Zoncoipacha. Mariela Tulián

Zoncoipacha - Mariela Tulián


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el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba se pueden encontrar datos que resultaron contradictorios para muchos historiadores, ya que en una extensión importante, que abarca todo el noroeste provincial, se registró en diferentes momentos la existencia de distintos pueblos con nombres tales como: Tulian, Tulianha, Tulianaha, Mampa, Maiaha, Tahasac, Caviche o Cavis, Lay Sacat, Linaza, Sian Pitin o Taysacat o Taypitin, Tao Pitin, Casnaen, Casnaguan, Atan Sacat o Atan Henin o Hatan Henen o Hata Henen u Olamana, Tagnasa, Tagnaso, Numanti Halo, Siton Halo o Citon Sacate o Citon Charaba, Miste Pitin, Canta Calo, Hoyopan, Colo Olis o Canti Charava, Huluman, Toco Toco, Chabi Sacate o Chabi Toco Toco, Camibasa, Aniquilaen, Cantapas, Mantala Halon, Punan Quina Halo[6], entre muchos otros. Estos pueblos no se encuentran ubicados con claridad en el territorio, además de tener denominaciones contradictorias. Resulta que muchos de estos topónimos fueron cambiados por cuestiones políticas. Por ejemplo, el nombre de las comunidades de Quisquisacate, que son cuatro en el territorio provincial, en realidad debería haberse registrado como otro nombre, por ejemplo: el Quisquisacate de tras la sierra, actualmente Villa Cura Brochero, llevaba por nombre Torol[7], o el Quisquisacate de Conchuluca, actual Ischilín, cuyo nombre verdadero era Ciquihalon o Siqui Hene, el Quisquisacate de la Ciudad de Córdoba era Quisquitipa en lengua camiare, «Pueblo de la Angostura»[8]. De la misma manera, nuestro actual San Marcos Sierras fue registrado con el nombre de Taysacat en la encomienda dada a Juan de Chávez en el año 1573 y luego corregido a pedido de sus pobladores y cambiado en la documentación por Taypitin. Sucede que los españoles avanzaban en expediciones conquistadoras buscando justificar la usurpación y la barbarie, para lo cual impusieron el pensamiento de que nuestro pueblo ya había padecido la usurpación inca primero, y la imposición de la lengua quichua, y luego la usurpación territorial por parte del pueblo sanavirón, ambas por medio de la guerra. Si analizamos el pensamiento del español de aquella época encontramos todos los justificativos de la barbarie y de la masacre que cometieron en América a partir del fundamento de la Inquisición, una práctica social que cobró un impulso nuevo en estas tierras, ya que estaba desapareciendo en el Viejo Continente.

      Aníbal Montes dice de los conquistadores: «Dichos hombres eran [soldados medievales]; tenían el espíritu y las armas de la época feudal europea. Venían forrados de hierro, el cuerpo y el alma. […] Cada uno de estos soldados llevaba encima todo lo que poseía […] Eran aferrados a [la misión encomendada] y sabían que se pagaba con la vida [su incumplimiento]»[9]. Agrega:

      En primer lugar debemos aclarar lo referente a esa odiosa e injusta confusión que se hace, por algunos expresamente, entre el indígena que encontró en estas tierras el primer invasor español y el indio alzado, malo y destructor, que amenazó durante dos siglos las fronteras de nuestra incipiente civilización. A aquel ya lo hemos presentado […]. En cuanto al segundo, fue una consecuencia lógica de la crueldad del hispano, que destruyó los pueblos pacíficos del agricultor autóctono y pretendió exterminar también a sus habitantes[10].

      Aquí en Córdoba, además, cambiaron algunos nombres de las poblaciones que registraban para que se asumiera que el territorio comechingón estaba usurpado por el pueblo sanavirón y de esta forma justificar su avance desde una visión sociopolítica de la época. Es muy numerosa la información existente sobre el tema en el Archivo Histórico de la Provincia, pero a pesar de ser sustancial, se debe seleccionar alguna y analizar por parte.

      Por ejemplo, sabemos además que la incursión exploradora del norte estaba integrada por originarios de otros pueblos que oficiaban de traductores y mediadores entre los españoles y las poblaciones que se encontraban en su camino.

      Resulta que, en algunos lugares, eso de los nombres sanavirones ha sido una superchería de los hombres de Don Gerónimo. Ellos tenían marcado interés en ser exclusivos conquistadores de Camichingonia y no debemos olvidar que tenían recelo de los posibles derechos de Conquista de Villagra, que vino desde Chile algunos años antes. Y también de los posibles derechos de Aguirre ligados a sí mismo a Chile, anteriores a la fundación de Córdoba. Al figurar los sanavirones en Córdoba, se extendía hacia el sur el territorio que dependía de Santiago del Estero, del cual dependía a su vez Córdoba[11].

      Podemos enmarcar lo anteriormente expuesto y entenderlo más claramente al contrastar con esta información relevante de los pleitos judiciales recopilada por Aníbal Montes sobre nuestro territorio. Montes relata:

      Francisco Pérez de Aragón había heredado en 1.578 la Encomienda que fuera de Juan de Chávez desde el año 1.573. Esta Encomienda contenía pueblos en todas las sierras del oeste y centro de Córdoba. Con relación a esta comarca vemos: «A dodizen la Punilla» eran ocho pueblos, entre ellos el llamado Taysacat que después se comprobó llamarse también Taypitin. «Con más, debajo de Toco Toco ocho leguas…» eran ocho pueblos sanavirones (sacat) entre ellos Atan Sacat que dio origen a uno de los pleitos. con mas, enfrente de Toco Toco en un arroyo que se dize Chocho Como Hal era una gran represa que estaba al N.O. de Soto en la hoy llamada Serrezuela’[12].

      Continúa Montes:

      Una primera posesión había tomado Pérez en 1.580, en indios de la Punilla, que en esa época, ni eran cristianos, ni hablaban quichua: caciques Maca Charava del pueblo Lay Sacat (hoy San Marcos Sierras), cacique Charava Cican, del pueblo del Sian Pitin sujeto al cacique Sian Sacat, la india Hachat Lac, hermana del cacique Tancantes del pueblo de Tao Pitin. Sirvió de intérprete la india Catalina Guaquin Chinta. […] «el pueblo Hatan Sacat por lengua sanavirona y por otra nombre Hatan Henin ques por su lengua de los naturales de aquella tierra y Atan Sacat y Atan Henin es todo uno, que no difieren sino en las lenguas…»[13].

      Otro dato fundamental y bien documentado es el hecho de que se registraron casos en que los «naturales de estas tierras» no hablaban el quichua, algunas veces estaban bautizados y otras no. El bautismo era en muchos casos la única evangelización que recibían.

      Y resulta importante también aclarar que esta evangelización era más que controvertida. Aníbal Montes se refiere al expediente del Archivo Histórico del año 1594, Legajo 4, Expediente 11, Escribanía 1º, que apunta: «En este documento existe la constancia de “evangelización en montón” sin preparación previa, consistente en bautizar en un solo acto a toda la concurrencia, repartiendo nombres de pila cristianos».

      Como ejemplo en esta zona, en el año 1589 es censado don Antonio de Tulián, «es cristiano, no habla quichua»[14]. Así como quedó registrado, podemos interpretar que «Antonio» era un nombre cristiano impuesto, «de Tulian» haciendo referencia a su pertenencia al territorio Tulián.

      No nos parece necesario sumar otros ejemplos, aunque los haya infinitos en el Archivo antes mencionado.

      Los primeros capitanes del Ejército español que llegaron a la zona aprovecharon la ocasión para apropiarse de los territorios que iban conociendo. La debilidad de su accionar estuvo en la dudosa identificación de los pueblos que iban explorando. Registraban varios pueblos y los solicitaban en encomienda, pero en muchos casos pasaban varios años antes de que volvieran a recorrer estas poblaciones. Cuando regresaban, muchas veces encontraban que había otros capitanes o colonos españoles en ellas, y con encomiendas legalmente otorgadas por la Corona. Así se sucedieron innumerables pleitos judiciales que quedaron registrados en el Archivo Histórico y que nos brindan importante y valiosa información.

      Según se manifiesta en varios expedientes, Soto había sido considerado como la capital administrativa, organizativa y política de la zona por parte de los españoles, no solo por sus características geográficas y su buena accesibilidad, tanto desde Córdoba Capital como desde la provincia de La Rioja, sino también porque allí vivió el capitán Tristán de Tejeda, quien ejerció una importante acción disciplinadora y ordenadora del trabajo esclavo en la región. Soto funcionó como una de las más importantes reducciones de indios, aglutinó a muchas familias que fueron traídas de otras comunidades del noroeste provincial y utilizando esa mano esclava se aprovechó para montar allí una fábrica de carretas, aperos, elementos de cuero y otros, tan importantes para el transporte en aquella época.

      Pero como mencionamos antes, nuestra localidad fue desde siempre la capital política de las comunidades indígenas de la


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