Volviendo al Caribe. Mukien Adriana Sang Ben
predominante en la historia económica del Caribe. Hemos escogido este foco porque la unidad funcional del Caribe se percibe mejor al considerar el sistema de la plantación como la estructura económica subyacentes entre sí, a pesar de las diferencias ecológicas y políticas de las islas.
Podríamos haber escrito una historia del Caribe diferente utilizando otro tipo de análisis, pero si es que existe una corriente que fluye de manera ininterrumpida y produce la unidad histórica de la región, esa es la evolución del sistema de plantaciones.
La historia de la plantación azucarera sirve para explicar tanto las continuidades económicas en las colonias como su evolución demográfica. También explica, más claramente que otros fenómenos, por qué las potencias europeas se involucraron tan profundamente en las guerras en el Caribe y cómo sus colonias caribeñas se integraron al extenso mundo de la economía atlántica.
El impacto que la historia del Caribe ejerció en ambos lados del Atlántico puede explicarse mejor desde la perspectiva de las plantaciones azucareras y del sistema esclavista que las acompañó por casi cuatro siglos. Las conexiones económicas que unieron al Caribe con África, Europa y Norteamérica, antes y después de la revolución industrial, son cruciales para entender el surgimiento del capitalismo como sistema económico mundial.2
Moya afirma en esta pequeña pero muy sustanciosa reflexión expuesta en el Epílogo de la obra, que ninguna otra institución colonial desempeñó papel tan crucial como el de la plantación azucarera a fin de integrar el Caribe en la economía mundial. Un elemento importante es que plantea que el azúcar no fue el único producto que se cultivaba en las plantaciones, pero fue sin duda el más significativo. Más aún “fue el más importante y el que mantuvo a las Antillas en la mirada y el puño de las potencias metropolitanas. La plantación, junto con el sistema esclavista, dominó la historia del caribe por más de 400 años”.3
Las plantaciones azucareras, expone el amigo historiador, constituyó una unidad orgánica, a pesar de que las colonias tenían metrópolis distintas. Sin embargo, cada realidad tuvo sus particularidades, produciéndose una notable diferenciación en el plano político, social y cultural que todavía, en el siglo XXI, es visible, especialmente en las llamadas Indias Occidentales.
Moya Pons no coincide con aquellos que aseguran que el Caribe es una región fragmentada, pues considera que esta fragmentación es solo desde una perspectiva sociopolítica y cultural, ya que sus estructuras productivas, así como su economía, eran homogéneas. Sin embargo, sostiene que debemos reconocer “que dentro del marco unificador de las plantaciones azucareras surgieron distintas sociedades criollas que con el tiempo se convirtieron en nuevas naciones. Es también dentro de este contexto histórico que la actual fragmentación del Caribe puede ser mejor entendida y aceptada”4.
La homogeneidad no fue eterna. Comenzó a fragmentarse con los sucesos mundiales. Afirma Moya que se inició en 1930. ¿Por qué razón? sería la pregunta lógica. El autor se responde y responde: por un hecho que marcó a todo el mundo: la Gran Depresión, que creó serias dificultades en las economías de todo el mundo. A partir de ese momento, dice, el Caribe no fue el mismo, dejó de ser lo que era antes. Otros factores externos que acrecentaron la fragmentación fue sin duda la Segunda Guerra Mundial, proceso que permitió que Estados Unidos se hiciera dominante en Occidente, provocando “una marcada americanización de la región, incluyendo a las antiguas colonias francesas, británicas, holandesas y danesas”5.
Esta situación provocó que el modelo de las plantaciones azucareras entrara en una crisis tan profunda que nunca más pudieron recuperarse. Solamente Cuba, afirma el historiador, lo mantuvo, el cual perduró incluso bajo el socialismo.
La ruptura del modelo de plantación trajo grandes cambios. En efecto, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial trajeron consigo la creación y desarrollo de los sindicatos y las organizaciones obreras, así como el surgimiento de los partidos políticos locales que demandaban la descolonización, pero, sobre todo, la independencia. La ideología nacionalista entró con fuerza, especialmente en las clases medias y los sectores intelectuales. Otro factor que afectó mortalmente el modelo fue la política de sustitución de importaciones, a fin de desarrollar la industria local. Los vientos de democratización llegaron y los sectores más radicales demandaban, exigían más bien, reformas agrarias que permitieran una nueva relación social y económica con el campesinado.
Las conclusiones, muy interesantes, por cierto, que nos ofrece Moya sobre la quiebra del modelo y sus implicaciones políticas y económicas explican la realidad del Caribe hoy. Veamos:
El sistema de plantaciones fue uno de los componentes principales de lo que se le llama hoy sistema económico mundial. Las plantaciones caribeñas fueron también un elemento fundamental en la conformación de la nueva economía atlántica surgió luego que los europeos invadieron a América en los siglos XVI y XVII. Desde una perspectiva mundial, el desarrollo del capitalismo no podría entenderse completamente sin el sistema de plantación azucarera, así como tampoco podría explicarse totalmente la independencia de los Estados Unidos sin el papel que jugaron las plantaciones azucareras caribeñas.
El Caribe funciona hoy como un complejo archipiélago de nacionalidades y culturas con economías diversificadas conectadas estrechamente tanto a las potencias industriales del norte del Atlántico como a los países de Sudamérica y Asia. […] Fue a partir de la llegada de Colón al Caribe cuando los europeos comenzaron a darse cuenta de la unidad planetaria y a actuar en consecuencia. Esta es otra de las razones de por qué la historia del Caribe es relevante para comprender hoy el mundo moderno. Hasta que la humanidad puso un hombre en la luna, ningún otro descubrimiento ha tenido consecuencias tan importantes y duraderas como la invasión europea del Caribe y la conversión de esta región en uno de los pivotes de la economía planetaria. Hacer que la historia sea evidente ha sido el principal propósito de este libro.6
La lectura de la Historia del Caribe de Frank Moya, y muy especialmente su conclusión sobre las plantaciones, me motivaron a conocer mejor sobre el tema. Busqué por donde pude. Hurgué en las principales revistas y libros digitales (¡una gran ayuda para los investigadores!) y también por las vías tradicionales de las obras impresas. Lo que se presenta a continuación es una relación de las lecturas que iba haciendo según caían en mis manos y a medida que me surgían nuevas preguntas y nuevas inquietudes. Estas lecturas fueron presentándose en forma de artículos. Durante la fase de estructuración de los artículos en forma de libros incorporé nuevas lecturas.
Una revisión de la literatura sobre las plantaciones
El tema ha sido preocupación durante décadas, de parte de los intelectuales. En nuestra búsqueda localizamos un artículo titulado “Introducción a las economías del Caribe”, publicado en la Revista Nueva Sociedad, No. 28, en 1977, escrito por el chileno Gonzalo Martner, quien, dicho sea de paso, además de un gran académico fue el ministro de Planificación del gobierno de Salvador Allende. Aunque la publicación es vieja, quisimos recuperarla en este periplo porque presenta una visión del Caribe desde una perspectiva distinta, desde la óptica de un latinoamericano del Cono Sur.
Inicia el artículo planteando una introducción global a la geografía caribeña, y una brevísima historia sobre las poblaciones indígenas, antes de la llegada de Colón. bosquejo a las poblaciones indígenas que existían antes de la llegada de Colón. Posteriormente habla sobre el período colonial español:
Las islas del Caribe se especializaron en el abastecimiento a España de azúcar y otros productos tropicales. Por cientos de años, el Caribe ha marcado, dentro del mundo colonial, como abastecedor de azúcar. En torno a este producto se diseñan modos de producción, que definen las relaciones sociales internas y las formas de explotación colonial. La unidad de explotación es la plantación azucarera7.
Muy pronto, como bien dice Gonzalo Martner, el desarrollo de las plantaciones azucareras a partir del siglo XV trajo consigo el inicio de la trata de esclavos negros procedentes de África. España comenzó a crecer comercialmente también, provocando la rivalidad entre las potencias europeas:
Estas