Volviendo al Caribe. Mukien Adriana Sang Ben

Volviendo al Caribe - Mukien Adriana Sang Ben


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en el siglo XIX. Aprovecha sus investigaciones para comparar las experiencias económicas en ambos pueblos, República Dominicana y Puerto Rico. El punto de partida del historiador es que una particularidad de nuestro país es la notable y creciente dependencia ante el coloso del norte:

      Así, sigue diciendo, la industria azucarera dominicana renació en el sur y este del país, pero pronto se expandió hacia el norte, especialmente por Puerto Plata. Pero, y ahí repite y coincide con las posiciones que hemos estado escribiendo los dominicanos, aunque no nos cita, hay que decirlo, que fue a partir de la Guerra de los Diez Años en Cuba, entre 1868-1878, cuando se produce el verdadero boom de la economía azucarera, gracias a la migración de unos tres mil cubanos y personas de otras naciones que invirtieron capitales para el desarrollo de esta industria. Este hecho fue una tabla de salvación, por esta razón el Estado dominicano apostó a estos inversionistas ofreciéndoles las mejores facilidades:

      Un elemento interesante es que el historiador García Muñiz señala que la tierra dominicana era de superior calidad, pues su suelo estaba mejor nutrido y menos cansado, y también porque el territorio es mucho más grande.

      Pero el boom azucarero dominicano trajo sus crisis. Entre 1884 y 1900 hubo crisis en los precios del dulce en el mercado internacional. Este hecho provocó la quiebra de casi la mitad de los ingenios, pero logró recuperarse en el siglo XX, alcanzando un repunte en el nivel de producción y sobre todo una concentración de la propiedad de los ingenios, como hemos reseñado quienes hemos trabajado el tema. En mi primer libro, Ulises Heureaux. Biografía de un dictador, hago una amplia referencia al surgimiento, expansión, crisis y recuperación de la industria azucarera, ofreciendo cifras y datos precisos sobre el proceso de quiebra y cómo muchos de los ingenios quebrados pasaron a manos de algunas familias, especialmente la familia Vicini.

      Lo novedoso de este artículo es el aporte a nivel comparativo entre la industria azucarera de las dos islas, con el sugestivo título República Dominicana afuera. Puerto Rico, adentro. El paso de Puerto Rico como parte del territorio norteamericano constituye un verdadero hito. La inclusión de Puerto Rico como territorio arancelario de Estados Unidos en 1901 provocó un auge extraordinario en la industria del dulce. Como bien dice García, se hizo realidad el sueño de los hacendados: la entrada libre al principal mercado azucarero.

      Auge y crisis, la lógica económica de siempre no fue diferente en Puerto Rico. A partir de 1910 comenzó a flaquear la industria azucarera puertorriqueña; suerte para los boricuas, el peligro se esfumó cuando la Primera Guerra Mundial comenzó a demandar más azúcar por la crisis europea. Danzaron al son de los millones, como ocurrió en República Dominicana en la misma fecha durante la Ocupación Norteamericana.

      Existen, sin embargo, particularidades para el caso nuestro. Gracias a la firma de la Convención de 1907, el capital extranjero se sintió confiado y comenzó a hacer nuevas inversiones, representando para 1910, 62% de la tierra plantada de caña; poseía además 8 de las 14 centrales existentes. Concluye el ensayo nuestro amigo historiador diciendo lo siguiente:

      Márquez sostiene que la escasez de mano de obra y la amplitud del territorio en el Caribe provocó que los españoles no pudieran tener el control total de las tierras conquistadas. La escasez de población le impedía que los ejércitos fuesen efectivos, obligándolos a hacer la vista gorda ante las incursiones de otras potencias en el Caribe. Los ingleses, franceses y holandeses llegaron fácilmente a las islas, pues España estaba ocupada en proteger sus dominios en el continente, especialmente de México, Perú y Colombia:

      Un elemento clave del análisis es el clima. Sostiene, como es sabido, que el clima caribeño es húmedo-seco, de vientos alisios, determinado por la influencia de estos vientos sobre las costas tropicales. Una característica importante, sigue diciendo, es que los regímenes con las características de humedad y sequedad tienen grandes contrates de humedad, con precipitaciones mayormente leves e intenso sol. El patrón climático, afirma, es vital para poder entender la distribución de los ecosistemas y de la población humana:

      Refiriéndose al Caribe colombiano, especialmente a la planicie


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