El grabado. Jordi Catafal
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Whistler. Annie Haden. Punta seca.
Fortuny. Tánger. Aguafuerte. Se trata de su primer grabado, en el que ya demuestra poseer una gran maestría y dominio del aguafuerte.
En Inglaterra, el movimiento pre-rafaelista primero, y el Arts & Crafts después, volvieron a poner de moda la xilografía a contrafibra, con la madera cortada en el sentido transversal de la fibra para dar una mayor facilidad a la talla de imágenes de una gran definición. Esta reinvención de la técnica, atribuida a Thomas Bewick (1753-1828), supuso una importante renovación; la razón principal de esta vuelta a las técnicas antiguas fue sobre todo filosófica: se ponían de manifiesto las posibilidades de una vieja estética. El grabado xilográfico inglés consiguió en la segunda mitad del siglo XIX un verdadero renacimiento y sus mejores representantes fueron Aubrey Beardsley y Arthur Rakham.
A finales de siglo, también los impresionistas Manet, Degas, Gauguin y, en especial, Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) produjeron obra estampada. Este último destacó por el dominio que poseía de la técnica de la litografía en color, especialmente para la producción de carteles de gran éxito popular. Profundamente influido por los grabados japoneses, redescubrió los valores de la línea y de las masas uniformes de color.
Beardsley. Ilustración para el libro Salomé, de Oscar Wilde. Xilografía a fibra.
La litografía del siglo XIX
Durante el siglo XIX, la situación del grabado da un giro espectacular. Los procesos industriales nuevos, en especial la litografía, permiten tiradas mucho más grandes y modifican la estética, el público y las características del grabado. Este sistema, inventado por el bávaro Aloys Senefelder a finales del siglo XVIII, se difundió en los primeros años del XIX, una vez preparado para su uso industrial en Inglaterra. El grabado ahora es mucho más accesible, incluso, un producto de consumo. Las ilustraciones de libros, las reproducciones litográficas de los cuadros, y las imágenes de viajes o exóticas están a disposición de todo el mundo a través de libros y de revistas ilustradas especializadas.
Esto hace que durante todo el siglo XIX se popularice el coleccionismo de “estampas” o de grabados, que aún en el XVIII había sido elitista y aristocrático.
Roberts. Gran pórtico del templo de Philae Nubia, perteneciente a la obra The Holy Land, Syria, Idumea, Arabia, Egypt, Nubia, 1842-1849. Litografía.
Europa
El siglo se inicia con la publicación de La expedición de Napoleón a Egipto. Se trata de un proyecto en línea como las vedute romanas del siglo anterior, pero mucho más ambicioso y que se convertirá en un modelo a imitar. Se hacen accesibles, al público y a los eruditos, paisajes o monumentos difíciles de visitar, ofreciendo un texto, pero sobre todo soberbias imágenes grabadas. Este modelo se repetirá a lo largo del romanticismo, creando una estética de monumentos medievales, orientales o islámicos continuadora del neoclasicismo.
En este ambiente destacan las famosas láminas del escocés David Roberts, de enorme difusión. En 1837 publicó una versión de su viaje a España bajo el título de Picturesque Sketches in Spain. El éxito le permitió emprender un viaje por Oriente para hacer acuarelas y tomar apuntes, y entre 1842 y 1849 publicó una exitosa serie de grabados litográficos, con el título de The Holy Land, Syria, Idumea, Arabia, Egypt, Nubia.
Gustave Doré (1832-1883) es, sin duda, el más popular de los grabadores del siglo XIX. Su obra es enorme y muy desigual. Quiso emular a los grandes grabadores ilustrando las grandes obras de la literatura como La Biblia, La Divina Comedia, El Paraíso Perdido, etc.
Grandville (1803-1847) fue un dibujante y litógrafo que se caracterizó por una crítica ácida de la sociedad coetánea. A menudo transformaba a sus personajes, mientras que los animales adoptaban las posturas y los vestidos propios del género humano. Paul Gavarni (1804-1866), seudónimo de S.G. Chevalier, fue un importante colaborador de las revistas de su época. Muy popular, llegó a crear un verdadero “estilo”, muy imitado.
Doré. En el río se hundió Satán y volvió a salir, perteneciente al libro noveno de El Paraíso Perdido, 1886. Litografía. Doré era el autor de los dibujos, que artesanos litógrafos se encargaban de transferir a la piedra.
Grandville. ¿Os hago daño, señor?, perteneciente a la Suite los parisinos pintorescos, 1835. Litografía.
España
Los inicios de la litografía se producen en Barcelona, en 1805, de la mano del litógrafo Joan March. La primera imprenta litográfica oficial se establece en Madrid, en 1819, y en 1825 Fernando VII crea el Real Establecimiento Litográfico. Entre las producciones que se realizaron a partir de entonces, destacan los volúmenes de Viaje de Laborde, con grabados de Juan Pérez Villamil para el gran proyecto editorial de La España artística y monumental. También ilustró la obra Panorama matritense, de Mesonero Romanos, con seis litografías y nueve dibujos más. Francisco Javier Parcerisa ilustró entre 1839 y 1872 Recuerdos y bellezas de España, con unos seiscientos grabados, y acompañada con textos de Pi y Margall.
Paralelamente, a mediados y finales del siglo XIX, aparece un renacimiento de la xilografía, que se vincula de inmediato a las revistas de gran difusión y al grabado satírico con un grabado “barato”, frente a otro de mayor calidad: el litográfico y, sobre todo, al calcográfico. Esta producción industrial del grabado entrará en crisis con la aparición y difusión de la fotografía y técnicas asociadas.
Parcerisa. Cardona, montañas de sal. Perteneciente a Recuerdos y bellezas de España, 1839. Litografía.
El grabado de arte del siglo XX
En el siglo XX el grabado ha cambiado por completo de función. El papel de mostrar imágenes está ya en manos de la fotografía de forma definitiva. Ello hace que sólo tenga sentido el grabado artístico, aquel que puede transmitir imágenes o formas distintas a las inmediatas de la fotografía. Sin embargo, la reflexión teórica y la evolución del arte sufre un cambio paralelo, con lo que queda un amplio margen para el desarrollo del grabado como expresión artística pura. Por lo general, se realiza en series limitadas y numeradas, con posterior inutilización de las planchas una vez finalizada la estampación.
Edvard Munch (1863-1944) iniciaría el grabado del siglo XX. De origen noruego, vivió y estudió en París y Berlín; su estética estuvo cercana al expresionismo alemán, movimiento reivindicador de la xilografía. Es uno de los grabadores más destacados del siglo (unas 860 obras), especialmente importantes los grabados expresionistas y los grabados en color, en parte derivados de las técnicas japonesas de grabado xilográfico. Munch nunca estampó personalmente la obra comercializada, pero sí produjo una serie importante de estampaciones de artista.
En Italia destaca Giorgio Morandi (1890-1964), quien produjo una obra al aguafuerte de gran interés plástico. Como pintor estaba relacionado con el movimiento metafísico italiano, pero fue capaz de crear un