Camilo, señor de la vanguardia. William Gálvez
los requisitos indispensables para llegar a ser un revolucionario comunista de cuerpo entero.
William Gálvez, La Habana, 2016
1 De Tuxpan a La Plata, Editora Orbe, Diario de campaña, Editora Oficina de Publicaciones de dicho organismo, que recoge los diarios de Raúl Castro, Emiliano Díaz Fontaine y A. García Núñez en la Sierra Maestra; los de la campaña en los llanos del Cauto, escrito por Camilo y Osvaldo Herrera; y el de Sergio del Valle y el autor del presente libro durante la Invasión a Occidente y la campaña en Frente Norte de Las Villas.
Prólogo
En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo.
Ernesto “Che” Guevara
El significado de este libro sobre Camilo pudiera expresarse de maneras muy diversas. Preferimos decir que, a través de sus páginas, se va revelando la verdadera dimensión histórica de su personalidad revolucionaria, incorporada para siempre a uno de sus capítulos más sobresalientes de la vida de la nación: “... con lo que han hecho (escribió Fidel a Camilo) ya bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas militares”.2
Este valioso material es el resultado de más de diez años de trabajo, lapso en el que fueron estudiados muchos documentos, realizadas gran número de entrevistas y recopilados testimonios de compañeros que conocieron a Camilo en distintas etapas de su existencia.
Una tarea tan paciente y ardua fue realizada por su autor, el compañero William Gálvez, empleando su tiempo libre y sus vacaciones, digno tributo a quien fue su jefe y compañero de armas.
La virtud principal de la obra es que logra ofrecer una visión integral de la personalidad de Camilo, cuyos perfiles de leyenda en ocasiones se han mostrado de forma fragmentaria y en el marco de lo anecdótico. En estas páginas, la leyenda revolucionaria de Camilo encuentra su asidero en el conjunto de su trayectoria y no en la suma de hechos aislados, por heroicos y significativos que estos hayan sido.
El autor puede alcanzar este objetivo porque, sin ser un historiador profesional, ni presumir de escritor, dispone de la posibilidad excepcional que le proporciona el haber sido un participante activo de los hechos que relata y de haber compartido con Camilo, como subordinado y amigo, en momentos cruciales de la epopeya insurreccional; por todo ello, le asiste el conocimiento directo de las motivaciones que animaban a Camilo y de las reflexiones que promovían en él los resultados de su propia acción como jefe guerrillero y dirigente revolucionario. El hilo conductor de la parte más importante del libro son, por tanto, las vivencias del autor, quien ha logrado plasmarlas de modo coherente, ameno y decoroso.
Cuando William conoció a Camilo en la Sierra Maestra, en enero de 1958, este tenía 25 años de edad, era capitán del pelotón de vanguardia de las tropas del Che y hacia algo más de doce meses que participaba como guerrillero en la lucha insurreccional contra la tiranía batistiana.
Al producirse el triunfo, tras dos años de iniciada la gesta del Granma, Camilo había ascendido hasta convertirse en uno de los más relevantes protagonistas del proceso revolucionario que estaría llamado a transformar nuestro país, de una neocolonia del imperialismo norteamericano en el primer Estado socialista del hemisferio occidental: “Hoy el recuerdo de la Invasión, hoy el recuerdo de todos sus hechos, de todas sus proezas, nos llena casi de asombro por todo lo que hizo”, ha dicho Fidel. “No ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo”, sentenció con acierto el Che.
Esa imagen legendaria, unida a su sencillez proletaria, al peculiar carácter personal que en Camilo quedó simbolizado por su amplia y afable sonrisa, lo identificó hondamente con las simpatías y la admiración más sinceras de nuestro pueblo.
Y esta obra, Camilo. Señor de la vanguardia, se encarga acertadamente de presentarnos, sin idealizaciones, a este héroe guerrillero, al hombre de carne y hueso que refleja la idiosincrasia del cubano típico y respira a todo pulmón una gran alegría de vivir.
Pero, ¿concluye aquí la proyección de la figura de Camilo en nuestro proceso revolucionario?
Este libro –y creemos es uno de sus mayores méritos–, nos ofrece una respuesta más completa sobre Camilo como héroe de la insurrección y como luchador consciente, nutrido de su ideario. Camilo, lo sabemos quienes lo conocimos muy de cerca y lo demuestran incuestionablemente las páginas que siguen, en el momento de morir tenía un pensamiento político-ideológico muy definido, totalmente identificado con la línea que se aplicó durante aquellos primeros diez meses de la victoria de las armas rebeldes, consciente del movimiento táctico que entonces resultaba necesario frente al poderío del imperialismo estadounidense y sus aliados nacionales. Plenamente convencido del objetivo estratégico de la Revolución en el que, como lo reiteró con sus palabras y escritos en numerosas ocasiones, él –con Fidel–, asignaba el principal papel dirigente a la clase obrera, en alianza con los campesinos y otras capas humildes del pueblo.
Naturalmente, esta radical formación ideológica de Camilo se fue forjando por etapas, en un proceso que se inició en el modesto hogar donde nació, continuó durante su juventud como obrero en Cuba y Estados Unidos, hasta consolidarse definitivamente entre la gente humilde que habitaba su marco de operaciones guerrilleras y junto a Fidel, el Che y otros dirigentes de la Revolución.
Camilo, por tanto, además de encarnar a uno de los más grandes combatientes de nuestra segunda guerra por la real independencia de la patria, fue también un exponente del pensamiento avanzado que guiaba el proceso revolucionario cubano, una de sus figuras más preclaras desde los tiempos de la lucha armada y uno de los más firmes impulsores en tomar y mantener el camino que culminara con la liberación definitiva de las clases sociales tradicionalmente explotadas por el capitalismo.
La lectura de este libro proporciona la evidencia sin equívocos de que sus ideas quedaron históricamente enfiladas hacia las posiciones ideológicas más progresistas de la época contemporánea, a pesar de su muerte prematura y de que sus posibilidades para expresarse estuvieron condicionadas por el certero realismo que, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Fidel, teníamos el deber de adoptar en aquella coyuntura del año 1959, de manera que –como dijera posteriormente el propio Fidel–, se hiciera posible “sorprender al imperialismo por un flanco”.
Esta es la figura que, paso a paso, se va perfilando para el lector, sin que ello quiera decir que con este título se agota la necesaria tarea investigativa que impone la personalidad y la significación de Camilo en la Revolución Cubana.
Continuar esta tarea es muy importante para el trabajo educativo de nuestra juventud, porque unido al marxismo-leninismo, el conocimiento y estudio riguroso de nuestra historia deben representar un sustancial elemento formativo de su firmeza de carácter y de sus principios político-ideológicos.
Para los jóvenes cubanos, obras como Camilo, señor de la vanguardia, deben figurar siempre entre sus mejores libros de cabecera, convertidos en preciados instrumentos de inspiración y compromiso para el presente y el futuro.
En estas páginas, encontramos la descripción del hogar donde nació Camilo. Las dificultades económicas de la familia hablan por sí solas de su procedencia social de las capas más humildes y explotadas de nuestra población: “… tuvo que mudarse muy a menudo, por no contar con dinero para pagar el alquiler de la vivienda”.
También, comprobamos que una de las primeras influencias políticas que recibió en su vida, como coinciden en señalar todos los que lo conocieron en aquellos tiempos, provino del ambiente obrero de su casa, en especial, de su padre Ramón Cienfuegos: “yo realizaba actividades sindicales en la Unión de Operarios y Sastres durante el gobierno de Menocal y ya había publicado un manifiesto a favor de los soviets que se intitulaba: La Revolución Rusa se extenderá por todo el mundo”.
Pasando las hojas, aparece la convulsa década del cuarenta, marcada después de la Segunda Guerra Mundial, por el inicio de la llamada “guerra fría” y las campañas anticomunistas, que intensificaron en nuestro país la brutal represión contra