El hombre y el arma. Vo Nguyen Giap
sutiles, consecuencias de la segunda guerra mundial, en primer lugar se debe notar la división de los pueblos de Alemania, Corea y Vietnam, lo cual crea nuevos focos permanentes de pugnas internacionales”. Cada uno de esos países fue dividido en dos partes: una parte ocupada por el Imperialismo y la otra liberada, en la cual el pueblo está edificando el socialismo. Los revisionistas han metido dentro de la misma canasta esas dos partes que tienen regímenes diferentes y consideran que los países socialistas, como la República Democrática de Vietnam, la República Democrática Popular de Corea y la República Democrática de Alemania, todos son “los focos permanentes de pugnas internacionales” y por lo tanto son el origen de la guerra. Consideran también que los pueblos oprimidos que se levantan en lucha enérgica contra los imperialistas han aumentado el peligro de guerra. Con lo cual quieren decir que el origen de la guerra son los pueblos oprimidos. Todos esos argumentos de los revisionistas contemporáneos tienden hacia un único objetivo, cual es el de desviar de los pueblos el conocimiento del verdadero origen de la guerra. Solamente encontrando el origen verdadero de la nueva guerra se pueden preconizar los métodos acertados de lucha contra ella y por la salvaguardia de la paz. Si no se encuentra el verdadero origen de la guerra seguramente no pueden preconizar más que métodos erróneos provocando fracasos en la lucha contra la guerra y por la salvaguardia de la paz. Está muy claro que con esos argumentos acerca del origen de la guerra, los revisionistas contemporáneos juegan el papel de apologistas torpes de los imperialistas que son culpables de tantas guerras de masacre a los pueblos del mundo, y que están preparando febrilmente la nueva guerra mundial con medios de destrucción masiva.
Hay también gente que busca el origen de la guerra no en el régimen social sino en el cerebro de los que encabezan los gobiernos burgueses. Si en la cabeza de los dirigentes del gobierno de un tal país imperialista hubiera la llamada “buena voluntad”, existiría la paz. Al contrario, si en su cabeza hubiera la llamada “mala voluntad”, existiría la guerra. Ya desde hace mucho tiempo Lenin rechazó ese argumento de buscar el origen de la guerra y la paz dentro de las llamadas “buena” y “mala voluntad”. En su obra Sobre las tareas del proletariado en nuestra revolución Lenin escribió acerca de la primera guerra mundial: “La guerra no ha sido engendrada por la voluntad maligna de los bandidos capitalistas aunque es indudable que se hace sólo en interés suyo y sólo a ellos enriquece. La guerra es el producto de medio siglo de desarrollo del capital mundial, de sus miles de millones de hilos y vínculos”3. En la misma obra Lenin señaló claramente que lo necesario para nosotros es que: “Debemos saber explicar a las masas que el carácter político social de la guerra no se determina por la “buena voluntad” de personas, de grupos ni aún de pueblos enteros, sino por la situación de la clase que hace la guerra; por la política de esta clase, que tiene su continuación en la guerra; por los vínculos del capital, como fuerza económica dominante de la sociedad moderna; por el carácter imperialista del capital internacional…”4.
Los marxistas usan el materialismo dialéctico y el materialismo histórico para buscar el origen y analizar el carácter de la guerra. Los marxistas rechazan la manera idealista de analizar el origen y el carácter de la guerra. Si queremos comprender las causas del nacimiento y el carácter de una guerra debemos analizar las políticas (interior y exterior) que tal clase o tal Estado aplicó antes de la guerra y que posteriormente condujo a la guerra. La clase dominante y su Estado tienen una determinada línea política para defender sus intereses de clase. En tiempo de paz, se vale de maniobras políticas, económicas, ideológicas y diplomáticas, etc., para realizar sus líneas políticas. Si esas maniobras tendientes a lograr el objetivo planteado no bastan se apela entonces a la violencia, a la guerra. Por lo tanto, la guerra constituye el medio violento que usa cierta clase para llevar adelante su línea política del tiempo de paz. En toda sociedad con clases antagónicas existe la lucha de clases. La lucha irreconciliable entre las clases conduce a las guerras. La guerra es una de las formas de lucha de clases: la lucha armada. Toda lucha de clases tiene carácter político. La guerra también lo tiene. El marxismo-leninismo señaló claramente las relaciones entre la política y la guerra. Cualquiera que sea la guerra, se vincula estrechamente con el régimen político que le da a luz.
En su obra La guerra y la Revolución Lenin subrayó: “La guerra es la continuación de la política por otros medios. Toda guerra se liga íntimamente al régimen político que la ha desatado. Ésta es la política que un país determinado, una clase determinada en ese país ha seguido desde hace mucho tiempo antes de la guerra, y obliga a la misma clase a seguir llevándola a cabo durante la guerra, con el cambio de forma de acción”5. Si se quiere conocer una guerra deben señalarse claramente las condiciones concretas que la originaron, aclarar cuáles son las clases que la prepararon y llevaron a cabo, y el objetivo seguido por esa clase. No se puede analizar el carácter de una guerra sin subrayar las estrechas relaciones entre esa guerra y la pasada línea política de la clase dominante de los países beligerantes. No existe ninguna guerra que no tenga objetivo político. No existe política superclasista y por lo tanto no existe tampoco guerra superclasista. La política determina el carácter de la guerra y el objetivo concreto para la estrategia militar. La estrategia militar en la guerra toma la estrategia política como base y depende de esta última. Por eso, la tesis leninista de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, es perfectamente correcta.
Los revisionistas contemporáneos consideran que actualmente esa famosa tesis de Lenin está pasada de moda. En el discurso pronunciado en la 15º sesión de la Asamblea general de la ONU, a fines del año de 1960, Tito, jefe de las filas revisionistas, declaró: “Hoy la definición que dice que la guerra es la continuación de la política por otros medios es incompleta”. Tito mostró este argumento con el objetivo de rechazar el carácter político, el carácter clasista de la guerra. Con dicho argumento, pretende borrar la distinción entre los distintos tipos de guerra, la guerra justa y la guerra injusta; la guerra agresora de saqueo y la guerra de autodefensa y de liberación nacional.
Es lastimoso que el citado argumento de Tito influya sobre cierto número de compañeros de algunos Partidos comunistas y obreros. Suelen aparecer de tanto en tanto en la prensa comunista y obrera artículos que niegan la tesis de que “la guerra es la continuación de la política”. Para justificar su negativa pasaron por alto el nombre de Lenin y hablaron solamente sobre Clausewitz. Dicen que aquella tesis es del teórico militar prusiano Clausewitz y que hoy no es correcta. Precisamente Clausewitz pronunció aquella frase y Lenin la repitió, pero al mismo tiempo le insertó un contenido de clase perfectamente nuevo. En su obra La Guerra y la Revolución, Lenin escribió: “Han conocido el pensamiento de Clausewitz, uno de los destacados autores que estudiaron la filosofía de la guerra y la historia militar: la guerra es la continuación de la política por otros medios. Es una máxima del escritor que estudió la historia de las guerras y sacó lecciones filosóficas, poco después del período de la guerra de Napoleón”. En la obra El socialismo y la guerra, después de haber citado aquella frase de Clausewitz, Lenin escribió lo siguiente: “Aquella famosa frase es de Clausewitz, uno de los autores más penetrantes en la ciencia militar. Los marxistas siempre la consideran como base teórica de la interpretación de cada guerra. Precisamente basándose siempre en este punto de vista Marx y Engels han enfocado las distintas guerras”6. Lenin estuvo de acuerdo con esa tesis de Clausewitz, pero no significa esto que sobre ese problema las ideas de Lenin y las de Clausewitz sean perfectamente semejantes. La verdad es que Lenin adoptó una posición de clase totalmente distinta a la de Clausewitz que era un pensador de la aristocracia prusiana. Clausewitz aparta la política de la economía, por lo tanto le quitó su contenido de clase. Clausewitz no pudo analizar las guerras según el carácter de clase. El pensamiento de Lenin acerca de que la guerra es la continuación de la política por medios violentos, se asienta sobre la base del análisis del carácter de clase de la política para, desde allí, analizar el carácter de clase de la guerra, distinguir los diferentes tipos de guerras según su carácter, y sobre esas bases determinar claramente la actitud hacia cada una de ellas. La tesis de Lenin sobre “la guerra es la continuación de la política” es perfectamente correcta. Ésta nos ayuda a analizar las guerras. Si la política lleva el carácter imperialista, es decir, la política