Escritos militares . Vo Nguyen Giap
muy fuertes sobre las bases militares y la retaguardia enemigas.
Luego del clamoroso triunfo de la resistencia contra la agresión de los colonialistas franceses, el Norte comenzó la revolución socialista y se convirtió en un Estado independiente y socialista, con todas las estructuras propias de un Estado. Se dedicó a fortalecerse desde todo punto de vista, a consolidar la defensa nacional con la participación de todo el pueblo y se convirtió en una base de retaguardia poderosa y segura para la lucha revolucionaria de todo el país; firme retaguardia para el gran frente del Sur, desempeña un papel muy importante en el combate que sostiene la nación contra la agresión norteamericana.
2. Apoyarse en las fuerzas revolucionarias, tanto en el campo como en las ciudades, organizar bases de retaguardia y una retaguardia sólidas en el campo, como así también bases revolucionarias en las ciudades, y coordinar las retaguardias locales con la retaguardia nacional.
Nuestra guerra revolucionaria se basa en la potencia de todo el pueblo, cuyas fuerzas principales están constituidas por los obreros y los campesinos. Dado que combatimos al enemigo en nuestro propio suelo, combinamos los ataques por todos los medios posibles en el campo y en los centros urbanos. Por eso debemos apoyarnos en las fuerzas revolucionarias tanto rurales como urbanas, construir bases de retaguardia sólidas en el campo y bases revolucionarias en las ciudades.
Las regiones rurales —las zonas montañosas y las llanuras— son regiones donde existen grandes fuerzas revolucionarias —las masas campesinas trabajadoras— animadas de un fuerte espíritu revolucionario y que constituyen el 90% de la población. Su economía, capaz de abastecer las necesidades regionales, es particularmente favorable al desencadenamiento y mantenimiento de una guerra popular contra un agresor material y técnicamente más fuerte. Su terreno es apto para las operaciones de nuestras fuerzas armadas; en cambio, el aparato del poder enemigo es débil o relativamente débil y presenta numerosas fallas. Las regiones montañosas con superficie muy accidentada son de gran importancia estratégica desde el punto de vista militar. Las minorías étnicas que las habitan son muy fieles a la revolución. Por el contrario, el dispositivo enemigo en esas zonas es por lo general más débil que en otras partes y está insuficientemente protegido. Esa es una base de retaguardia particularmente sólida de la revolución y de la guerra revolucionaria. Apoyándose en ellas, nuestro pueblo puede organizar, mantener y desarrollar sus fuerzas, sostener una guerra prolongada en las peores condiciones y disponer de trampolines seguros para avanzar hacia el llano. Las regiones rurales del llano, muy pobladas y ricas, son regiones que el agresor trata constantemente de ocupar para apoderarse de nuestros recursos, en hombres y en bienes, con el pretexto de “hacer combatir a los vietnamitas con los vietnamitas y sostener la guerra con la guerra”.
Cuando la revolución domina las regiones rurales dispone de un apoyo seguro, gracias al cual puede movilizar hombres y bienes para desarrollar sus fuerzas y combatir largo tiempo, aumentar su poderío en el curso de los combates y desbaratar todos los malignos proyectos del enemigo. Le es posible crear una situación ventajosa que permita a las regiones rurales de la montaña y del llano sostener poderosamente al movimiento revolucionario de las ciudades, que golpea al enemigo hasta en sus centros neurálgicos y sus guaridas.
Es evidente que las regiones rurales son bases de apoyo y puestos de combate seguros y duraderos de la guerra revolucionaria en nuestro país; apoyarse firmemente en ellas y establecer allí bases de retaguardia sólidas, es un imperativo de gran importancia estratégica en la guerra revolucionaria en nuestro país.
A la vez que organiza bases de retaguardia seguras en el campo, nuestro partido asigna gran importancia a la implantación de bases revolucionarias en las aglomeraciones urbanas donde se concentran los obreros, la clase más revolucionaria, la clase dirigente que conforma junto con los campesinos trabajadores, el cuerpo de batalla de la revolución. También en las aglomeraciones urbanas se hallan los diferentes sectores de trabajadores, los estudiantes y los colegiales, los intelectuales progresistas, todos animados de un patriotismo y de un sentimiento antiimperialista bastante elevado. Las aglomeraciones urbanas, sobre todo las ciudades y las grandes capitales de provincia, son centros políticos, militares, económicos y culturales donde el enemigo concentra sus órganos de dirección y sus aparatos de dominación y de represión; allí es relativamente más fuerte que en el campo, aunque presenta sin embargo, puntos débiles en el plano militar y sobre todo político.
El enemigo trata ante todo de transformar las ciudades en una retaguardia segura para llevar a cabo su guerra de agresión. Por nuestra parte, para lograr la victoria de la guerra revolucionaria, debemos organizar activamente bases revolucionarias en las ciudades, crear condiciones para atacar allí al enemigo con todos los medios apropiados, impidiéndole que constituyan retaguardias seguras. Debemos coordinar estrechamente las fuerzas revolucionarias urbanas con las del campo para sorprender al enemigo en sus propias guaridas, permitir que la guerra revolucionaria liquide lo más rápidamente posible sus fuerzas armadas y políticas, que el pueblo extienda la toma del poder a regiones cada vez más vastas, para conseguir finalmente la victoria.
El establecimiento coordinado de bases de retaguardia seguras en las regiones rurales y de bases revolucionarias en las ciudades, contribuyó a imprimir una forma original a nuestra insurrección luego de la Revolución de Agosto; a asegurar, después de la primera resistencia, el éxito de la estrategia de guerra prolongada; guerra que llevamos a cabo apoyándonos en las masas rurales e impulsando la lucha en las ciudades. Esta coordinación contribuyó en gran medida a la obtención de los importantes éxitos que la guerra revolucionaria obtuvo actualmente en las tres regiones estratégicas del sur.
De acuerdo con la ley del desarrollo de la retaguardia en una guerra revolucionaria, planteándonos el objetivo de emplear y de movilizar nuestros recursos nacionales en todos los dominios, sacándoles el mejor provecho posible, hemos preconizado la coordinación entre la creación de las retaguardias locales y de la retaguardia nacional.
De nuestra experiencia se deduce que es necesario tener una base, una retaguardia para todo el país, y también bases y retaguardias en distintos lugares para cada frente, para cada región. La organización de las bases y de las retaguardias en distintos lugares para cada frente, cada región, cada sector, está vinculada con la línea general de nuestro partido en lo que se refiere a la movilización de toda la nación para el combate; a la creación en todas partes de poderosas fuerzas locales para servir a la guerra del pueblo. Responde a las dimensiones de nuestro país, que no son muy grandes, y a nuestra forma de llevar a cabo la guerra popular: mantenernos firmes en el lugar, atacar al enemigo en todas partes, no retroceder un solo paso. Favorecer la toma y la consolidación del poder por parte del pueblo, permite explotar al máximo y desarrollar el poderío del nuevo régimen social que está tratando de consolidarse en las regiones liberadas, para responder rápidamente a las necesidades de la guerra en esa región.
Nuestra resistencia a la agresión norteamericana asocia las bases y retaguardias locales del Sur con la gran retaguardia nacional, la del Norte socialista, que está por su parte vinculado al vasto campo socialista. Esta coordinación permite movilizar ampliamente las fuerzas de toda la nación vietnamita, del régimen socialista en el norte y del nuevo régimen social en las regiones liberadas del sur, así como de todas las realizaciones que nuestra revolución obtuvo durante varios decenios de lucha ininterrumpida y victoriosa contra el jefe de turno de los imperialismos. Este es un punto fundamental que evidencia elocuentemente que, en la actual guerra de resistencia, nuestro pueblo dispone de fuerzas y de una posición mucho más importante que en el momento de la primera resistencia.
3. Elevar al máximo el espíritu de ofensiva, consolidar en todos los planos nuestras bases de retaguardia y nuestra retaguardia; combatir activamente para defender nuestra retaguardia y a la vez atacar sin descanso la del enemigo para transformarla en frentes de combate; ampliar incesantemente nuestras bases de retaguardia y nuestra retaguardia.
En una guerra revolucionaria en la que la organización de la retaguardia parte de cero, la aparición de las primeras bases de retaguardia es sólo un comienzo. Para mantener y desarrollar ese éxito inicial, y permitir que esas bases resistan todas las pruebas y desempeñen un papel cada vez más importante, es indispensable consolidarlas constantemente en todos los planos.
En una