5 años. Manuel Montaner
de nuevo como a principios de febrero, antes de eso le había mandado un par de mensajes.
Una vez en Arica volvería a hablar, quería juntarme con ella y la Sandra para saber cómo estaban. En esa conversación me contaría que terminó con el pololo30, que estaba mal, que había llorado mucho, era el padre de su hijo y su única pareja hasta ese momento, y estaba preocupada por su hijo.
Después volveríamos a wassapear31 (o como se escriba) un día en medio del festival de viña, estaba cantando Romeo Santos, yo estaba con mis compañeros conversando en la compañía y al mismo tiempo respondiendo sus mensajes; en un momento, no recuerdo cómo llegó el tema a nuestra conversación, pero le dije lo fuerte que era, lo buena madre y cuánto adoraba a su hijo, en fin, las cosas que veía de su persona, su yo interior, a lo cual ella reaccionó con una carita sonrojada y un gracias. De pronto caerían los tonos, un rescate vehicular, dejé de mandar mensajes y fuimos en el carro al rescate, un tipo curao32 habría colisionado con otro vehículo en un cruce, luego habría bajado del vehículo y corrió hasta tropezar con la cuneta y se rompió la cabeza al caer, fue complicado, pero una emergencia rápida. Al volver le escribiría pidiéndole disculpas por no contestar y explicándole lo que pasó, me respondió diciendo – cuenta, cuenta, qué pasó -.
No le insistiría en vernos ya que la Sandra estaba trabajando, eso sí hablamos una vez más, yo aún no me matriculaba en la U y creía que tenía una semana más, era un jueves recuerdo y me dijo que debía hacerlo a más tardar mañana, yo le dije —no importa, todavía tenemos la semana 0, aún hay tiempo—. A lo que ella respondió —esta es la semana 0—. Quedé helado, al cabo de un rato agregó —que pavo33—. En pocas palabras tenía hasta mañana para matricularme, el problema es que las cosas con mi madre no estaban mejor, al final del año pasado nos habíamos cambiado de casa y si bien era más humilde, tenía 2 habitaciones, algo que la anterior no. La cosa es que peleados y todo fuimos a matricularme, mi madre aún no tenía trabajo, yo ya estaba pensado en congelar la carrera y encontrar laburo. Durante ese fin de semana (tal vez otro día) a la Cami se le enfermaría el hijo, yo solo le escribí —Si es la mitad de fuerte que tú, estará bien—.
Pasaría el fin de semana y tendría que ir a la U, veía muchas caras nuevas, demasiadas, bueno la razón es que éramos 2 cursos de la carrera y ya que se habían ido por ambos cursos varias personas, bueno nos juntaron. Se acuerdan de la mujer que me miró mientras me matriculaba el semestre anterior, sí, la del capítulo anterior, bueno ahí estaba, era del otro curso, ahora íbamos a ser compañeros. Su nombre Isabel, mismo nombre que la hermana de la Cami.
La Paula era mi amiga y sabía que estaba pololeando34 pero sería en esos primeros días en que me diría quien era su pololo35, su nombre era Marcos, era súper simpático, para algunos algo barza36, el tema es que él era muy cercano supuestamente a la Isabel, la que me miraba, de quién aún no sabía su nombre, en ese entonces.
Durante la primera semana de clases se celebraría la fiesta de bienvenida de la universidad en la discoteque Soho, ubicada en la playa Chinchorro de la ciudad, había que pedir la entrada en la dirección de asuntos estudiantiles de la universidad, ahí ella conocería al José quien estudiaba la misma carrera que nosotros, pero en la mañana, y lo encontraría muy guapo, ese día no entregarían las entradas. Pasarían 2 días para que las entregaran y el tipo le entregaría 2 entradas extras para que fuera con sus amigas, de paso intercambiaron números de celular, ella estaba entusiasmada con este tipo. Ese día mientras hablábamos como de costumbre camino a casa ella me contó eso y yo le pregunté algo serio —y ¿hay onda?37—. Dejó de estar tan entusiasmada y cambió a una voz más seria y me respondió —No—.
Ella iría a la fiesta mientras yo estaba en la guardia (pude pedir reemplazo, pero la mayoría de mis amigos estaban estudiando en la misma universidad y no se querían perder la fiesta), la triste verdad es que no tenía reemplazo y nunca me gustaron las discoteque. Ella iría con sus amigas; en la fiesta ella vería a su ex bailando con otra. Eso le dolió mucho.
Un día en la segunda semana terminamos antes la primera clase y la mayoría se fue antes, incluyendo a mi grupo de amigos, así que me quedaría conversando con la Cami y su grupo de amigas, si se preguntan por la Sandra se había cambiado a la jornada de la mañana, la siguiente clase no llegaría el profe así que nos fuimos al quiosco de la esquina de la U, la Paula (amiga de ella) sería la primera en irse, luego la Valentina me dejaría solo con la Cami, estábamos aburridos y la siguiente clase era de esos ramos que están para rellenar la carrera. En eso le llega un mensaje de su mamá, era su pequeño hijo diciendo a la cámara del teléfono—Te quiero mamá—. Se fue para atrás con un grito de alegría y gusto, yo también me fui para atrás con una sonrisa en la cara, en eso miró hacia un costado del quiosco y veo que caminando hacia nuestra dirección estaba la Isabel con sus amigos, su cara no era precisamente felicidad, más bien algo le molestaba. Más adelante entenderán que nada de esto tiene sentido, no para mí al menos.
Después de eso la invitaría a comer a un restaurant que quedaba de camino a donde siempre caminábamos, si bien al principio no le gustó la idea al final aceptó y fuimos. Comimos papas fritas con bebida, nos dieron muchas papas, ahí ella se desahogó, principalmente que no lo estaba pasando bien por su rompimiento y que ni la hermana la consolaba, estaba molesta con su actitud, aunque no veía el por qué, traté de apoyarla como amigo que era. Luego me preguntaría por mí y le hablé de la Natalia apenas mencioné su nombre me dijo —¿Por qué? Si ustedes no eran nada—. Es cierto, pero más me llamó la atención su cara, era como si ya lo supiera todo, bueno no era de sorprenderme, ella y la Natalia eran del mismo grupo de amigos. Luego me contó que tuvo una aventura con el Francisco poniéndole los cuernos a su pareja, el Francisco también estaba pololeando38 y al final de la aventura eligió a su pareja y la Cami, bueno, recibió el perdón del ahora ex. Recuerdan la vez que los vi mientras me iba a casa, bueno, en esa época fue, ella que creía que yo ya sabía todo esto, que los había pillado, la verdad es que nunca lo asimilé. Me habló mucho de que se fijaba en cómo eran las personas y que no entendía cómo le pudo poner los cuernos a su pareja con él, yo le creí eso de que miraba corazones y no físico, aunque el Pancho era bastante guapo, su ex pololo39 no lo era, o al menos eso decía toda la U, mucha carne para tan poco gato40.
Después de desahogarnos comenzamos a hablar de cualquier cosa, digamos intereses comunes. No sé por qué o cómo, pero en un momento mientras hablaba no paré de mirarla, mientras apoyaba mi cabeza con una mano cuyo codo estaba apoyado sobre la mesa, la miraba y miraba sin pausa mientras hablaba, yo por mi parte me perdía en sus ojos café, tan envolventes y atrayentes como una trampa endulzada con la más sabrosa miel, como aquello que es tan hermoso como peligroso, no podía voltear la mirada hacia otra parte, era una sensación nueva, más no desconocida, no tenía miedo, al contrario, estaba más seguro que nunca, de mí mismo, de lo que sentía, de lo que quería; en un momento con una sonrisa en la cara me dijo que parara de mirarla, —ok—. Le dije y comencé a mirar a cualquier parte, la pared, el techo, daba igual —pero, cómo—. Me dijo, a lo que respondí —¿Qué? No quieres que te mire y tampoco que mire para otro lado, decídete—. Sólo rió, luego fue al baño, estuvo un rato, luego entré yo y cuando salí nos iríamos, no sin antes dejar propina. Ese día, después de ese cruce de miradas todo cambió.
Al día siguiente que era viernes, no fui a clases porque salió una emergencia mientras almorzaba, un pastizal que rápidamente lo declararon41, estaba solo ya que mi madre se había ido a la ciudad de Alto hospicio a trabajar, no alcancé a llegar al carro que salía así que tuve que esperar a que llegara maquinista para el otro carro, nos subimos y fuimos a la emergencia, en el trayecto me acordé de la U así que llamé a la Cami para que le avisara al profe que llegaría tarde, al contestar me diría —No fui a la U—. Apenas escuchaba, el ruido de la sirena era muy fuerte, —llama a la Valentina—. Me dijo a lo que respondería: —Ya no importa, gracias, chao—. Ese día todo me salió mal, terminé en el hospital con un desgarro en el hombro izquierdo. La llamé esa noche para contarle lo que me había pasado, estaba triste, creí que me alegraría un poco, no fue el