Erasmo puso fin formalmente a las controversias con Lee en julio de 1520, en Calais y en presencia de sus amigos ingleses, parece que esta reconciliación fue más bien inestable[37], como se puede también deducir de las dos cartas siguientes al mismo destinatario[38]. Así, esta carta es la primera de las tres en las que consta que Moro escribió a Lee con un propósito similar; Moro vuelve a mediar entre intelectuales y amigos, como ya hizo en la disputa entre Erasmo y Martin van Dorp[39].
Manteniendo Moro un tono respetuoso e incluso afectuoso, no se priva en absoluto de manifestar su opinión con toda claridad y en ocasiones con dureza —por más que Lee pueda en algún caso sentirse molesto por ella— para situar los acontecimientos y la conducta de Lee en su justo lugar. Así, y aunque el recurso a la ironía está presente[40], se observa la honestidad de quien no puede dejar de decir lo que considera verdad en bien de su amigo y en honor de la justicia.
La segunda de las cartas dirigidas a Lee, que se encuentra fechada el veintisiete de febrero de 1520, no cuenta con traducción alguna conocida[41].
Según apunta Rogers (1947: 206) el título completo de esta carta sería el de Epistolae aliquot eruditorum uirorum, ex quibus perspicuum quanta sit Eduardi uirulentia, y estaría editada por Frobenius en Basilea. La carta parece haber sido escrita en torno al 15 de febrero de 1520, esto es, aproximadamente un año después de la fecha de la carta previamente presentada. Hay que entenderla en un contexto de continuación del propósito que persigue la anterior. Así, se suceden los consejos y las recomendaciones de Moro a Lee para que abandone su modo de proceder en contra de Erasmo, intentando que se deje a un lado la cuestión de la responsabilidad primera en la diatriba que se ha gestado entre Lee y Erasmo.
El texto latino seguido en la versión castellana de eta carta es el de Rogers (1947: 206-208).
La tercera carta escrita a Lee tiene fecha de veintinueve de febrero de 1520, solo dos días después que la precedente, al parecer con el motivo de un envío previo de Lee.
Los argumentos —quizá más sólidos y graves que en la carta anterior— siguen no obstante la línea iniciada en la correspondencia con Lee; de hecho, su autor señala que no hay necesidad de repetir cosas que ya ha mencionado en correspondencia previa (cf. § 1). Moro apela también a cómo otros teólogos que atacaron a Erasmo se han arrepentido ya de su modo de proceder, animando así a Lee a que siga esta misma senda y advirtiéndole de la superioridad de Erasmo para defenderse de las acusaciones vertidas por Lee en sus anotaciones a la labor de este. Asimismo, se acude al argumento de que el Pontífice había llevado a cabo acciones aprobatorias de la obra de Erasmo.
Tanto en la carta anterior como especialmente en esta, la expresión del deseo de que la amistad entre ambos continúe con el mismo afecto y grado de compromiso es especialmente conmovedora[42].
El texto latino editado por Rogers (1947: 208-212) ha sido el utilizado para realizar la correspondiente traducción.
2.3. Carta a John Bugenhagen
La larga carta a Bugenhagen viene precedida de diversos acontecimientos a los que hay que aludir para enmarcar y entender el tipo de misiva ante el que nos encontramos, una carta normalmente poco comentada en la bibliografía general sobre Tomás Moro, a pesar de ser prácticamente la de mayor longitud después de la escrita a M. van Dorp y de una extensión similar a toda la Utopía.
Johannes Bugenhagen, nacido en la Pomerania[43] el veinticuatro de junio de 1475, era un amigo muy cercano de Lutero y persona considerablemente influida por los libros y la doctrina de este. Después de ostentar algunos cargos públicos, Bugenhagen fue ordenado sacerdote en 1509, pero en 1522 renunció a su celibato y contrajo matrimonio; al año siguiente, y por recomendación personal de Lutero, fue designado pastor de la ciudad de Wittenberg, donde ejerció ese cargo a lo largo de treinta y cuatro años. Fue un personaje de señalada reputación entre los protestantes, pero, como señala Manley (1990: xix), llegó a ser más conocido por su amistad con Lutero y su cargo en Wittenberg que por su originalidad como pensador o teólogo[44].
En los años en que se sitúa la carta, las ideas protestantes estaban teniendo una gran resonancia. Así, y para refutar algunas de las doctrinas que se iban propagando con la irrupción del protestantismo, Enrique VIII encargó a Moro que redactara una refutación, algo que Moro llevó parcialmente a cabo en su Responsio ad Lutherum[45].
Otro hito importante en los prolegómenos de la carta de Moro a Bugenhagen es la Epistola Ioanis Bugenhagii Pomerani ad Anglos (sic) que este redactó en 1525, al tiempo que la traducción inglesa del Nuevo Testamento de Lutero realizada por Tyndale estaba alcanzando una seria difusión. En esa carta, que Moro encontró a la vuelta de uno de sus viajes[46], Bugenhagen repite ideas cruciales de Lutero y alude fundamentalmente a la doctrina de la justificación mediante la sola fe, al tiempo que trata de convencer a los destinatarios de los méritos de la versión del Nuevo Testamento realizada por Lutero. Parece que la carta tuvo una difusión y un éxito considerables[47]: su convincente retórica y su modo de presentar los argumentos podrían hacer creer que los luteranos eran los verdaderos seguidores de Cristo.
La respuesta de Moro a Bugenhagen fue escrita —según apunta Manley (1990: XXX)— en el periodo de los tres meses que van de diciembre de 1525 a febrero de 1526, cuando Moro servía en la corte como secretario privado del rey, aunque su publicación formal no tendría lugar hasta 1568[48]. Lo que de convincente podía tener la carta de Bugenhagen a los ingleses[49], Moro lo vio con perspicacia reveladora: su apelación a la espiritualidad y a la piedad como una suerte de hipocresía y autosatisfacción respectivamente y sus referencias a los textos de san Pablo como un tipo de burla heroica[50].
Al haber elegido Moro responder a los planteamientos de Bugenhagen punto por punto, su carta carece de estructura propia, si bien en algunas ocasiones Moro varía el orden impuesto por Bugenhagen para hacer especial hincapié en algún razonamiento, y todo ello no obsta para que pueda verse una línea argumentativa de fondo: el hábil abogado, el fino intelectual y el celoso apologeta